17,30 – El Papa en Isernia saluda a los enfermos y abre el Jubileo Celestiniano

En la plaza de la catedral dio la bendición con indulgencia plenaria e invitó a todos a empeñarse a realizar con la gracia de Dios, frutos de conversión y obras de misericordia

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La última etapa del viaje pastoral del papa Francisco a la región italiana de Molise, fue la ciudad de Isernia. Llegó poco antes de las 17,30 y fue recibido en las calles por miles de personas y jóvenes que aplaudían y cantaban. En la catedral el Santo Padre saludó a muchos enfermos, uno por uno, en silla de ruedas, camillas o sentados, así como a las personas que les acompañaban.

Al salir de la catedral el papa bendijo una imagen de San Juan Evangelista, que la diócesis dona para la reapertura de la catedral de Esmirna en Turquía y una corona para la imagen de la ‘Madonna della Pace’ del Santuario diocesano de Fragnete.

En el palco puesto en la Plaza de la Catedral, el Papa convocó el ‘Año jubilar Celestiniano’ recordando justamente a Celestino V que nació en esta ciudad hace ochocientos años atrás,  elegido Papa el 5 de julio de 1294 y  canonizado en 1313.

El papa Francisco dirigiéndose a los miles de personas allí presdentes dijo: “Nos encontramos en un lugar simbólico, en la plaza de la catedral. La plaza lugar de reunión como ciudadanos; y la catedral el lugar en donde nos encontramos con Dios” porque “en el cristianismo no hay contraposición entre lo sacro y lo profano”.

El santo padre recordó la herencia del papa san Celestino V, que como san Francisco de Asís, tuvo el sentido fuerte de la misericordia de Dios. Porque ellos estaban cerca de la gente y sentían la misma compasión de Jesús hacia tantas personas fatigadas y oprimidas.

Indicó que ellos tomaron una decisión contracorriente, desde el momento en el cual “eligieron confiarse a la providencia del Padre” como testimonios proféticos “de una paternidad y una fraternidad que son el mensaje del evangelio de Jesucristo”.

“Así sentimos –dijo Francisco– el sentido actualísimo del Año Jubilar Celestiniano, que desde este momento declaro abierto, y durante el cual se abrirá enteramente para todos la puerta de la divina misericordia. No es una fuga, no es una evasión de la realidad y de sus problemas. Es la respuesta del evangelio”. Una respuesta que “pone en el centro a la persona, el trabajo, la familia, antes que el dinero y la ganancia”.

El Santo Padre añadió que todos somos concientes de que “este camino no es el del mundo; no somos soñadores, ilusos, ni queremos crear oasis fuera del mundo. Creemos más bien que este camino es bueno para todos, el camino que realmente nos acerca a la justicia y a la paz”.

Y porque sabemos “que somos pecadores” y somos tentados de “conformarnos a la mentalidad del mundo”, invitó a “confiarnos a la misericordia de Dios, y a empeñamos a cumplir con su gracia, con frutos de conversión y obras de misericordia”.

Una vez concluidas sus palabras, el Santo Padre invitó a cantar la oración del Padre Nuestro, y dió la bendición con la indulgencia plenaria.

A continuación partió en auto al cuartel de los bomberos en donde a las 19.30 el helicóptero lo llevó a Roma.

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ZENIT Staff

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