75% de las mujeres «solas» inseminadas son lesbianas: Opinión de la Iglesia

La Iglesia anuncia la verdad con caridad; «es madre, no madrastra»

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CIUDAD DEL VATICANO, 12 oct (ZENIT.org).- La noticia ha encontrado eco en el Congreso internacional que prepara en Roma el Jubileo de las Familias: entre el 75% y el 80% de las «mujeres solteras y solas» (según la ley) que se inseminan con donante anónimo son lesbianas que viven en pareja.

El dato ha sido facilitado por una encuesta realizada por el diario madrileño «El mundo», publicada el pasado 8 de octubre. El estudio tiene en cuenta datos de la Sociedad Española de Fertilidad e informaciones ofrecidas por colectivos de gays y lesbianas.

Los periodistas que siguen las sesiones del Congreso, que lleva por tema «Los hijos, primavera de la familia y de la sociedad», en preparación del encuentro del Papa con las familias del mundo (14-15 de octubre), en el que participarán unas 200 mil personas, pidieron a algunos de los participantes sus comentarios en una rueda de prensa ofrecida en el marco del encuentro.

Dado que entre los ponentes del Congreso que participaban en este encuentro con la prensa se encontraba el responsable de la Comisión de los obispos españoles para la Familia, monseñor Juan Antonio Reig Pla, obispo de Segorbe-Castellón, fue él el encargado de dar una interpretación a la noticia.

El prelado evitó en todo momento hacer polémica. Con exquisito respeto de las personas, consideró, sin embargo, que el fenómeno «constituye un signo de la tiniebla antropológica que influencia la sociedad». Contradice a las conclusiones de la psicología en este siglo, que no han hecho más que demostrar que la evolución psicológica de un niño se conforma armoniosamente gracias al amor del padre y de la madre.

Los niños, los grandes perjudicados
«Esta realidad que propone la modernidad no es un auténtico progreso –añadió–, por el contrario, el progreso se ve cuando éste da sentido a la vida de la personas no sólo desde el punto de vista individual, sino también desde el punto de vista familiar, dimensión esencial de la persona. La humanidad, en su dimensión sexual, constituida por hombres y mujeres, es esencialmente familiar».

De este modo, el prelado español consideró que «recordar la dimensión esponsal del matrimonio es un bien para la persona, para los propios hijos, para la sociedad y para la Iglesia». Al final, los grandes perjudicados de este «vacío antropológico» serán desgraciadamente los niños.

Este es el motivo que ha llevado precisamente a escoger el lema del Jubileo de las familias: «Los niños primavera de la familia y de la sociedad».

Según las fuentes citadas por «El Mundo», «cada año nacen en España alrededor de 375 bebés fruto de uniones de lesbianas. Sólo en EEUU, los expertos calculan que hay ya alrededor de 100.000 niños concebidos por medio de la inseminación artificial de madres lesbianas, que viven solas o con su pareja. En el mundo occidental, una de cada cinco lesbianas ha recurrido a estas técnicas y un número igual de ellas piensa hacerlo en los próximos cinco años. El 95% de las nuevas familias homosexuales está encabezada por lesbianas…». Los datos de la investigación, sin embargo, no tienen carácter científico y dependen en gran parte, como explica el periódico español, de colectivos homosexuales.

En el encuentro con la prensa, se le preguntó a monseñor Francesco De Felice, subsecretario del Consejo Pontificio para la Familia, si la Iglesia, que desde hace dos mil años sigue anunciando la belleza del amor matrimonial (por lo que es tachada de «retrógrada») se opone al diálogo. «La Iglesia responde con la verdad y la caridad –replicó–. La Iglesia no puede rebajar la verdad: pues algo es verdad o no lo es».

«En definitiva –aclaró–, la Iglesia defiende el acto de amor que tiene lugar en el matrimonio y se opone a que el hombre sea manipulado artificialmente. Afirma que no todo lo que es técnicamente posible es moralmente lícito. Luchar por estas verdades no significa, sin embargo, dictar condenas. La Iglesia tiene que obrar en la caridad, la Iglesia es madre y no madrastra, es comprensiva, pero no quiere hacer compromisos con lo que no es verdad. Se está jugando demasiado: no se puede jugar con la existencia o con la vida».

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ZENIT Staff

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