A través de los sucesores de los apóstoles, «Cristo llega a nosotros»; asegura el Papa

En su mirada, nos sentimos «amados» por Dios, afirma

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 10 mayo 2006 (ZENIT.org).- A través de la sucesión de los apóstoles, que a través de los siglos ha tenido lugar mediante los obispos, «Cristo llega a nosotros», aseguró Benedicto XVI este miércoles durante la audiencia general.

«En la palabra de los apóstoles y de sus sucesores», los obispos, «Él nos habla; mediante sus manos Él actúa en los sacramentos; en su mirada, su mirada nos envuelve y nos hace sentirnos amados, acogidos en el corazón de Dios», dijo al concluir su tradicional catequesis.

De este modo, gracias al ministerio de los obispos, «hoy, al igual que al inicio –añadió ante más de 50.000 personas congregadas en la plaza de San Pedro del Vaticano–, Cristo mismo es el verdadero pastor y guardián de nuestras almas, a quien nosotros seguimos con gran confianza, gratitud y alegría».

El Papa continuaba con la serie de reflexiones que ha comenzado en estos encuentros semanales sobre la relación entre Cristo y la Iglesia, concentrándose particularmente en esta ocasión en «La sucesión apostólica».

El pontífice explicó cómo Cristo nombró a los apóstoles como sus sucesores y éstos, a su vez, fueron nombrando a otros sucesores para que transmitieran la «palabra y vida» que el Señor les había confiado.

De este modo, a través de la obra del Espíritu Santo, esta «cadena histórica» permite a los cristianos de todos los tiempos entrar en relación con Jesús y en relación entre sí.

Pero, ¿cómo es posible estar seguros de que los obispos de hoy son auténticos sucesores de los primeros apóstoles? El Papa respondió a esta pregunta con la respuesta que ofreció en el siglo II san Ireneo de Lyón, considerado como un Padre de la Iglesia por los cristianos.

El obispo y teólogo buscaba la «máxima garantía de la perseverancia en la palabra del Señor» y la encontró en la Iglesia de Roma, fundada por los apóstoles Pedro y Pablo».

De este modo, reconoció el Papa «para Ireneo y para la Iglesia universal, la sucesión episcopal de la Iglesia de Roma se convierte en el signo, el criterio y la garantía de la transmisión sin interrupción de la fe apostólica».

Por eso, decía el obispo de Lyón, en su famoso tratado «Contra los herejes», «es necesario que cualquier Iglesia esté en armonía con esta Iglesia, cuya fundación es la más garantizada» y que ha «conservado la Tradición apostólica».

«La sucesión apostólica, verificada en virtud de la comunión con la de la Iglesia de Roma, es por tanto el criterio de permanencia de cada una de las Iglesias en la Tradición de la fe común apostólica, que a través de este canal ha podido llegar hasta nosotros desde los orígenes», reconoció el Papa.

Gracias a la «cadena» humana de la sucesión de los apóstoles y obispos, concluyó, «también hoy, al igual que al inicio, Cristo mismo es el verdadero pastor y guardián de nuestras almas, a quien nosotros seguimos con gran confianza, gratitud y alegría».

Tras despedirse de los fieles, el Papa pidió que se detuviera el vehículo que lo transportaba para mostrar su cercanía a un grupo de muchachos discapacitados.

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ZENIT Staff

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