Activistas homosexuales aumentan la presión para lograr derechos matrimoniales

Lucha para redefinir una sólida institución

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BOSTON, Massachusetts, 22 marzo 2003 (ZENIT.org).- Los activistas de los derechos de los homosexuales continúan presionando para lograr la igualdad entre el matrimonio heterosexual y las uniones del mismo sexo. En Estados Unidos, se han iniciado procedimientos sobre este tema a primeros de este mes en la Corte Suprema de Massachusetts.

Una abogado, que representa a siete parejas del mismo sexo, espera que Massachusetts se convierta en el primer estado del país en aprobar matrimonios del mismo sexo, informaba el 5 de marzo el Boston Globe. Durante el primer día de las audiencias, la abogado Mary Bonauto dijo al tribunal: «La exclusión de los demandantes del matrimonio… viola el derecho fundamental que estos demandantes gozan con todos los demás en esta comunidad».

El caso de Massachusetts no es un caso aislado. El Globe observaba en un reportaje del 10 de marzo que cinco estados están ahora debatiendo la legislación que proponga el reconocimiento legal, de diversas formas, de parejas del mismo sexo. Y está siendo llevada a cabo una acción legal similar al caso de Massachusetts en Nueva Jersey.

Detrás de esta actividad hay una presión bien planeada a nivel nacional para ampliar los derechos de los homosexuales, explicaba el Globe. El primer paso es alcanzar los mismos derechos legales que las parejas heterosexuales. El segundo es desafiar la Ley federal de Defensa del Matrimonio de 1996, que afirma que el matrimonio sólo puede existir entre un hombre y una mujer, y permite a cada estado rechazar el reconocimiento de una relación homosexual que es reconocida en otro estado.

Una nota de prensa del 3 de marzo del presidente del Family Research Council, Ken Connor, comentaba que mientras los activistas homosexuales en Massachusetts reclaman el apoyo público para este caso, la legislatura estatal no ha logrado dar paso a leyes a favor de uniones del mismo sexo. Y precisamente el año pasado más del 60% de los residentes del estado apoyaron una propuesta prohibiendo el matrimonio homosexual.

En otros países, los activistas homosexuales han logrado éxitos políticos. En enero, Bélgica reconocía oficialmente los matrimonios del mismo sexo, con una mayoría sustancial, 91 contra 22, en la cámara baja del parlamento nacional apoyando la propuesta, informaba el 31 de enero Associated Press. La medida ya había logrado la aprobación del senado. Bélgica sigue los pasos de Holanda de hace dos años. Sin embargo, los legisladores belgas, al contrario de los parlamentarios holandeses, no han aprobado la adopción para parejas del mismo sexo.

En Suiza, el año pasado, el cantón de Zurich votó a favor de registrar civilmente las parejas del mismo sexo, informó Associated Press el 22 de septiembre. Los votantes del cantón más poblado del país votaron 63% contra 37% a favor de dar a las parejas del mismo sexo derechos anteriormente reservados a las parejas casadas. Ahora tendrán los mismos impuestos, beneficios hereditarios y de seguridad social que las parejas casadas.

Y en Suecia, la ministra de asuntos exteriores, Anna Lindh, anunció recientemente que quiere que las embajadas suecas registren las parejas del mismo sexo. De las 100 o más embajadas de Suecia, 21 están autorizadas a casar hombres y mujeres, si una de las partes es un ciudadano sueco, afirmaba Reuters el 7 de marzo. Ahora el gobierno quiere que estas embajadas extiendan su autoridad a las uniones homosexuales.

Suecia permite las uniones del mismo sexo en la forma de «parejas registradas» que da a las parejas los mismos derechos legales que a los heterosexuales casados. «Una vez que hemos establecido que un país acepta registrar la relación, comenzaremos a autorizar a nuestros funcionarios en aquellas embajadas», afirmaba Lindh. Francia, Israel y Portugal son los países que probablemente lo hagan, añadió.

Consideraciones canadienses
En Canadá, un comité parlamentario está escuchando propuestas para dar reconocimiento legal a las uniones del mismo sexo. El ministro de justicia, Martin Cauchon, presentó una propuesta escrita subrayando cuatro opciones, informaba el Globe and Mail el 7 de noviembre.

Las cuatro opciones son: modificar la definición de matrimonio para incluir a las parejas del mismo sexo; quitar al gobierno federal cualquier papel administrativo en el matrimonio y transferir las responsabilidades a las autoridades religiosas; crear uniones civiles federales; o mantener el status quo.

Este paso tiene lugar después de que los tribunales en algunas provincias hayan tratado el tema, con opiniones diferentes. Un tribunal en la Columbia Británica mantuvo que el matrimonio es entre sexos opuestos, pero tribunales en Ontario y Quebec encontraron que tal estándar es discriminatorio. Estos últimos tribunales suspendieron el efecto de sus decisiones durante dos años, para permitir al parlamento tratar el tema.

Están en curso las audiencias ante el comité permanente de la Cámara de los Comunes sobre Justicia y Derechos Humanos. Las organizaciones homosexuales han prometido que no presionarán a las iglesias para casar parejas del mismo sexo si el gobierno da reconocimiento legal a tales uniones, informaba el 5 de febrero el National Post.

En una testificación ante el comité, los responsables de la Comisión para los Derechos Humanos de Ontario y de las organización Igualdad para Gays y Lesbianas en Todas Partes afirmaron que todavía podrían apoyar una nueva ley del matrimonio, si contiene una cláusula que permita a las iglesias rechazar la celebración de las ceremonias.

A la defensa
El 13 de febrero, la Conferencia Episcopal Canadiense entregó un comunicado al comité. Los obispos comenzaban observando la vasta experiencia en temas de matrimonio de la Iglesia. El clero canadiense celebra cerca de 35.000 matrimonios cada año, observaban los obispos, y están implicados con los laicos en los cursos de enriquecimiento prematrimonial y matrimonial al igual que en consultoría matrimonial.

El comunicado afirmaba: «El matrimonio se funda en presupuestos antropológicos bien establecidos y enraizados en el ser personal del hombre y de la mujer». Parte de esto implica «la complementariedad y mutualidad de los dos sexos, y el amor por el otro que es sexualmente diferente y complementario».

Los obispos continuaban: «El hecho de que los seres humanos hayan sido creados hombre y mujer y la existencia de la fuerza creativa que fluye de esta realidad distingue a las parejas heterosexuales de las del mismo sexo».

El matrimonio heterosexual también provee del mejor ambiente para la estabilidad psicológica y emocional que es necesaria para el crecimiento de los hijos, continuaba el comunicado.

El comunicado reconoce los desafíos al papel tradicional del matrimonio. Las nuevas tecnologías permiten que las uniones del mismo sexo tengan hijos, hay un crecido número de uniones civiles, y los divorcios son más comunes. De hecho, el borrador de discusión presentado por el ministro de justicia observa que, debido a estos cambios, algunos discuten el propósito del matrimonio ha evolucionado de un «instrumento de estabilidad social» a «una expresión de consentimiento».

Los obispos rechazan esta posición, haciendo notar que muchas estadísticas recientes revelan que la gran mayoría de la gente se casará. Además, las uniones civiles tienen dos veces más probabilidades de acabar en separación que los matrimonios.

«Simplemente no hay evidencia alguna que pueda probar que el propósito primario del matrimonio haya evolucionado», afirman los obispos canadienses. «Lo que ha evolucionado es el deseo de algunas parejas del mismo sexo de cambiar la definición del matrimonio para tener acceso a la institución».

El comunicado luego observa la importancia de la dimensión social del matrimonio: «El matrimonio entre un hombre y una mujer es la unidad básica de la sociedad, el núcleo social
en la que la mayoría de los niños nacen y crecen». Esta función tiene un «papel irreemplazable» en la sociedad y, a su vez, por esta contribución que el matrimonio hace se le reconoce y protege por la autoridad civil. «Esta reciprocidad tiene consecuencias demográficas, económicas, sociales e intergeneracionales que nosotros como sociedad ignoramos en nuestro peligro», advertían los obispos.

El comunicado reconocía que algunos matrimonios son imperfectos y que los niños pueden ser cuidados fuera de los matrimonios tradicionales. Pero observaba: «El matrimonio, sin embargo, ha durado siglos y continúa proporcionando el fundamento más seguro y estable para el futuro de la sociedad». Queda por ver si el parlamento prestará atención a estas sabias palabras.

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ZENIT Staff

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