Adviento: La gozosa esperanza del que está por nacer

Mensaje del obispo mexicano de Tehuacán

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TEHUACÁN, sábado, 1 diciembre 2007 (ZENIT.orgEl Observador).- Publicamos el mensaje que con motivo del primer domingo de adviento ha emitido el obispo de Tehuacán (Puebla, México), monseñor Rodrigo Aguilar Martínez.

LA GOZOSA ESPERANZA DEL QUE ESTÁ POR NACER

Estimados Hermanos en Cristo Jesús:

El domingo 2 de diciembre iniciamos el Tiempo del Adviento, que nos prepara a la celebración de la venida de Cristo Jesús. Conmemoramos el aniversario de su Nacimiento, que tuvo lugar hace poco más de 2000 años; pero también nos preparamos a su última venida, que tendrá lugar al final de los tiempos.

La vida diaria, con sus necesidades diversas y concretas, nos puede conducir a respuestas inmediatas, frecuentemente engañosas, que nos hacen perder el sentido más alto de la vida; es posible caer en situaciones que nos llevan al desaliento e incluso a la depresión.

El Adviento nos dice que Dios viene a salvarnos. Cristo Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, es el Emmanuel -que significa Dios con nosotros-. La certeza de la venida de Cristo Jesús, produce en nosotros una gozosa esperanza. En Cristo todo se renueva y encuentra su sentido, «todas las cosas tienen su consistencia en Él» (Col 1, 17).

Conviene prepararnos a recibir a Jesús, que está por nacer. Nos ayuda el profeta Isaías: «En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago florecerá de su raíz. Sobre él se posará el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de piedad y temor de Dios.» (Is 11,1-2). «Se alegrará el desierto y el yermo, la estepa se regocijará y florecerá; florecerá como el narciso. Se regocijará y dará gritos de alegría… verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios. Fortalezcan las manos débiles, afiancen las rodillas vacilantes, digan a los cobardes: ¡Animo, no teman!; miren a nuestros Dios… viene en persona a salvarlos» (Is 35, 1-4).

«Preparen el camino del Señor -dice también el profeta Isaías y lo repite Juan Bautista- hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán al Salvador.» (Is 40,3; Mt 3,3).

Desde luego que, de manera especial, nos ayuda a prepararnos a la llegada de Cristo Jesús, su madre María, a quien veneramos en estos días con diversos títulos: Inmaculada Concepción, Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de Juquila, Nuestra Señora de la Soledad. Títulos que expresan de diversas maneras nuestra fe en la Virgen María, la mujer en quien se cumple la plenitud de los tiempos y de la que nace el Niño Jesús en Belén.

Con María, que experimenta físicamente en su vientre la gestación del Hijo de Dios hecho hombre, se hace tangible la venida de Dios. El Adviento es, con la Virgen María, un canto de esperanza en la Vida divina que se hace humana, para que nuestra vida humana sea divinizada. De esta manera, que el Adviento sea un canto a toda vida humana, desde el concebido y que está por nacer, hasta nosotros, ya nacidos, en nuestras innumerables vivencias y situaciones.

El Papa Benedicto XVI está por entregarnos su segunda Encíclica -«Spe salvi, Salvados por la esperanza»-. Recomiendo que la leamos con detenimiento, pues mucho nos motivará en el espíritu del Adviento y, en general, para nuestra vida.

Cuando el ángel nos anuncie «una gran alegría: Hoy nos ha nacido el Salvador, que es Cristo, el Señor» (Lc 2,10-11), acudamos gozosos con los pastores «y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado» (Lc 2,15). Arrobados en la contemplación del Niño Jesús, no nos cansemos de alabar y glorificar a Dios, al intercambiar las felicitaciones por la fiesta de la Navidad, Dios con nosotros.

+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán

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ZENIT Staff

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