Al bautizar a diez niños, el Papa invita a decir «no» a la cultura de la muerte

Improvisa la homilía ante los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 8 enero 2006 (ZENIT.org).- Por primera vez en su pontificado, Benedicto XVI administró este domingo el sacramento del Bautismo a diez recién nacidos, lanzando una invitación a decir «no» a la cultura «ampliamente dominante» de la muerte.

En la fiesta del Bautismo de Jesús, con la que concluyó el período litúrgico de la Navidad, el Papa retomó una costumbre de Juan Pablo II en ese día, que en los últimos dos años no se había podido ce0a causa de su enfermedad.

El sacramento tuvo lugar frente al «Juicio Final» de Miguel Ángel y de sus elocuentes frescos de la Capilla Sixtina, el mismo lugar en el que el 19 de abril el cardenal Joseph Ratzinger fue elegido obispo de Roma.

El pontífice dirigió una homilía espontánea a los emocionados papas, padrinos y familiares de los diez recién nacidos, cinco niños y cinco niñas, todos ellos italianos –uno de ellos recibió el segundo nombre de Karol, en polaco, en recuerdo del anterior pontífice–.

«Con el Bautismo, este niño es introducido en una compañía de amigos que no le abandonará nunca en la vida y en la muerte, y esta compañía de amigos es la familia de Dios, que lleva en sí la promesa de la eternidad», afirmó el Papa.

Reconoció que «ninguno de nosotros sabe qué sucederá en nuestro planeta, en nuestra Europa, en los próximos cincuenta, sesenta, o setenta años, pero hay algo de lo que estamos seguros: que la familia de Dios siempre estará presente y que quien pertenece a esta familia nunca está solo, sino que tiene la amistad segura de Aquél que es la vida».

Por este motivo, ser coherente con el Bautismo en el contexto actual, aseguró el sucesor de Pedro, exige decir «sí» a Cristo, a la vida, y «no» al mal y a la muerte.

«Podemos decir que también en nuestro tiempo es necesario un «no» a una cultura ampliamente dominante de la muerte, una anticultura que se muestra, por ejemplo, en la fuga, en la droga», indicó.

«Fuga de la realidad en lo ilusorio, en una felicidad falsa que se muestra en la mentira, en el fraude, en la injusticia, en el desprecio de los demás, de la solidaridad, de la responsabilidad ante los pobres y los que sufren», subrayó.

Esta cultura de la muerte, siguió indicando, «se muestra en una sexualidad que se convierte en pura diversión sin responsabilidad, que hace del hombre una cosa –por así decir–, pues ya no lo considera como persona, con un amor personal, con fidelidad, sino que lo convierte en mercancía».

«A esta aparente promesa de fidelidad, a esta pompa de una vida aparente que en realidad no es más que instrumento de la muerte, a esta «anticultura» decimos «no» para cultivar una cultura de la vida».

Según ilustró Benedicto XVI el «sí» a la cultura de la vida se pronuncia con la fidelidad a los diez mandamientos, «que no son prohibiciones, sino una visión de la vida».

«Son un «sí» a un Dios que da sentido, en los primeros mandamientos; «sí» a la familia, cuarto mandamiento; «sí» a la vida, quinto mandamiento; «sí» al amor responsable, sexto mandamiento; «sí» a la solidaridad y a la responsabilidad social y a la justicia, séptimo mandamiento; «sí» a la verdad. Esta es la filosofía de la vida y la cultura de la vida que se hace concreta, posible y bella en la comunión con Cristo».

Por eso, concluyó, «el Bautismo es don de la vida y desafío de vivir la vida», diciendo «no» al «ataque de la muerte, que se presenta con la máscara de la vida».

Durante la misa, entre los lloros de algunos de los niños, se rezó en la oración de los fieles, entre otras cosas, por las familias para que en ellas se renueve cotidianamente el «prodigio del amor » y por los diez nuevos bautizados para que sean «testigos del Evangelio».

Tras invocar a los santos que llevan el mismo nombre de los pequeños, como establece el rito del Bautismo, el Papa pronunció la «Oración de exorcismo» y luego celebró la liturgia del sacramento.

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ZENIT Staff

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