Al final el Señor ofrecerá a Dios a los que vivieron de acuerdo al mandamiento del amor

Reflexión de Benedicto XVI durante el rezo del Ángelus

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo 25 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Hoy al mediodía, y terminada la concelebración eucaristíca con los seis nuevos cardenales creados ayer durante el Consistorio, el santo padre Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro. Estas fueron las palabras del papa al introducir la oración mariana.

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Queridos hermanos y hermanas:

Hoy la Iglesia celebra a Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo. Esta solemnidad está ubicada al final del año litúrgico y resume el misterio de Jesús, “primogénito de entre los muertos y dominador de todos los poderosos de la tierra» (Oración Colecta Año B), ampliando nuestra mirada hacia la plena realización del Reino de Dios, cuando Dios será todo en todos (cf. 1 Cor. 15,28). San Cirilo de Jerusalén dice: “No solo proclamamos la primera venida de Cristo, sino también una segunda mucho más hermosa que la primera. La primera, de hecho, fue una demostración de sacrificio, la segunda porta la diadema de la realeza divina; …en la primera fue subordinado a la humillación de la cruz, en la segunda es rodeado y glorificado por una multitud de ángeles” (Catequesis XV, 1 Illuminandorum, De Secundo Christi adventu: PG 33, 869 A).

Toda la misión de Jesús y el contenido de su mensaje consiste en la proclamación del Reino de Dios, de instaurarlo en medio de los hombres con signos y prodigios. “Pero –como ha recordado el Concilio Vaticano II–, sobretodo el Reino se manifiesta en la misma persona de Cristo” (Const. Dogm. Lumen Gentium, 5), quien lo ha instaurado a través de su muerte en la cruz y su resurrección, con lo cual se ha manifestado como Señor y Mesías y Sacerdote para siempre. Este Reino de Cristo fue confiado a la Iglesia, que es «semilla» y «principio» y tiene la tarea de anunciarlo y proclamarlo entre las personas, con el poder del Espíritu Santo (cf. Ibid.). Al final del tiempo establecido, el Señor presentará a Dios Padre el Reino, y le ofrecerá a todos los que han vivido de acuerdo al mandamiento del amor.

Queridos amigos, todos estamos llamados a prolongar la obra salvífica de Dios, convirtiéndonos al Evangelio, situándonos con decisión detrás de aquel Rey que no vino para ser servido sino para servir, y para dar testimonio de la verdad (cf. Mc. 10,45; Jn. 18,37).

En esta prospectiva, les invito a todos a orar por los seis nuevos cardenales que he creado ayer, a fin de que el Espíritu Santo les refuerce en la fe y en la caridad y les colme de sus dones, para que vivan su nueva responsabilidad como un mayor compromiso a Cristo y a su Reino. Estos nuevos miembros del Colegio Cardenalicio representan la dimensión universal de la Iglesia: son pastores de las Iglesias en el Líbano, en la India, Nigeria, Colombia, y en las Filipinas, y uno de ellos ha estado por largo tiempo al servicio de la Santa Sede.

Invocamos la protección de la Santísima Virgen sobre cada uno de ellos y los fieles confiados a su servicio. La Virgen nos ayude a todos a vivir el momento presente esperando el regreso del Señor, pidiendo con fuerza a Dios: «Venga tu reino», y cumpliendo con las obras de la luz que nos acercan cada vez más al Cielo, conscientes de que, en los turbulentos eventos de la historia, Dios continua a construir su Reino de amor.

Traducción del original italiano por José Antonio Varela V.

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ZENIT Staff

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