Alarma de «Caritas»: Pese al acuerdo de paz, la población de Darfur (Sudán) sigue en jaque

Ausencia de seguridad en los campos de refugiados

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EL DAEIN, martes, 19 septiembre 2006 (ZENIT.org).- Cuatro meses hace de la firma de un acuerdo de paz, pero la seguridad en la región occidental sudanesa de Darfur es inexistente, denuncia «Caritas Internationalis» (CI) dando voz a numerosísimos civiles atrapados en la peor catástrofe humanitaria del planeta.

La confederación mundial de organizaciones católicas de ayuda difundió el miércoles pasado un comunicado elaborado in situ.

En El Neem, un campo para desplazados internos en los alrededores de El Daein (al este de Darfur), las mujeres que buscan refugio alertan de que no están seguras, denuncia CI.

De acuerdo con la organización, antes de la firma del Acuerdo de Paz de Darfur –el 5 de mayo-, la zona de El Daein estaba dividida en dos por la vía férrea: el SLA (uno de los movimientos rebeldes) controlaba el norte, el gobierno de Sudán el sur.

Los ataques de milicias armadas forzaron a miles de civiles a abandonar sus pueblos y buscar refugio en los campos próximos a El Daein.

Desde la firma del citado acuerdo, la lucha entre el SLA y el gobierno ha cesado, pero son ahora los propios rebeldes del SLA los que luchan entre sí, constatan observadores de CI en el terreno.

El conflicto en la región sudanesa de Darfur estalló hacia febrero de 2003: acusando al gobierno sudanés de abandonar esta región (de población mayoritariamente negra y animista) y de financiar las milicias «janjaweed» -«diablos a caballo»: siembran muerte y destrucción entre los civiles-, dos grupos rebeldes de autodefensa populares -el «Movimiento para la Justicia y la Igualdad» (JEM) y el «Ejército-Movimiento de Liberación de Sudán» (SLA-M)- se alzaron en armas contra Jartum.

El balance de este choque –fuertemente reprimido por el ejército y sobre todo por los «janjaweed»- se estima entre 180 mil y 300 mil muertos, además de una cifra superior a los 2,5 millones de prófugos –expuestos por lo general a epidemias y a malnutrición-.

El 5 de mayo el dicasterio misionero, a través de su órgano informativo «Fides», se hizo eco de la firma de un acuerdo de paz –presentado por mediadores internacionales- entre el gobierno de Jartum y una facción mayoritaria del principal grupo rebelde de Darfur, el SLA («Ejército de Liberación de Sudán»).

Apuntó que el acuerdo hacía menos determinante el rechazo a firmarlo por parte del otro grupo rebelde, el JEM, y del ala minoritaria del SLA contraria a tal pacto.

El reciente comunicado de CI recoge el testimonio de un refugiado del campo de El Neem: «Antes del acuerdo de paz, teníamos protección del SLA, pero ahora ya no hay protección. El SLA aún está fuera del campo, pero luchan entre sí porque unos firmaron el acuerdo y otros lo rechazaron».

Muchos hombres han dejado El Neem para labrar sus tierras en sus pueblos, en esta estación de lluvias. Lamentan no poder abandonar permanentemente el campo con sus familias por la continuación del conflicto.

«Nos quedamos en los campos para protegernos –apunta el jeque Abdul-. Por el momento el SLA está en el terreno, el gobierno está todavía ahí, las milicias están ahí, y las armas siguen ahí».

«Action by Churches Together International» (ACT) y «Caritas Internationalis» (CI) trabajan en una respuesta conjunta a la crisis de Darfur.

El campo de El Neem -donde ACT-Caritas opera con asociados locales para brindar a la población agua, alimento y educación- no es seguro, alerta CI.

«Si salimos del campo para recoger leña podemos ser atacados. Y recientemente unos hombres armados hasta entraron al campo a robar», lamenta una refugiada.

El aludido acuerdo de paz incluye medidas de desarme, pero esto no se ha verificado aún, ni está claro en qué condiciones se puede hacer cumplir, señala CI.

De acuerdo con la confederación católica de ayuda, hay civiles para los que el trauma es tal que no quieren abandonar la precaria seguridad de estos campos.

El lunes pasado «Fides» aludió a la posibilidad de que –como dejó entrever un consejero del presidente sudanés Omar Hassan el Beshir- Sudán acepte la extensión de la misión de paz de la Unión Africana en Darfur. El mandato de sus soldados, que han sido incapaces de detener las masacres, concluye el 30 de septiembre.

De ahí que el Consejo de Seguridad de la ONU decidiera el envío de una fuerza de paz en sustitución de la fuerza de la UA, pero el gobierno de Jartum se ha opuesto a ello por el momento. Los signatarios del SLA del acuerdo de paz de mayo se han mostrado favorables al envío de una misión de las Naciones Unidas.

A finales de agosto el personal del Servicio Jesuita para los Refugiados, que trabaja en el norte de Darfur, advirtió en un informe –del que también se hizo eco «Fides»- de un empeoramiento de las condiciones de seguridad en la región, en especial en la zona de Mellit.

Sudán tiene unos 33 millones de habitantes, repartidos en 572 tribus. El 82% de la población vive bajo el umbral de pobreza. Las condiciones de vida en el sur y en Darfur son las peores del país.

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ZENIT Staff

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