Albania, entre las próximas visitas del Pontífice

El Papa anunció en el Ángelus del 15 de junio que viajará a Tirana el 21 de septiembre para «confirmar en el fe» a los hermanos en el episcopado y los fieles de un país de mayoría musulmana

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La República de Albania es hoy un pequeño Estado balcánico de unos 3 millones de habitantes. En lengua albanesa su nombre significa «tierra de las águilas» (Shqipëria) y su población está compuesta de una mayoría musulmana, estimada en torno al 57%. 



En el ámbito de las confesiones cristianas de descendencia apostólica, el territorio del país resulta dividido por la mitad entre un norte principalmente católico -en torno al 10% del total- y un sur en su mayoría ortodoxo, en torno al 6’8%. La geografía confesional actual no puede ocultar las raíces históricas de la cultura albana, que ha tenido en el catolicismo romano un elemento propulsor de gran importancia.

En la antigüedad, el territorio actual de Albania era parte de la provincia romana del lllyricum y como tal constituyó uno de los primeros centros de evangelización. En la carta a los romanos, San Pablo afirma: «desde Jerusalén y en todas direcciones hasta el Ilírico he dado cumplimiento al Evangelio de Cristo (Rm, 15, 19)». Según una tradición mantenida con gran respeto aunque poco sufragada por las fuentes históricas, el primer obispo de Durazzo, San César, habría sido uno de los discípulos directos de Jesús. Aún perteneciendo a la esfera del Imperio Romano de Oriente (y por tanto teóricamente en la órbita de Constantinopla después de la caída de Roma en el 476 d.c) el territorio de Albania casi cristianizado por completo quedó bajo la jurisdicción eclesiástica de la Sede Apostólica hasta el siglo VIII, cuando las migraciones eslavas en los Balcanes y la afirmación del imperio bizantino modificaron la estructura confesional de la región. La actual subdivisión en un norte católico y un sur ortodoxo se cristalizó en el periodo del Reino de Albania fundado por Carlos de Anjou (1272-1368), que separó la esfera meridional de pertenencia bizantina de los católicos septentrionales. Después del breve periodo del Principado de Albania deKarl Topia (1368-1385), Albania cae en manos de los turcos otomanos en 1385.

La figura que mejor otra expresa la unión histórica entre Albania e Iglesia católica es ciertamente el líder Jorge Castriota (1405-1468), el héroe nacional albanés convertido en realidad en un verdadero mito para todo el cristianismo balcánico. Hijo del príncipe Gjon Kastrioti, Jorge prestó inicialmente servicio al sultán, demostrando un talento fuera de lo común tanto por sus capacidades de funcionario políglota (hablaba albanés, búlgaro, serbocroata, turco y latín), como por sus dotes de combatiente y estratega.

Tras la muerte de su padre e impulsado por sus connacionales, Jorge Castriota se convirtió al catolicismo y dedicó toda la vida a la defensa de la fe y de la patria. Debido a sus altas virtudes militares, acompañadas por innumerables batallas ganadas, la Sede Apostólica lo premió con el título Athleta Christi, inspirado por el mártir San Sebastián y concedida a los guerreros cristianos más valientes.

El catolicismo continuó jugando un rol muy importante en la formación de la cultura albanesa y de su lengua también durante los siglos de dominio islámico. En la preservación de la fe cristiana bajo el imperio otomano, jugó un rol relevante el Kanun, el derecho consuetudinario albanés, que con sus tramos de matriz romana tuvo una influencia decisiva en la vida de los católicos en el norte, que les permite mantener el uso de muchas de las costumbres tradicionales y rechazar así la adopción de la sharia.

Quizá no muchos saben que de la «tierra de las águilas» era originario también un purpurado que llegó a Papa. El cardenal Giovanni Francesco Albani (1649-1721), en 1700 fue elegido Papa con el nombre de Clemente XI y fue Pontífice hasta su muerte, descendía de la aristocracia albanesa trasladada a Italia. Clemente XI siempre reivindicó con orgullo esta ascendencia albanesa, haciendo mucho por el apoyo a la fe en las orillas balcánicas del adriático.

Albania se convirtió en un Estado independiente en 1912, coincidiendo con la disgregación del imperio otomano después de cinco siglos de dominación islámica. También en esta coyuntura histórica, los patriotas más importantes eran a menudo de fe católica. Finalmente, no podemos olvidar que Albania vio nacer también a la beata Madre Teresa de Calcuta, en esos años en los que la Iglesia local «ha sufrido mucho en consecuencia de las ideologías del pasado», como afirmó el papa en el Ángelus, haciendo referencia a la época comunista. La visita de Francisco a Tirana, anunciada para el 21 de septiembre, constituirá por tanto una ocasión también para reflexionar sobre una realidad etnocultural con sus propias características locales pero profundamente marcadas por el cristianismo.

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Dario Citati

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