Alberto Marvelli, un beato en corbata y chaqueta

Habla su biógrafo, Roberto Di Ceglie

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 21 octubre 2004 (ZENIT.org).- Alberto Marvelli no representa la imagen de un beato tradicional: es joven, atlético y laico, y aparece en las estampas con corbata.

El Papa lo proclamó beato a inicios de septiembre en Loreto. En esta entrevista el profesor Roberto Di Ceglie, especialista en la trayectoria del nuevo beato, traza algunas líneas de su personalidad.

Roberto Di Ceglie es coautor del libro sobre el nuevo beato laico titulado «Alberto Marvelli: fidelidad a Dios y fidelidad a la historia» («Alberto Martelli: Fedeltà a Dio e fedeltà alla storia», Editorial Messaggero)

Di Ceglie, profesor en la Universidad Pontificia Lateranense de Roma relata a Zenit cómo se entrelazan en Marvelli «fe e historia».

–¿Qué dice al mundo este joven santo contemporáneo en corbata y chaqueta?

–Di Ceglie: Un santo en corbata y chaqueta significa la capacidad cristiana de cubrirse con los vestidos de la historia, haciéndola significativa a la luz de los pilares de la fe, la Eucaristía y la oración.

En otros términos, estos vestidos asumen su máxima potencialidad en el recuerdo constante de los valores de la fe en un Dios que Él mismo está implicado en primera persona en las vicisitudes humanas.

–Marvelli está entre las figuras más luminosas del catolicismo italiano. ¿Por qué?

–Di Ceglie: Porque en él se han fundido de manera maravillosa la fe y la historia. Este vínculo, que comporta el esplendor de una existencia vivida en plenitud gracias a la fe en Cristo, encuentra en Marvelli una expresión de excepcional potencia: joven, atlético, valiente, inteligente, capaz en los estudios y con éxito en el trabajo, sólido en sus posiciones pero respetuoso con la diversidad, atento a las necesidades del otro, determinado en perseguir los objetivos con deber y responsabilidad, creíble, seguro.

¿Quién no se sentiría atraído por la fascinación que surge de una figura tal? Luminoso, sin duda.

–Laico, joven y santo: ¿es un camino que veremos cada vez más?

–Di Ceglie: Ciertamente en cada uno de nosotros vive el anhelo a ver y encontrar santos. Es por lo tanto deseable que la santidad se alíe cada vez más a la condición de los laicos, a los que les espera el honor de llevarla en el contexto de la vida de cada día, en un auténtico espíritu misionero del que cada vez se nota más la necesidad.

Y resulta en este sentido todavía más fascinante que la juventud se encuentre con estas vías, porque es símbolo de frescura, de apertura a la realidad, y en un cierto sentido de una serena correspondencia con las cosas y con la historia, todavía no viciada, y si se me consiente la expresión, ajena a una cierta pedantería que a veces llega con la edad.

En definitiva, se trata de repensar desde este punto de vista la espontaneidad de los pequeños, que no por casualidad Jesús llamaba a ser libres para ir a Él.

–Verdad y caridad, contemplación y acción… Se habla de Marvelli como un ejemplo extraordinario de fe e historia. ¿Cómo lo hizo?

–Di Ceglie: Es constitutivo del cristianismo el hecho de apreciar y desarrollar las realidades terrenas.

La cultura medieval ha conjugado el dicho «Gratia non destruit naturam sed perficit», o sea, que no la gracia no disminuye sino que potencia la dignidad de las cosas del mundo en relación a Dios, que ama al hombre hasta el punto de sacrificar a su Hijo para su salvación.

La experiencia extraordinaria de Marvelli es sin duda atribuible a una excepcional visibilidad de esta relación, que encuentra su expresión eficaz en la capacidad de conyugar fe, política y ética.

Pero más allá de esta particularidad, tenemos que decir que en general no hay santidad sin esta correspondencia entre fe y historia.

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ZENIT Staff

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