"Alegres por creer, y entusiasmados por transmitir la fe a todos"

Sentida inauguración del Año de la Fe en la catedral de Burgos, con una presencia de la Iglesia misionera

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BURGOS, lunes 15 octubre 2012 (ZENIT.org).- La Inauguración del Año de la Fe en Burgos tuvo lugar el 12 de octubre, Fiesta del Pilar. Fue presidida por D. Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos y concelebrada por más de 120 sacerdotes, entre ellos vicarios, arciprestes y representantes de las comunidades de religiosos de la diócesis. A la ceremonia acudieron alrededor de 800 fieles.

El acto inicial tuvo lugar –informa a ZENIT la Archidiócesis de Burgos- en el trascoro de la catedral, donde se congregaron imágenes de los santos más conocidos de la diócesis (santo Domingo de Guzmán, san Lesmes, santo Domingo de Silos…) y reliquias de los Mártires de Cardeña (siglo IX) y Mártires de Bujedo (siglo XX). Esta primera parte de la celebración estuvo marcada por la carta Porta fidei y por un intento de mostrar la comunión de los fieles de Burgos con la Iglesia Universal. La Virgen el Pilar encabezó la comitiva de santos , recordándonos la evangelización de España y su apoyo al Apóstol Santiago.

Momento emotivo fue el canto de las letanías de santos y mártires burgaleses durante la procesión hasta el altar mayor. Por primera vez se cantaban las letanías de los 100 santos y beatos burgaleses venerados actualmente, según la reciente publicación del santoral burgalés.

En su homilía, el arzobispo de Burgos subrayó que este Año de la fe «con la ayuda de lo Alto, será un gran acontecimiento de gracia para todas las personas, comunidades y realidades eclesiales presentes en nuestra querida Iglesia diocesana. Pido al Señor Jesús que sea un año en el que esta diócesis, quizás la más misionera de toda nuestra Patria e incluso del mundo, reavive este carisma y lo sepa encarnar en el apasionante momento dela Nueva Evangelización, a la que él nos convoca».

El arzobispo explicó el significado de la puerta que se abre en este año jubilar: «La puerta era un símbolo de lo que representa la fe en el plan de Dios y en la vida de los hombres. Dios quiere que todos los hombres y mujeres seamos hijos suyos por la fe y el bautismo y que nos incorporemos ala Iglesiafundada por su Hijo y vivificada por su Espíritu. Por eso, abre la puerta de la fe de par en par, para que todos conozcamosla Buena Noticia del Evangelio, sepamos de dónde venimos y hacia dónde vamos, y de este modo seamos capaces de dar sentido a nuestro trabajo, a nuestras relaciones familiares y sociales, a nuestros fracasos y logros, a nuestras enfermedades y dolores».

Recordó a los presentes la suerte de haber recibido el don de la fe en los primeros pasos de la vida, a lo que es fácil habituarse e incluso llegar a «considerar que ese regalo era un peso o una carga insoportable. Es posible que nos haya pasado como a los que vivimos en la sociedad del bienestar. Podemos pensar que todo el mundo tiene lo que necesita para comer, vestir, educarse, descansar y tener atendidos los problemas de la enfermedad y de la vejez».

Invitó a redescubrir «la grandeza de este don», agradecerlo a Dios, gozar «de ser tan inmensamente afortunados», y en consecuencia, sentir «la urgencia y la alegría de anunciarlo a los demás, para que también ellos puedan compartir con nosotros tan gran regalo. Lo habéis dicho ya muy al comienzo de la celebración: tener la alegría de creer y el entusiasmo por comunicar».

«Si no hubiéramos cruzado la puerta, no habríamos encontrado esta joya del arte religioso; una estructura que sobrecoge por su extrema belleza», comentó sobre esta catedral, una de las obras de arte más bellas del gótico. También «la fe nos abre a un mundo maravilloso que supera nuestros anhelos e ilusiones. Como decía antes, la fe nos descubre el sentido verdadero y pleno de las cosas, de los acontecimientos, de las personas, de la misma historia».

En cuanto a quienes no viven en esa sintonía, se preguntó: «Cómo no sentir la urgencia de ayudarles a descubrir o a redescubrir el camino de la fe, si es descubrirles o redescubrirles el tesoro y la perla escondidos que valen más que todo cuanto se posee? ¿Cómo no sentir la urgencia de anunciar el Evangelio no sólo en los lugares clásicos de misión, sino en nuestras calles y plazas, en nuestras familias, en nuestros ambientes de trabajo y de diversión, en nuestros centros educativos y sociales, que son ahora los nuevos espacios quela Providencianos regala para que evangelicemos?».

Por esta puerta entraron «todos los santos burgaleses» que «pertenecen a todas las etapas del caminar terreno dela Iglesia, los hay jóvenes, ancianos y adultos, hay mujeres y hombres, algunos son religiosos de vida contemplativa y otros de vida activa, hay sacerdotes y seglares, mártires y confesores. Podrían estar entre ellos una legión de padres y madres de esta bendita tierra, que vivieron su fe con tanta verdad como sencillez, y que supieron trasmitirla a sus hijos con la naturalidad y eficacia que una fuente mana el agua fresca».

Recordó que «sin Eucaristía» «no hay vida cristiana, ni hay comunidades pujantes y misioneras, ni es posible vivir el misterio de Cristo y de la Iglesia».

Así como Benedicto XVI fue a Loreto tras las huellas de Juan XXIII, para pedir a María por los frutos del Sínodo de la Nueva Evangelización y el Año dela Fe, monseñor Gil Hellín invitó a realizar un gesto semejante: «En todas nuestras comarcas existe un santuario mariano al que la gente tiene especial devoción. Id, pues, con vuestras comunidades, asociaciones y grupos apostólicos a implorad su ayuda maternal para recorrer con  garbo y alegría el camino que hoy iniciamos y que concluirá en la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo del Año 2013. Si lo hacemos, rezando y cantando el rosario, repitiendo sin cesar el ‘ruega por nosotros ahora’, Ella nos alcanzará de su Hijo la gracia de recobrar la alegría de la fe y el gozo de trasmitirla con verdadera pasión».

«Santa María estuvo en el comienzo de la primera evangelización, cuando imploró con los Apóstoles la venida del Espíritu Santo, el gran evangelizador. Luego estuvo presente acompañándoles con su amor materno en la fundación de las primeras comunidades cristianas», recordó.

La Palabra de Dios fue presentada por una familia. El Evangeliario fue portado por la abuela, a la vez que era escoltado por la ‘antorcha de la fe’. Tras ser recibido por el obispo, el nieto proclamó la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles.

El credo fue presentado por un padre, una madre, una catequista, un hijo y un sacerdote. Cada uno de ellos introducía un artículo de fe, que después era contestado por toda la asamblea.</p>

En el momento de la oración universal, quedó plasmada la riqueza de la diócesis por medio de la participación en directo (audio y vídeo) de un misionero burgalés en Chile y una religiosa de clausura el convento de Clarisas de Vivar del Cid.

Al final de la celebración se leyó un mensaje del arzobispo para todas las comunidades de la diócesis. Este mensaje, junto con una vela, fue entregado a los agentes de pastoral más significativos: arciprestes, representantes del Consejo de Pastoral, representantes de comunidades religiosas…

En su mensaje, monseñor Gil Hellín se dirige a los hermanos sacerdotes, a las personas consagradas, a los catequistas, a las familias cristianas, a todos los miembros de comunidades, pidiendo que se difunda en ámbitos parroquiales y comunitarios.

«Que la antorcha de la fe, que hemos encendido como luz de evangelización, llegue a quienes en el día a día cumplís la misión de transmitir la fe. Pienso agradecido en todos los que conmigo asumís la tarea de la catequesis, desde los padres de familia, pasando por los sacerdotes, los catequistas, los profesores de religión, los animadores de grupos cristianos», afirma el arzobispo en su mensaje.

«Miro y envío mi saludo agradecido a todos los contemplativos, luz de oración por nosotros. Pienso en los misioneros, y saludo con todo afecto a sus familiare
s. A todos os llevo en mi corazón, por todos rezo, con todos cuento para iniciar con bríos nuevos esta tarea del Año de la Fe».

«Cuando ahora cantemos la Salve a Santa María, la Mayor, en sus manos de primera creyente, que le permitió ser Madre de Dios y Madre de la Iglesia, pongo todos nuestros proyectos para este Año de la Fe».

«Que lo vivamos alegres por creer, y entusiasmados por transmitir la fe a todos», concluyó.

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ZENIT Staff

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