Alemania: Dos cardenales para zanjar la unidad de la Iglesia

La designación de los obispos Lehmann y Degenhardt

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ROMA, 31 enero 2001 (ZENIT.org).- Karl Lehmann y Johannes Joachim Degenhardt son por sorpresa los nuevos nombres alemanes que añadió el Papa el pasado domingo al abanico de 44 cardenales que creará en el próximo consistorio, el 21 de febrero.

La noticia ha suscitado entusiasmo en el seno de la Conferencia Episcopal Alemana, cuyo presidente es el mismo monseñor Lehmann, de 64 años, y que tiene en el obispo de Paderborn, monseñor Degenhartd, de 75 años, un hombre sumamente activo en los debates de las asambleas plenarias.

Según explicaba ayer el diario de los católicos italianos, «Avvenire», con estos dos nombramientos Juan Pablo II pretende recuperar la unidad que en ocasiones se resquebrajó en el seno de este episcopado a causa de la espinosa cuestión de la participación de los consultorios católicos en el sistema público de asistencia a mujeres encintas que quieren abortar. Paradójicamente los certificados que emitían estos centros se convertía en la condición jurídica prevista por la ley alemana para poder aplicar un aborto de manera despenalizada (el aborto sigue siendo ilegal en ese país).

Una «ruptura», escribe el corresponsal en el Vaticano de ese periódico, Salvatore Mazza, que en realidad fue más bien «un largo proceso de reflexión y maduración» sobre una cuestión delicadísima.

El debate duró diez años. Algunos obispos, entre quienes se encontraba el obispo de Maguncia monseñor Lehmann, consideraban que el deber de salvar el mayor número de vidas humanas posible constituía una prioridad que exigía la presencia de los consultorios católicos en el sistema público.

Por el contrario, el arzobispo de Fulda, monseñor Johannes Dyba, fallecido en julio, quien contó con el apoyo de monseñor Degenhartd, constaba las quejas de muchas personas que no comprendían cómo era posible que los consultorios de la Iglesia se opusieran al aborto y al mismo tiempo dieran el documento que hacía posible el aborto despenalizado.

Hace algo más de un año, Juan Pablo II, en respuesta a una consulta presentada por los mismos obispos alemanes, explicó que el testimonio a favor de la vida de manera unívoca es una prioridad para la Iglesia, y por ello pidió que los centros católicos ofrecieran su consulta pero que no emitieran el certificado que permite el aborto. La petición del Papa no fue fácil de aceptar para algunas asociaciones católicas que trabajan en este campo, pues esto suponía salir del sistema y perder las subvenciones estatales así como el contacto con madres en problemas que de otro modo nunca pedirían consejo a la Iglesia.

De este modo, desde el 1 de enero pasado los centros de consultoría católicos dejaron de emitir los polémicos certificados que daban acceso al aborto. Esto no significa que la Iglesia haya renunciado a su deber de ayudar a las mujeres encinta. Por eso, ofrece ahora una gama más amplia de servicios a las madres con problemas: van desde la ayuda financiera hasta la búsqueda de una casa.

La medida propuesta por el Papa no fue fácil de aceptar par doce obispos, informaba el 29 de enero el diario de Roma «Il Messaggero». Ahora bien, el mismo Lehmann trabajó para que los prelados aceptarán la medida. Poco antes de la publicación de la segunda tanda de cardenales, la última diócesis que quedaba por aceptar la medida del Papa, Limburg, publicaba el 22 de enero un comunicado en el que su obispo, monseñor Franz Kamphaus, anunciaba que los centros católicos permanecerán en el sistema público pero que se tomarán medidas para que no quede en duda «el peso del testimonio unívoco de la Iglesia a favor de la vida».

La declaración precisaba que la decisión no se opone en ningún modo a la petición del Papa de defensa de la vida, pero que buscaba ofrecer acogida a las mujeres encintas ofreciendo una consulta en la que se destacará la «competencia profesional, espiritual y material» con el objetivo de que renuncien a pedir el certificado del aborto.

La declaración fue fruto de un encuentro en el Vaticano entre monseñor Kamphaus, quien vino acompañado de monseñor Lehmann, el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y el cardenal designado Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación para los Obispos.

«A esta luz –afirma Salvatore Mazza en el diario «Avvenire»– la doble púrpura alemana, anunciada el domingo por el Papa se debe leer como un homenaje a la unidad de la Iglesia», que ha vuelto a recuperarse al quedar superado el debate.

«En todos estos años –comentó monseñor Lehmann a Radio Vaticana al día siguiente de hacerse público su nombramiento como futuro cardenal– me he encontrado de frente incluso a muchas enemistades y bruscas insinuaciones, como la falta de fidelidad a Roma y cosas por el estilo. Siento este nombramiento como una adecuada respuesta a todo esto. Nunca he tenido dudas sobre la posición del Santo Padre respecto a Alemania, y me parece significativo el nombramiento de, nada menos, que cuatro cardenales [Degenhardt, Kasper, Scheffczyk, y él mismo]. Me parece que ha sido una señal muy clara».

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ZENIT Staff

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