Alemania sólo respetará la vida de embriones «alemanes»

Dura condena de cristianos católicos y evangélicos

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BERLÍN, 1 febrero 2002 (ZENIT.org).- Profunda desilusión: con estas palabras las confesiones cristianas en Alemania comentaron este jueves el resultado de la votación del Parlamento alemán que aprobó la importación de células estaminales embrionales con fines de investigación, hasta ahora prohibida por la ley.

Tras dos años de discusiones, dos comisiones éticas y cuatro horas de debate parlamentario intenso, Alemania decidió el miércoles permitir la importación de células estaminales obtenidas de embriones con fines médicos, aunque con fuertes limitaciones.

En Alemania la ley sobre la protección del feto prohibe la producción de embriones no destinados a la reproducción, así como su manipulación. Para saltarse esta limitación, sectores de la industria farmacéutica –que ven en la experimentación con embriones humanos una importante posibilidad económica– presentaron la propuesta a lad fuerzas políticas.

La polémica fue durísima. Ni siquiera dos comisiones éticas, una del Gobierno y otra del Parlamento, habían logrado resolver la cuestión. La primera recomendó una importación limitada y la segunda la prohibición absoluta.

Con un comunicado conjunto, el cardenal Karl Lehmann, presidente de la Conferencia Episcopal alemana y Manfred Kock, presidente del Consejo de las Iglesias Evangélicas de Alemania, volvieron consideraron que con esta medida «será posible, también en Alemania, efectuar experimentos con células estaminales embrionales, producidas a través de la muerte de embriones».

Surge un grave peligro para el derecho a la vida porque así «se deja de garantizar la protección total del hombre desde el momento de la fecundación», afirman los dos líderes cristianos.

También el cardenal de Colonia, Joachim Meisner, ha intervenido sobre el tema expresando su «profunda desilusión». Existe la conciencia, añade, que ahora «también los alemanes obtendrán beneficio de la muerte del hombre desde el inicio de su existencia. Debería usarse todo medio del Estado de derecho para que esta fatal decisión sea revocada».

Por su parte, Joachim Meyer, presidente del comité central de los católicos alemanes, ha dicho que con este voto «se ha desaprovechado la oportunidad de dar una señal clara para tutelar la vida en la investigación biomédica».

«Las primeras reacciones ­-añade Meyer–, en especial las del mundo científico, dan a entender que la decisión no es más que un primer paso para poder utilizar embriones humanos con fines de investigación».

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ZENIT Staff

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