Alerta por el uso juvenil de «drogas blandas» asesinas

La doctora Del Poggetto aborda la cuestión de la inocuidad del cannabis

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ROMA/MILÁN, jueves, 7 junio 2007 (ZENIT.org).- La reciente muerte de un quinceañero en los pasillos de una escuela milanesa, después de haber fumado un cigarrillo de marihuana, ha conmocionado Italia y ha evidenciado el fenómeno en expansión del consumo de «drogas blandas» en centros educativos.

Entrevistada por Zenit, la doctora Maria Cristina Del Poggetto, especialista en Psiquiatría y en Psicoterapia sistémico-relacional, considera que, «dejando aparte casos individuales, sobre los que no es correcto hacer valoraciones sin tener todos los elementos, las recientes crónicas pueden ofrecer una ocasión para brindar mensajes lo más correctos posible».

«Hoy sabemos que el cannabis funciona como «puerta de entrada»» «para el consumo de otras drogas», advierte.

«Sabemos además -prosigue- que el consumo de cannabis se asocia a un incremento del riesgo de tener un accidente mortal de automóvil. Se han realizado diversas investigaciones en varios países europeos y norteamericanos que han confirmado estos resultados. Igualmente está claro que el uso del cannabis, especialmente cuando se consume en edad juvenil, facilita el desarrollo de un trastorno esquizofrénico».

En cuanto a la relación del cannabis con la aparición, persistencia o agravamiento de síntomas depresivos, la psiquiatra revela: «Suscita alarma un estudio publicado en octubre de 2004 en «Archives General Psychiatry», llevado a cabo en gemelos discordantes por uso de cannabis; los resultados de esta investigación han evidenciado que en los consumidores de tal sustancia el riesgo de pensamientos e intentos de suicidio casi se triplicaba».

Recientemente se ha publicado también un estudio neozelandés que ha mostrado que los adolescentes consumidores habituales de cannabis tenían niveles reducidos de atención y aprendizaje.

«No existe ni un solo informe científico que haya demostrado que el cannabis con fin recreativo haga bien», alerta la doctora Del Poggetto.

Y añade: «Los datos que, como especialistas, tenemos a disposición muestran la importancia del contexto, en el que la disgregación familiar y las amistades proclives al uso de marihuana son factores que favorecen el sucesivo inicio del consumo de este tipo de droga».

Estupefacta, lamenta «las palabras de un colega, oído casualmente por la radio, que no estigmatizaba el uso del cannabis como fruto y germen de un comportamiento problemático, sino que afirmaba más bien que se debía enseñar a los jóvenes «dónde, cuándo y por qué» consumir cannabis, como si hubiera un dónde y un cuándo en el que aturdirse fuera beneficioso».

En su opinión, estaríamos ante una paradoja descorazonadora «si los propios médicos dedicados a ayudar a estas personas, frecuentemente muy jóvenes, abdicaran de intentar comprender las razones que han impulsado a un adolescente a consumir sustancias nocivas para ayudarle a superar las dificultades, y propusieran en cambio hasta razones para apoyar la bondad de una elección así».

Para la especialista en psiquiatría, «nos encontramos cada vez más en presencia de un «tráfico de enfermedad» aplicado a toda la existencia humana, que confecciona la sustancia química para cada situación de la vida, una anticipación farmacológica emuladora del futuro matriz cibernético».

Respecto a los que presentan el consumo del cannabis como inocuo, la especialista aclara: «La clase médica está incrementando progresivamente la conciencia de los prejuicios acarreados por el consumo del cannabis; no es casualidad que el Colegio Pediátrico Americano, consciente de tales efectos nocivos, haya publicado un artículo bajo el significativo título: «Uso de la marihuana: la legalización no es una buena idea»».

Igualmente revela: «Lo que lamentablemente percibimos con frecuencia en terapia familiar es el resultado de una conducta educativa adoptada por los padres, en general de manera inconsciente, caracterizada por una perspectiva amigable».

«Tal actitud, aún encerrando algunos elementos positivos, acaba frecuentemente pidiendo niveles de asunción de responsabilidad y madurez para los que los hijos no están preparados», advierte.

De acuerdo con la doctora Del Poggetto, «es común observar a jóvenes que no han recibido mapas éticos capaces de dar una orientación, más aún, a menudo sufren de forma martilleante unas coordenadas morales ofrecidas por un sistema mediático que no ayuda a la razón a desarrollarse, sino que la sitúa solamente en una anárquica e inconclusa fibrilación».

«No se trata de revestir un papel autoritario -explica-, sino de recuperar una dimensión de autoridad. Si ciertos mitos no se abandonan, tendremos la responsabilidad de generaciones enteras quemadas».

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ZENIT Staff

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