"América con Cristo, vive la misión"

Por monseñor Miguel José Asurmendi Aramendia

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MADRID, sábado, 21 febrero 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que ha escrito monseñor Miguel José Asurmendi Aramendia, obispo de Vitoria, miembro de la Comisión de la Conferencia Episcopal Española de Misiones y Cooperación entre las Iglesias con el título «América con Cristo, vive la misión».

* * *

 

Las diócesis de España celebran el Día de Hispanoamérica, este año el 1 de marzo de 2009. Lo hacen tomando como pauta inspiradora el lema «América con Cristo, vive la Misión».

La Presidencia de la Pontificia Comisión para América Latina ha hecho llegar un Mensaje para esta Jornada, en el que encuadra la celebración en el marco de los principales eventos eclesiales del momento: la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida (mayo 2007), el Año dedicado a la figura del Apóstol San Pablo y la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos centrado en «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia».

El papa Benedicto XVI, en el discurso inaugural de la Conferencia de Aparecida, ha dado una explicación de las primeras palabras del lema «América con Cristo»: «¿Qué ha significado la aceptación de la fe cristiana para los pueblos de América Latina y del Caribe? Para ellos ha significado conocer y acoger a Cristo, el Dios desconocido que sus antepasados, sin saberlo, buscaban en sus ricas tradiciones religiosas. Cristo era el Salvador que anhelaban silenciosamente».

El Santo Padre, más adelante en su discurso, sale al paso de lo que llama «la utopía de volver a dar vida a las religiones precolombinas, separándolas de Cristo y de la Iglesia universal», y dice que «no sería un progreso, sino un retroceso».

Y subrayando el valor positivo de la síntesis entre las culturas de los pueblos originarios y la fe cristiana, presenta la religiosidad popular como el alma de los pueblos latinoamericanos:

* el amor a Cristo sufriente, el Dios de la compasión, del perdón y de la reconciliación; el Dios que nos ha amado hasta entregarse por nosotros;

* el amor al Señor presente en la Eucaristía, el Dios encarnado, muerto y resucitado para ser Pan de vida;

* el Dios cercano a los pobres y a los que sufren;

* la profunda devoción a la santísima Virgen.

El documento de los obispos de la Conferencia de Aparecida hizo buen acopio de las palabras que el papa Benedicto XVI les había dirigido en su discurso y formula una rica propuesta para los discípulos de Jesús y misioneros para anunciar la Buena Nueva de Jesucristo. Describe esta con los contenidos siguientes:

* la buena nueva de la dignidad humana;

* la buena nueva de la vida;

* la buena nueva de la familia;

* la buena nueva de la actividad humana: el trabajo y la ciencia y tecnología;

* la buena nueva del destino universal de los bienes y ecología.

La conferencia de Aparecida ha sabido presentar el rostro de Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre para nuestra salvación, y lo ha traducido en evangelio para la persona humana; esta necesita encontrarse con la bondad de Dios en las diversas facetas de la vida humana.

Los obispos presentes en el Sínodo sobre «La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia» han presentado un Mensaje que ofrece una bella síntesis de los contenidos sinodales. Consta de cuatro puntos:

* La voz de la Palabra: la Revelación.

* El rostro de la Palabra: Cristo.

* La casa de la Palabra: la Iglesia.

* Los caminos de la Palabra: la misión.

El punto segundo del Mensaje parte del prólogo del Evangelio según san Juan, donde se lee: «la Palabra se hizo carne» (Jn 1, 14). Cristo es «la Palabra que está junto a Dios y es Dios», es «imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación» (Col 1, 15); pero también es Jesús de Nazaret que camina por las calles… (M, 4).

El Mensaje invita al Pueblo de Dios a formarse para conocer la Escritura y entenderla y de este modo vernos libres del fundamentalismo de la literalidad y, a la vez, abrirnos a ella desde el convencimiento de ser Palabra encarnada, presencia del Señor resucitado. «El conocimiento exegético (de la Escritura) tiene, por tanto, que entrelazarse indisolublemente con la tradición espiritual y teológica, para que no se quiebre la unidad divina y humana de Jesucristo y de las Escrituras» (Mensaje, 6).

El Sínodo sobre la Palabra de Dios ha subrayado lo dicho por la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II, que insiste en que sacerdotes, consagrados y fieles cristianos han de leer asiduamente la sagrada Escritura. Los sacerdotes «para no volverse predicadores vacíos de la Palabra»; los religiosos y los fieles «para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo» (Filp 3, 8), «pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo», como decía san Agustín.

El lema para este Día de Hispanoamérica insta a América a entregarse a la evangelización: América con Cristo, vive la Misión. Y el fin último de la Misión consiste en hacer participar a los hombres en la comunión que existe entre el Padre y el Hijo en su Espíritu de amor, como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 849 ss.).

El Año Jubilar Paulino ofrece a nuestras Iglesias y a las de Hispanoamérica un ejemplo admirable de misionero, de Apóstol entregado a la Misión. Escribió san Pablo: «Predicar el Evangelio no es para mí motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. ¡Ay de mí si no evangelizara!» (1 Cor 9, 16).

La Misión queda dicho que es una, pero tiene planteamientos diversos según continentes, naciones, regiones e Iglesias particulares. El documento conclusivo de la Conferencia de Aparecida ha hecho un análisis de la realidad en su parte primera, para proponer seguidamente compromisos concretos.

El análisis de la realidad en Aparecida ha incidido en los aspectos siguientes:

* La situación sociocultural. Aborda la globalización, la variedad y riqueza de las culturas latinoamericanas, el cambio de época, la nueva colonización cultural, la avidez del mercado, el consumismo, etc.

* La situación económica. Se habla de los efectos de la globalización, tendencia a privilegiar el lucro, concentración de poder y de riquezas en manos de pocos, búsqueda de una globalización marcada por la solidaridad.

* La dimensión socio-política. Afirma un cierto progreso democrático, pero preocupa el auge de la regresión autoritaria, políticas públicas en la salud, la educación, previsión social, acceso a vivienda y a la tierra.

La Conferencia de Aparecida, en su parte tercera, ofrece caminos para afrontar la situación que viven los diversos pueblos latinoamericanos:

* Vivir y comunicar la vida nueva en Cristo a nuestros pueblos.

– Reino de Dios y promoción de la dignidad humana. «Jesucristo es el Reino de Dios que procura desplegar

– toda su fuerza transformadora en nuestra Iglesia y en nuestras sociedades» (n. 382).

* Familia, personas y vida.

* Nuestros pueblos y la cultura.

La conclusión de Aparecida dice: «Recordando el mandato de ir y de hacer discípulos (cf. Mt 28, 20), desea despertar la Iglesia en América Latina y el Caribe para un gran impulso misionero. No podemos desaprovechar esta hora de gracia» (n. 548). Y la propuesta concreta queda expresada así: «Convocamos a todos nuestros hermanos y hermanas, para que, unidos, con entusiasmo realicemos la Gran Misión Continental». Son palabras del Mensaje de Aparecida.

La celebración del Día de Hispanoamérica nos invita a sintonizar con el momento eclesial que viven aquellas Iglesias hermanas. El centro del documento de Aparecida es Jesucristo. En Él Dios Padre nos ha ofrecido su Reino de verdad, de justicia y de paz. C
risto es el camino, la verdad y la vida. Llevar a Cristo a las personas y a las sociedades latinoamericanas es ponerse en camino para la verdadera transformación de aquellos pueblos.

Que santa María, Nuestra Señora de Guadalupe, de Aparecida, de Luján, nos muestre a Jesús, el fruto bendito de su vientre, y nos obtenga la gracia de convertir nuestras vidas a Él, Misionero de Dios Padre y nuestro Salvador.

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ZENIT Staff

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