América Latina: Hacia el compromiso ciudadano de los fieles laicos

Seminario del departamento Justicia y Solidaridad del CELAM

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TUPARENDA, jueves 5 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Los participantes del seminario “Rol del Laico en los procesos de participación ciudadana y democracia en América Latina y El Caribe”, organizado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y la Fundación Konrad Adenauer, reunidos en Tuparenda, Paraguay, han dirigido un mensaje a los fieles laicos y a todo el pueblo del continente americano en el que les invitan a asumir un compromiso activo como cristianos en los espacios políticos y sociales.

Obispos, laicos, sacerdotes y religiosos, se reunieron los días 27 y 28 de abril, convocados por el Departamento Justicia y Solidaridad del CELAM, en su Sección “Laicos Constructores de la Sociedad», informa a ZENIT el presbítero Enrique Quiroga, del citado organismo.

«La vocación específica de los fieles laicos en el mundo –afirma el mensaje- les impulsa a desempeñar un rol protagónico en los procesos de participación ciudadana, en el fortalecimiento de la democracia, el respeto y la defensa de los derechos humanos en América Latina y El Caribe,  a partir de una lectura creyente de los signos de los tiempos, y promoviendo la construcción de una nueva sociedad participativa,  justa, solidaria y pacífica».

Los participantes constan «una mayor participación de jóvenes en el fortalecimiento de la democracia desde la perspectiva de los derechos humanos», así ocmo «una creciente participación de mujeres y jóvenes impulsando la economía popular, las pymes, en el sector privado» y la existencia de experiencias de economía social y solidaria «en la perspectiva de forjar un desarrollo inclusivo que a lo largo del tiempo se van abriendo paso y van logrando reconocimiento».

Afirman que es alentador también ver que en algunos países se haya logrado estabilizar los indicadores macroeconómicos.

Otro dato positivo es «la emergencia de la sociedad civil y los movimientos sociales que avanzan en la dinámica de inclusión social, proyectándose en defensa del bien común».

También «el reconocimiento de los pueblos originarios como actor político y social, unido al anhelo de que los procesos de globalización y desarrollo económico respeten a las personas, comunidades, culturas y ecosistemas», significa «un cambio de paradigma en la forma de concebir el desarrollo de los países».

Sin embargo, señalan situaciones que interpelan y desafían, como «el uso de la política como instrumento de dominio y de poder desde visiones e intereses particulares; la corrupción y desconfianza en la institucionalidad democrática; una marcada polarización política y sistemas excluyentes de participación; el desconocimiento de los derechos humanos por parte de sectores importantes de la ciudadanía y autoridades; la impunidad  y utilización de la ley para negar lo legítimo y ocultar la justicia; los mesianismos políticos que acentúan el centralismo y el asistencialismo, empleando la descalificación y exclusión del pensamiento diferente para imponerse».

Así mismo, advierten de que «los movimientos sociales se enfrentan a serios riesgos,  como el desconocimiento de su capacidad política y la de su instrumentalización».

Constatan que está aumentando «en un amplio sector de la población la indiferencia política, la desesperanza  y la apatía; se genera una ruptura del tejido social, relaciones de violencia, individualismo y división y se profundiza el empobrecimiento, marginación y consecuente precariedad en los estilos de vida».

Dan cuenta de «la debilidad institucional de nuestras democracias y el desprestigio de los partidos políticos» que impiden la asunción y la valoración de los principios democráticos en grandes masas de nuestra población.

Iluminados por la Palabra de Dios y la Doctrina Social de la Iglesia, los participantes estiman «necesario e indispensable humanizar la política y devolverle su sentido original».

«Una verdadera democracia requiere decisiones moralmente correctas y para ello es tan necesaria la integridad moral de los políticos”, afirman.

Por ello, se comprometen e invitan a otros, entre otras propuestas «a generar espacios y escenarios posibles de discernimiento evangélico de los signos de los tiempos, a fin de promover el desarrollo de una autentica cultura democrática y la participación con conciencia, actitud profética, sentido ético y abierta a la pluralidad».

«Recuperar y generar espacios adecuados que permitan una amplia y equitativa participación ciudadana en el diseño e implementación de políticas públicas que contribuyan al desarrollo del bien común en condiciones dignas, sustentables y éticamente aceptables».

«Diseñar creativamente espacios y métodos de formación integral de los Laicos Constructores de la Sociedad favorables al desarrollo de su misión en el mundo».

«Promover el diálogo fecundo en un mundo intercultural y secular con apertura a la búsqueda de consensos en fidelidad al Evangelio».

«Actuar en los nuevos espacios (areópagos), incluso en medios totalmente públicos no confesionales, encarnando la Palabra de Dios y la Doctrina Social de la Iglesia como voces proféticas de anuncio, denuncia y propuesta de nuevos estilos de vida acordes con el proyecto
del Reino de Dios.»

Y, por último, «promover la participación de los laicos en asociaciones civiles y democráticas, así como en espacios de diálogo y concertación, invitando a los políticos que tienen roles en los poderes públicos para favorecer una democracia honesta y veraz,`participativa y representativa que se oriente al bien común, la garantía de los derechos humanos y el desarrollo humano integral y solidario».  

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ZENIT Staff

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