Amnistía Internacional: Acusaciones estériles y falsas contra el Vaticano

Respuesta del «embajador» del Papa ante la ONU responde

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NUEVA YORK, 7 junio(ZENIT.org).- Ya desde el inicio de la sesión especial de la Asamblea general de las Naciones Unidas, destinada a evaluar la aplicación de las conclusiones de la Conferencia sobre la mujer que se celebró en Pekín hace cinco años, ha estallado la polémica: Amnistía Internacional ha acusado al Vaticano de hacer «una híbrida alianza» con Irán, Argelia, Nicaragua, Siria, Libia, Marruecos y Pakistán con el objetivo de obstaculizar la preparación de esta cumbre.

La respuesta del arzobispo Renato Martino, «embajador» de Juan Pablo II ante la ONU, a las acusaciones de esta organización no gubernamental ha llegado a través de los micrófonos de Radio Vaticano: «Me sorprende profundamente y estoy disgustado por las acusaciones de Amnistía Internacional a la Santa Sede», confiesa el prelado. «Amnistía Internacional debería tener buena memoria, pues la Santa Sede ha caminado siempre por la senda que ellos también siguen, es decir, la defensa de los derechos humanos en todos los campos: el derecho a la vida, el derecho al trabajo, al desarrollo. Evidentemente no han debido seguir los trabajos de preparación de esta Asamblea general, y no hablan más que de oídas. De todos modos, confirmo que la Santa Sede ha luchado siempre a favor de las mujeres. En Pekín fue la única que quiso que se hiciera una declaración sobre la dignidad de las mujeres y ningún país, repito, ningún país, quiso suscribir esta afirmación».

Se ha lanzado una polémica sobre un tema que no tiene nada que ver con el desarrollo y progreso de la mujer, argumento de la asamblea. Las acusaciones surgen ante la oposición de la Santa Sede para aceptar interpretaciones particulares de términos como «familia», «género» o «derechos sexuales». «Se trata de términos que ya estaban presentes en Pekín –aclara Martino– y ahora, durante la preparación de esta Asamblea, se ha tratado de ir más allá de Pekín, a pesar de que hay una resolución de la Asamblea general que dice que no hay que modificar el lenguaje de Pekín. El objetivo era el de analizar en el marco del documento adoptado en Pekín los progresos o regresos, sin modificar el lenguaje ya adoptado».

La Iglesia, reconoce el observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, está sumamente preocupada. «Ahora, y esto no sucedía en Pekín, se quiere introducir la orientación sexual y, por tanto, se quiere aceptar todo tipo de familia. Por este motivo, nos oponemos totalmente a introducir en el texto expresiones como «derechos sexuales», una expresión que nunca ha sido definida por ningún documento de la ONU. Precisamente por el hecho de no haber sido definida puede aplicarse a cualquier tipo de aberración».

Sigue en pie una pregunta: ¿por qué ha lanzado Amnistía Internacional una acusación así precisamente en estos momentos? «Porque se ve que Amnistía Internacional se declara a favor de estos «derechos sexuales» y de este tipo de cosas –afirma monseñor Martino–. De este modo, todos los que se oponen a esta afirmación son enemigos. Los así llamados «derechos sexuales», comprenden, como es fácil de suponer, el derecho al aborto, y nosotros no podemos admitir algo así».

La Santa Sede, concluye Martino, «espera un auténtico progreso en la situación de la mujer en el mundo, y estas polémicas estúpidas ocultan las auténticas necesidades de las mujeres».

Mientras tanto continúan las sesiones de la Asamblea especial, que reúne en Nueva York a más de 10 mil delegados y a expertos de 181 países. Entre los temas que acapararon el interés de la segunda jornada destacaba la lucha contra la trata de mujeres y la difusión del sida.

Peter Piot, director del Programa de la ONU contra el sida afirmó que «la enfermedad se está difundiendo sobre todo a causa de la conducta sexual irresponsable y promiscua de los hombres, en particular en África».

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ZENIT Staff

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