ROMA, 2 agosto 2001 (ZENIT.org).- Amnistía para los inmigrantes clandestinos en Europa. Esta es la propuesta que ha presentado el presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas, monseñor Amédée Grab, obispo de Chur en Suiza.
Según el prelado, se trata de la única solución a la situación actual. El prelado hace su propuesta tras analizar la situación de su país, «que con el 20 por ciento de población extranjera supera con mucho los porcentajes de otros países».
El prelado presentó su propuesta en el congreso internacional sobre la integración de los pueblos, organizado por los Misioneros de San Carlos (padres scalabrinianos) cerca de Roma.
«Es muy interesante también seguir lo que sucede en Italia –añadió–, donde hace dos años el gobierno ha regularizado a 250 mil personas con motivo de la Navidad de 1999, en los umbrales del Año Santo. Una decisión impresionante, que me ha servido de inspiración para las predicaciones en Suiza sobre el modo de resolver ciertas situaciones para las que no hay otra salida que la amnistía».
Monseñor Grab ha recordado que Juan Pablo II «ha reafirmado el derecho de cada uno a dejar el propio país para emigrar». Se trata de «un elemento constitutivo de la dignidad humana que debe integrarse en todas las políticas».
Todo emigrante lleva toda su riqueza humana y espiritual, añadió, «si no lo veo como alguien que cuestiona mi identidad cultural, nacional, étnica, lingüística, económica; sino como un hermano o una hermana».
Para los cristianos debe valer el capítulo 25 del evangelio de Mateo, donde «el Señor nos recuerda lo que nos dirá cuando vuelva en la gloria para juzgar a los vivos y a los muertos: era extranjero y me habéis acogido. Creo que no hay un resumen más impresionante de la forma en la que los cristianos deben mirar a los pobres de las migraciones», concluye el representante de los obispos católicos europeos.
