André Louf: El paso de la fe teórica a la fe vivida implica una crisis

El maestro espiritual trapense habló en la «Cátedra del Diálogo» de Milán

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MILAN, 25 septiembre 2002 (ZENIT.org).- El paso que separa la comprensión intelectual de la fe de la vivencia real de la misma implica una crisis, asegura uno de los maestros de oración más conocidos en Europa.

El padre André Louf, de 73 años de edad, abad del monasterio trapense «Mont des Cats» (Bélgica) hasta 1998 y autor de best-sellers de espiritualidad, ilustró las etapas por las que atraviesa la oración del cristiano al dictar una conferencia este martes en el Centro Pablo VI de Milán.

Interviniendo en el ámbito de la «cátedra de diálogo», creada por el hasta hace poco arzobispo de Milán, el cardenal Carlo Maria Martini, el padre Louf, citando la tradición monástica ilustró tres fases decisivas de la oración del creyente: la activa, la pasiva y la unitiva.

La segunda correspondería a la crisis, la noche, el desierto, descrita por todos los maestros de espiritualidad. «El paso que separa el saber la fe de la sabiduría no se da sin una crisis», afirmó.

Este autor de obras en las que subraya la acción del Espíritu Santo en la oración cristiana (como «Señor, enséñanos a rezar» («Seigneur, apprends-nous à prier, Lumen vitae 1975), entró al monasterio a los veinte años. Desde allí ha ejercido una notable influencia espiritual, no sólo en el mundo católico sino en el resto del cristianismo. Sus libros se han traducido a numerosas lenguas.

El momento de la crisis, indicó Louf, Dios lo aprovecha pedagógicamente para que la persona abandone el terreno del conocimiento teórico de la Palabra para pasar al saboreo de la misma por obra del Espíritu Santo.

Se entra entonces en la última fase, la unitiva, en la que sobran tantas palabras y, a veces, una sola basta. «Se trata de un amor que entra donde la razón se detiene», explicó el monje trapense.

El cristiano tiene que comunicar esta verdad, insistió el maestro espiritual, no desde lo aprendido en los libros, sino desde la propia experiencia: «Un propagandista puede ser contrastado, un testigo es irresistible», afirmó.

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ZENIT Staff

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