Ante la violencia integrista, patriarca de Jerusalén opone el Amor de Belén

En la Misa del Gallo en la Nochebuena

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BELÉN, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Ante la violencia integrista que flagela en particular a comunidades cristianas, el patriarca latino de Jerusalén opuso el Amor del Niño Dios al presidir la Misa del Gallo en la Nochebuena de Belén.

En la celebración, que contó con la participación del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, y del primer ministro, Salam Fayaad, Su Beatitud Fouad Twal exigió el respeto de todo niño, nacido o por nacer, y dio un fuerte impulso al diálogo entre creyentes de las diferentes religiones.

En esta esta noche de Navidad, que fue testigo de una extraordinaria participación de peregrinos en la ciudad natal de Jesús (unos 15 mil de todas las partes del mundo), a los cristianos de Gaza las autoridades israelíes concedieron quinientos permisos para poder acceder a Belén.

«En un mundo herido por la violencia y el integrismo, que legitima las peores acciones, llegando hasta los asesinatos en las iglesias, el Niño de Belén viene a recordarnos que el primer mandamiento es el del Amor», afirmó el patriarca Fouad Twal en la homilía que dirigió en la iglesia de Santa Catalina.

«Navidad nos recuerda el valor único de la vida humana, que es un don de Dios. Cada niño nacido o por nacer tiene una dignidad única y merece un gran respeto, pues es creado a imagen del Niño de la Gruta –afirmó– ¡Cómo es doloroso constatar que millones de abortos son cometidos cada año en el mundo, a causa del egoísmo y de la dureza de corazón, a causa del rechazo de la vida que comienza desde los primeros instantes de la concepción!».

El patriarca confesó su tristeza «por las difíciles situaciones en las cuales crecen alrededor del 80% de los niños de la Humanidad» y constató que «los niños de nuestros países de Oriente Medio se encuentran debajo del nivel de la pobreza».

«Muchos conocen condiciones precarias, en los campos de refugiados, o bien, viven situaciones familiares dramáticas, privados de la ternura de sus padres», afirmó.

Uniéndose a las conclusiones del Sínodo de los Obispos sobre Oriente Medio, celebrado en Roma en el mes de octubre, el patriarca dio un fuerte impulso al diálogo interconfesional e interreligioso.

«Este diálogo es un imperativo, es la respuesta al ateísmo moderno y a los integrismos que amenazan al Pueblo de Dios. Así, el fanatismo ha recientemente golpeado la comunidad cristiana de Irak de una manera trágica», afirmó en referencia al atentado contra la catedral siro-católica de Bagdad del 31 de octubre, que dejó 58 muertos y más de 100 heridos.

«Nuestro deseo para esta fiesta es que el sonido de las campanas de nuestras iglesias cubra el ruido de las armas en nuestro Oriente Medio herido. ¡Que la alegría se dibuje sobre todos los rostros, que la alegría penetre todo los corazones!», concluyó el patriarca.

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ZENIT Staff

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