Ante las intenciones del gobierno chileno de distribuir la «píldora del día después»

Por monseñor Cristián Contreras Villarroel

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SANTIAGO, viernes, 7 abril 2006 (ZENIT.org).- El Gobierno, a través de la ministra de salud, ha anunciado la pronta distribución universal de la llamada «píldora del día después», argumentando razones de equidad. Ante consultas periodísticas al respecto, el Obispo auxiliar de Santiago y Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile, Mons. Cristián Contreras Villarroel, ha hecho esta declaración:

«Ciertamente habrá que estudiar en profundidad las declaraciones de la doctora Ministra de Salud sobre la ´entrega universal´ de la llamada «píldora del día después».

«Me parece que en el fondo está la discusión científica acerca de su carácter abortivo. Y tratándose de la vida de una persona humana, desde su concepción, yo quiero presuponer que todos somos sensibles al derecho a la vida y que nadie utilizará eufemismos como ´interrupción del embarazo´ para referirse al aborto; como supongo que nadie confundirá ´eutanasia´ con evitar el encarnizamiento terapéutico».

«Me parece que la argumentación acerca de la ´equidad´ en este contexto, es ciertamente cuestionable porque el trazo que se hace es eminentemente socioeconómico y no toma en cuenta la dignidad ni las potencialidades de la persona humana».

«Si se trata de equidad, y si se pretende graficarlo con el acceso a la píldora de una chiquilla de un barrio rico versus las niñas de sectores pobres, creo que hay otras necesidades que, en el ámbito de la salud de los ciudadanos, debieran ser objeto de la solicitud de las autoridades. Por ejemplo, la escandalosa discriminación entre ricos y pobres en pacientes con enfermedades graves. Eso me parece un tema de fondo por tratar, como lo son también tantas situaciones de verdadera injusticia. La equidad debe buscarse para aquellas situaciones que son buenas para el ser humano».

En el debate que este anuncio del Gobierno ha suscitado, se ha criticado
La posición de la Iglesia, se ha cuestionado su reflexión sobre el trasfondo argumental de la equidad y se le ha acusado de poco idónea a la hora de denunciar el uso de eufemismos.

La Iglesia siempre valora los debates y el intercambio de opiniones cuando se dialoga con una apertura honesta a la verdad, con altura de miras y con un ánimo de aceptar que el interlocutor es un hermano.

En ese espíritu, monseñor Cristián Contreras Villarroel aporta los siguientes alcances sobre el tenor de estas críticas que se han formulado a la Iglesia:

La vida humana

1. En relación a la polémica pública suscitada por el anuncio de la distribución «universal» de la llamada píldora del día después, me parece importante decir que la Iglesia Católica no sólo se opone a que el fármaco se distribuya gratuitamente en los consultorios. También se opone a que se comercialice en farmacias. Pero no se trata sólo de este producto. La Iglesia es partidaria de la defensa de toda vida, especialmente de los más indefensos.

El argumento de la equidad debe tener como objeto auténticas políticas en pro del ser humano. Nunca en aquellas decisiones que atenten contra la vida y la dignidad de las personas.

2. Esto implica que toda mujer que use la llamada «píldora del día después», independiente de su condición socioeconómica, debe estar conciente de su responsabilidad, ya que su uso conlleva el riesgo de atentar contra la vida, bien la haya comprado en una farmacia, bien se la haya regalado el Estado con fondos de todos los chilenos.

3. La Iglesia no está imponiendo a nadie su visión sobre este tema. Simplemente se hace eco de los argumentos científicos respecto al carácter abortivo de la píldora. Nuestras convicciones profundas nos exigen no callar ante la posibilidad de que personas humanas indefensas mueran. ¿No tenemos derecho o espacio en el contexto democrático o plural a expresar nuestra opinión a favor de la vida?

4. Se ha dicho recientemente que la Iglesia es experta en eufemismos, y con esa imputación se pretende descalificar nuestra crítica a quienes llaman «interrupción del embarazo» o «anticoncepción de emergencia» al aborto. Es posible que en la historia de nuestra Iglesia no siempre hayamos usado las palabras correctas. Pero vale la pena recordar que la Iglesia católica no usó eufemismos al denunciar la violación de los derechos humanos ocurrida en décadas anteriores. Y en el caso de la vida hay que entrar en el fondo del tema: su defensa, sin eufemismos ni discriminaciones.

5. La Iglesia de todos los días, con sus luces y sus sombras, tiene abiertas sus puertas a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Es una Iglesia que nos libera diciéndonos con el Evangelio que «la verdad los hará libres».

+Cristián Contreras Villarroel
Obispo Auxiliar de Santiago

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ZENIT Staff

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