Ante los secuestros, el episcopado colombiano clama: «¡no más!»

Tras la liberación del presidente del CELAM

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BOGOTÁ, 17 de noviembre de 2002 (ZENIT.org).- Tras la liberación de monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), el episcopado colombiano ha publicado un «Mensaje» en el que exige que se acabe con el fenómeno de los secuestros en el país, «crimen atroz».

Monseñor Jiménez, obispo de Zipaquirá, fue liberado este viernes, después de cuatro días de cautiverio pasados junto al padre Desiderio Orjuela, párroco de Pacho (Cundinamarca), en manos, según fuentes del Ejército, de guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

«A la vez que expresamos nuestra complacencia por la superación de este hecho tan doloroso, hacemos votos para que el país pueda tener muy pronto la noticia de un acuerdo que ponga fin al secuestro de tantos colombianos», afirma un mensaje del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Colombia.

El mismo documento, firmado por el cardenal Pedro Rubiano Sáenz, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal, y por monseñor Fabián Marulanda López, secretario general del episcopado, recuerda que «Colombia registra un promedio de ocho secuestros por día, lo que significa que cada tres horas se secuestra a una persona».

«En 1990 se rebasó la línea de 1.000 plagios por año –sigue revelando el documento episcopal, fechado el 15 de noviembre–; en 1998 pasó a los 2.000 casos y hoy se registra oficialmente la cifra de 2492 colombianos privados de la libertad».

«Desde 1993 en que se promulgó la Ley antisecuestro –recuerdan los obispos–, el Estado ha implementado diversas estrategias como la prohibición de pagar rescates, la prohibición de la venta de pólizas de seguro contra el secuestro, el nombramiento de un zar antisecuestro y la conformación de grupos antisecuestro como el Gaula».

«Sin embargo –constata el texto–, el delito ha ido en progresivo aumento, y ahora es el pueblo el que ha roto el silencio y alzado su voz para decir: ¡NO MÁS!».

El mensaje subraya que «el secuestro es un hecho detestable, un crimen atroz, un delito que viola los derechos fundamentales como la libertad, la VIDA, la dignidad y la seguridad de la persona humana. Un delito que no puede ser justificado por ninguna ideología y que debe ser repudiado y condenado de manera clara y enérgica».

Por último, el documento episcopal «reafirma la voluntad» de la Iglesia «de seguir trabajando a favor de la paz, facilitando el diálogo y el acercamiento de todas las partes implicadas en el conflicto».

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ZENIT Staff

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