Anunciar a Cristo en el Lejano Oriente: Encuentro panasiático en Nagaski

Organizado por el Consejo para la Cultura y los episcopados de esos países

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ROMA, 18 octubre 2002 (ZENIT.org).- Tras haber celebrado diversas reuniones en Hong-Kong, Manila y Bangkok, el Consejo Pontificio de la Cultura y la arquidiócesis de Nagasaki han organizado un Encuentro Panasiático que llevaba por lema «Proclamar a Cristo a las culturas asiáticas: promesa y cumplimiento».

Con el objetivo de aplicar las directivas de Juan Pablo II en su exhortación apostólica «Ecclesia in Asia», la cita ha tenido lugar en la Universidad Católica «Junshin» de Nagasaki, en Japón, del 15 al 17 de octubre.

Han participado los miembros y consultores del Consejo Pontificio de la Cultura en Asia, junto con los presidentes o delegados de las Comisiones Episcopales de Educación y Cultura de Camboya-Laos, Indonesia, Japón, Corea, Malasia-Singapur-Brunei, Myanmar (Ex-Birmania), Taiwán, Tailandia y Vietnam.

En su intervención, el cardenal Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, presentó a Jesucristo, hombre de oración y Salvador compasivo, Buena Noticia para todas las culturas y todos los pueblos.

Esta es la base teológica, según los participantes en el encuentro, para un acercamiento pastoral a la cultura, particularmente en el Lejano Oriente.

Asia, con su intrincado mosaico de culturas milenarias y como lugar de nacimiento de las grandes religiones de la tierra, es el mayor de los continentes, donde vive casi la mitad de la población del planeta –baste pensar en China o India–.

En la base de esta rica diversidad se halla la persona humana que constituye el punto de encuentro de este anuncio, han constatado los participantes.

Por este motivo, según se afirmó en el encuentro, la red internacional de Centros Culturales Católicos deberá crear y difundir una línea de acción para la inculturación de la fe y una evangelización de las culturas.

Según se explicó en la cita, inspirándose en varias declaraciones de Juan Pablo II, el primer milenio fue el de la «implantación»: la Iglesia echó raíces y con la difusión del Evangelio configuró y contribuyó al crecimiento espiritual de Europa.

El segundo milenio fue el del «descubrimiento»: los misioneros, con su celo apostólico, emprendieron largos y difíciles viajes para llevar el Evangelio de Jesucristo a América y África.

El tercer milenio, según los participantes en la cita, es para Asia un nuevo «Pentecostés»: «la rica diversidad de las culturas asiáticas quedará iluminada con la fuerza del Espíritu y Jesucristo será anunciado como su Promesa y Cumplimiento. Así, purificadas del mal y del pecado, estas culturas podrán resplandecer en la plenitud de su luz y su belleza», se afirmó en el encuentro.

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ZENIT Staff

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