Aparecida, nueva etapa de esperanza y de vida

Por monseñor José Luis Chávez Botello, arzobispo de Antequera-Oaxaca

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OAXACA (MÉXICO), sábado, 16 junio 2007 (ZENIT.orgEl Observador).- Publicamos el mensaje que ha escrito monseñor Por monseñor José Luis Chávez Botello, arzobispo de Antequera-Oaxaca, tras la celebración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, que tuvo lugar en el Santuario de Aparecida (Brasil) del 13 al 31 de mayo.

* * *

Al regresar de la celebración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, saludo a todos con afecto y les agradezco el apoyo de sus oraciones. Jesucristo, «Camino, Verdad y Vida» nos convocó en el Santuario de Aparecida, Brasil, a obispos de todo el continente Americano, de España y de Portugal; a los obispos colaboradores más cercanos del Santo Padre Benedicto XVI; a algunos sacerdotes, religiosas y fieles laicos invitados.

Con alegría les comparto esta experiencia fuerte de Iglesia al calor de la oración especialmente de la Eucaristía, de la reflexión sobre nuestra vocación y misión de discípulos que todo bautizado estamos llamados a realizar, todo esto en un ambiente fraterno. Acompañados de la Santísima Virgen vivimos un verdadero Pentecostés, experimentamos la luz y la fuerza del Espíritu Santo para hacer frente a los grandes desafíos tanto de la sociedad en la que estamos inmersos como al interior mismo de la Iglesia.

Asumimos la tarea de dar nuevo impulso y vigor a nuestra misión; queremos contribuir a que haya condiciones de vida digna sobre todo para los más pobres y marginados; llamamos a todas las fuerzas de la sociedad para cuidar nuestra casa común, la tierra, amenazada de destrucción; redoblaremos nuestro esfuerzo para aportar en la promoción de una cultura de honestidad que sane de raíz las diversas formas de corrupción, de violencia y de enriquecimiento ilícito.

La fidelidad a Jesucristo nos exige combatir los males que dañan o destruyen la vida como el aborto, el narcotráfico, el secuestro, la explotación sexual, la violencia armada, el terrorismo y las guerras. En una sociedad cada vez más plural, queremos ser integradores de fuerzas en la construcción de un mundo más justo, reconciliado y solidario. Invitamos a todos los dirigentes de nuestras naciones a defender la verdad y a velar por el inviolable derecho a la vida y dignidad de la persona humana, desde su concepción hasta su muerte natural.

Ante tantos bautizados sin conciencia de su misión, con una identidad débil y vulnerable; ante muchos creyentes que no participan en la misa dominical ni reciben con regularidad los sacramentos y no se insertan activamente en la comunidad eclesial nos comprometimos:

1.- A fortalecer la identidad cristiana hasta formar discípulos y misioneros de Jesucristo, atendiendo con más cuidado el encuentro con Jesucristo Vivo en el Kerigma, implementando la Iniciación Cristiana y la maduración en la fe mediante una formación integral y permanente.

2.- A promover la formación de los laicos para que asuman su vocación específica de ser hombres y mujeres de Iglesia en el corazón del mundo y hombres y mujeres del mundo en el corazón de la Iglesia. Estimularemos la formación de cristianos en los diferentes sectores de la sociedad para que contribuyan a la construcción de una sociedad más justa y fraterna según los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

3.- A emprender una nueva etapa declarándonos en Misión Permanente en nuestro continente, desde nuestras Iglesias Locales.

Queremos así acompañar a los jóvenes en su formación y búsqueda de identidad, de su vocación y misión; queremos fortalecer con audacia la pastoral de la familia y de la vida; queremos ser una Iglesia fiel y creíble viviendo la fe con alegría y convicción de ser discípulos y misioneros de Jesucristo; queremos colaborar en la integración de nuestros pueblos mediante la reconciliación, la justicia y la paz. Queremos que este continente de la esperanza sea también el continente del amor, de la vida y de la paz.

Esto exige de todos nosotros obispos, sacerdotes, religiosas y fieles laicos una revisión profunda de cómo estamos iniciando y alimentando la vivencia cristiana, una profunda conversión personal y pastoral.

La tarea no es fácil pero nos consuela contar con la fuerza del Señor: «En el mundo tendrán tribulaciones. Pero ¡Ánimo! Yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33). Nos alientan tantos hombres y mujeres de buena voluntad. Estamos seguros de contar con la compañía de Ntra. Madre Santísima modelo de Discípula y Misionera.

Con mi oración y bendición para todos.

+ José Luis Chávez Botello
Arzobispo de Antequera-Oaxaca

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ZENIT Staff

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