Aprobación pontificia de los Franciscanos de María, Misioneros del Agradecimiento

Entrevista con su fundador y presidente, el sacerdote Santiago Martín

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 26 junio 2007 (ZENIT.org).- Una nueva familia espiritual, los Franciscanos Misioneros de María, Misioneros del Agradecimiento, han recibido este martes, en un acto solemne en el Vaticano, el Decreto de reconocimiento y aprobación de sus Estatutos.

Se trata de una realidad presente en 78 diócesis de 22 países; cuenta con más de diez mil miembros laicos y con un prometedor equipo de sacerdotes y seminaristas.

Su fundador y presidente -sacerdote de la archidiócesis de Madrid (España) y conocido periodista, el padre Santiago Martin- ha concedido a Zenit esta entrevista sobre el origen y sentido de esta novedad en la vida de la Iglesia.

–¿Cómo surgió la idea de una nueva fundación?

–P. Santiago Martín: Cuando se contempla la historia de la Iglesia se ve que el proceso siempre ha sido el mismo. Primero surgen los problemas y luego las soluciones. Hay niños en la calle sin escolarizar y entonces el Espíritu Santo mueve a una personas, San Juan Bosco por ejemplo, a hacer algo por ellos; así surgen los salesianos. Hay mendigos en las calles de Calcuta y el Espíritu impulsa a la beata Teresa a que funde las misioneras de la Caridad. A mí me ha sucedido algo similar.

–¿Qué problema es el que vio usted?

–El secularismo. La obra que he fundado va directamente contra este mal que arranca a Dios del corazón del hombre y, como consecuencia, saca a Dios y todo lo religioso de la sociedad.

Esta nueva fundación es un movimiento de espiritualidad basado en el agradecimiento, porque creo que esa es la manera mejor de luchar contra el alejamiento de Dios.

–¿Podría profundizar en algún factor al respecto?

–P. Santiago Martín: En los últimos años se ha producido una perversión suicida en el mensaje que algunos eclesiásticos han transmitido. Han dicho que el infierno no existe o que está vacío y que al cielo va todo el mundo. Esto no es verdad, pero la mayoría de la gente lo ha creído. De este modo, el gran motivo que los católicos -como los practicantes de las demás religiones- tenían para hacer el bien y evitar el mal, se ha diluido. Si la mayoría de la gente sólo obraba por miedo o por interés y, de repente, le han dicho que hicieran lo que hicieran les iban a dar el mismo pago, sencillamente muchos han dejado de actuar por motivaciones religiosas. Esas motivaciones, tan fuertes en el pasado, se han mostrado rápidamente ineficaces, sobre todo en países donde el nivel de vida ha mejorado mucho y ya no hay tanto sufrimiento de tipo material. De este modo, la crisis en la fe en el cielo y el infierno ha acentuado el secularismo y ha hecho que la gente se olvidara de Dios, al menos en su quehacer diario.

–¿Cómo incluye en el proceso lo del agradecimiento?

–P. Santiago Martín: Percibí -y confío en que fuera una inspiración de Dios-, que el problema residía en que durante siglos habíamos estado cómodamente instalados extrayendo los réditos de unas motivaciones que, en realidad, eran pre-cristianas, aunque auténticas. Es cierto que los santos han insistido en el amor a Dios, pero la mayoría de los católicos ha transitado en su relación con Dios por la vía del interés o del miedo.

Por eso me pareció que la solución al problema del secularismo debía pasar por una conversión espiritual que situara en el corazón del católico el genuino motivo por el que éste debe hacer las cosas: el agradecimiento a un Dios que nos ama tanto que ha dado la vida por nosotros.

–¿Por eso sus grupos se llaman «escuelas de agradecimiento»?

–P. Santiago Martín: Efectivamente. Hemos elaborado un programa de formación que tiene como objetivo enseñar a las personas a agradecer. Lo primero es hacerles comprender lo grande del amor de Dios por ellos. Lo segundo, que entiendan que el Señor tiene derechos y nosotros deberes hacia Él, deberes de gratitud. Lo tercero, enseñarles a agradecer en la vida cotidiana, pues el agradecimiento tiene que demostrarse con obras de amor. Y en eso la Palabra de Dios que la Iglesia nos ofrece los domingos es, para nosotros, el punto de referencia.

–¿Por qué el nombre de «Franciscanos de María»?

-P. Santiago Martín: San Francisco fue el primero en denunciar públicamente que los católicos no estaban relacionándose con Dios por el motivo correcto; lo hizo cuando, tras aquella visión de la que salió llorando, dijo: «El Amor no es amado». En cuanto a la Santísima Virgen, Ella lo es todo para nosotros; con San Juan Bosco, del que me siento hijo espiritual, quiero decir: «Entre nosotros todo lo ha hecho María». Ella es el modelo para amar a Dios, pues en Ella, en la Inmaculada, no cabía interés ni miedo; todo era amor. Ella es la que nos enseña a amar a Dios con un corazón eucarístico, con un corazón agradecido.

–¿Cómo ha sido el proceso de difusión de este «movimiento de espiritualidad»?

–P. Santiago Martín: Ha sido realmente rápido, en buena medida gracias al uso de los medios de comunicación y en particular de la cadena de televisión de la Madre Angélica, EWTN.

Pero creo que la causa del rápido avance está en que la gente se encuentra preparada para recibir este mensaje; se encuentra hambrienta de oír hablar no sólo del amor de Dios, sino del amor a Dios y de cómo hay que hacer para amar a Dios. Nuestra misión de amar y hacer amar al Amor, a Dios que es el Amor, es acogida por doquier con gran entusiasmo.

–¿Dónde tiene presencia este movimiento?

–P. Santiago Martín: Estamos en toda América, desde Canadá a Chile. En España, en varias diócesis. Hemos empezado ya en Italia, en Polonia y en [los Países Bajos], en Ámsterdam. Estamos también en Sri Lanka. Es la Virgen la que nos va abriendo el camino y sólo comenzamos con una «escuela de agradecimiento» allí donde hay personas que se interesan en ponerla en marcha. Normalmente se han enterado de su existencia por un medio de comunicación o porque alguien les ha hablado de ello.

–¿Es un movimiento sólo para laicos?

–P. Santiago Martín: No; es para todos, pues todos estamos llamados a vivir eucarísticamente, a ser «acción de gracias» todo el día. Incluso creo que es un movimiento que nace especialmente para los sacerdotes, tanto por el bien espiritual que pueden recibir como por la ayuda que reciben de las «escuelas de agradecimiento» para sus parroquias. Insistimos mucho en que hay que ayudar a las parroquias, en que hay que insertarse en las diócesis a través de ellas. Yo creo que el futuro de la Iglesia está en la unión de los movimientos y de las parroquias, por eso el nuestro es un movimiento esencialmente parroquial e invito a los sacerdotes que puedan estar interesados a que se pongan en contacto conmigo. Invito a todos, laicos y sacerdotes, a que consulten nuestra web www.frmaria.org y a que nos escriban.

–Entonces, existe una rama propiamente sacerdotal…

–P. Santiago Martín: Sí, y también una rama de consagradas. En los Estatutos que acaba de aprobar la Iglesia se definen estas tres vocaciones: laicos, consagradas y sacerdotes. La llamada al agradecimiento es para todos. Me atrevo a insistir, incluso, en que es más para los sacerdotes que para los demás, pues el sacerdote es el servidor de la Eucaristía y la Eucaristía es la acción de gracias por excelencia.

Me gustaría que los sacerdotes que quisieran llevar a la práctica la Eucaristía en su vida cotidiana se pusieran en contacto con nosotros. También invito a hacerlo a aquellos sacerdotes que quieran establecer «escuelas de agradecimiento» en sus parroquias, pues éstas van a contribuir a revitalizar la vida parroquial sin sacar de allí a la gente para llevárselas a otros sitios.< br>
[Más información en www.frmaria.org. Dirección electrónica: consultas@frmaria.org]

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ZENIT Staff

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