La archidiócesis de Managua, Nicaragua, ha manifestado su “profundo dolor e indignación ante el terrible acto criminal perpetrado el sábado pasado contra hermanos nicaragüenses que regresaban a sus casas después de la celebración del 19 de julio en Managua”. Al mismo tiempo que indican que «como creyentes y obispos condenamos absolutamente este acto violento que viene a enlutar a las familias de estas personas fallecidas y a todo el país que vive con dolor y repudio este hecho tan inhumano e irracional».
El trágico suceso tuvo lugar la semana pasada, cuando varios autobuses en los que viajaban de regreso las personas de las celebraciones del 19 de julio, 35 aniversario de la Revolución Popular Sandinista, fueron atacados por hombres armados. El acto violento provocó cinco muertos y veinte heridos y sucedió en dos lugares diferentes: en el municipio de San Ramón al norte de Managua, y en el municipio de San Juan de Limay, departamento de Estelí. La autoría del hecho se está atribuyendo a un supuesto grupo irregular denominado Fuerzas Democráticas Nicaragüenses (FDN), o Fuerzas Armadas de Salvación Nacional (FASN-EP), quienes han reconocido su acción a través de una cuenta de facebook.
En el mensaje de la archidiócesis -firmado por el cardenal Leopoldo José Brenes, arzobispo de Managua y por monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar- se hace un llamamiento a todos los nicaragüenses «para que finalmente erradiquemos de nuestra historia y de nuestro corazón el odio, la confrontación irracional y la violencia. La paz exige fortaleza y esperanza, la violencia es una vil debilidad que no resuelve nada».
Del mismo modo, aseguran su oración «por estas víctimas inocentes para que sean acogidas por Cristo, el Señor, en la gloria de una vida que no termina» y por sus «familiares, para que experimenten el consuelo del Dios de la vida y nuestra cercanía amorosa a través de la oración».
Y así, la archidiócesis de Managua pide que «todos los nicaragüenses, creyentes y no creyentes, instituciones gubernamentales y sociedad civil, al comprometernos a erradicar del corazón el odio, rechacemos todo acto violento y no cometamos nunca más en Nicaragua ningún atropello contra los derechos humanos de nadie».
