Argelia: Laboratorio de relación entre cristianos y musulmanes

Carta a las comunidades religiosas de las cuatro diócesis argelinas

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ROMA, viernes, 29 febrero 2008 (ZENIT.org)-. La relación entre cristiano y musulmanes en Argelia, con sus problemas y éxitos, constituye una experiencia útil para la Iglesia universal, reconocen los obispos católicos del país.

«La solidaridad cotidiana vivida en la relación entre cristianos y musulmanes desde hace decenas de años ha construido una vida de Iglesia convertida en fecunda para la Iglesia universal», subrayan los cuatro prelados católicos de Argelia en una carta a las comunidades religiosas de las cuatro diócesis de Argelia, de 27 de febrero de 2008, titulada «Vivir nuestras solidaridades en Argelia».

La carta la firman los obispos Henri Teissier, arzobispo de Argel y los obispos Gabriel Piroird, de Constantina; Alphonse Georger, de Orán y Claude Rault, de Laghouat.

En la carta, los prelados recuerdan el encuentro «muy rico» de los responsables de congregaciones religiosas que viven, trabajan y oran en Argelia. Una reflexión sobre «nuestras solidaridades» en la sociedad argelina y en la Iglesia de Argelia.

En primer lugar, los obispos aluden en su carta a los difíciles acontecimientos vividos en los últimos meses. «Somos muy sensibles al contraste que se establecía en este encuentro –afirman–, entre nuestra llamada a vivir ‘la solidaridad evangélica’ con el pueblo argelino, y los obstáculos que se han presentado estos últimos tiempos a la realización de nuestras solidaridades».

Entre estos obstáculos, citan las dificultades para la concesión de visados de entrada privando así a las congregaciones religiosas de recibir a los responsables que apoyan, desde el exterior, su compromiso en el país.

Esta dificultad se agrava todavía cuando este rechazo de visado afecta a aquellos que quieren ir para quedarse en el país. «Su presencia –afirman los obispos– es absolutamente necesaria para rejuvenecer nuestras comunidades y reemplazar a los que han debido dejarnos por razones de salud, y los que han sido llamados por Dios».

Más grave todavía consideran los obispos el hecho de que a los miembros de una comunidad nueva, la comunidad Salam, se les ha retirado la autorización de residir en el país.

Otro aspecto grave que señala la carta es la decisión de sancionar al padre Pierre Wallez y al médico de su sector que habían visitado a los emigrantes que viven en condiciones difíciles en la frontera entre Argelia y Marruecos. Ambos han sido condenado con penas de cárcel por rezar con cristianos fuera de una Iglesia reconocida para el culto.

Los prelados argelinos informan en su carta también del encuentro que han tenido con el ministro de Asuntos Religiosos.

«Le hemos expresado la voluntad de solidaridad de las comunidades cristianas de Argelia, que expresa el respeto de la Iglesia por la sociedad argelina, por sus tradiciones, por sus referencias religiosas. Pero le hemos expresado también la inquietud de la comunidad católica en Argelia ante ciertas decisiones administrativas recientes», señalan los obispos.

Añaden que el ministro les escuchó con atención y afirmó que «el Estado no tenía ninguna voluntad de cuestionar la presencia de la Iglesia Católica en la sociedad argelina»

Los obispos aluden en su carta también a las dificultades afrontadas por otras comunidades cristianas. Remitieron al ministro una carta pidiendo que intervenga para revocar la medida que obliga al pastor Hugh Johnson, antiguo presidente de la Iglesia Protestante de Argelia a abandonar Argelia después de vivir 45 años en el país.

Presentaron también al ministro la situación de las comunidades coptas que se constituyen en este momento a raíz de la llegada de trabajadores a las empresas egipcias.

Recordaron también en la entrevista las dificultades afrontadas por las comunidades evangélicas recientemente constituidas. El ministro, indican los obispos, «afirmó claramente su respeto a la libertad de conciencia, pero insistió mucho en la voluntad de los responsables de Argelia de evitar la constitución de grupos que serían un problema para la unidad del país. Para él, un creyente debe hacerse próximo a todos y no puede estar contra los otros».

Los obispos argelinos señalan que el encuentro con los responsables de las congregaciones ha permitido «renovar los motivos y los medios de nuestra vida en solidaridad».

En este sentido afirman que los acontecimientos recientes «han revelado desconfianzas que nos parece injustas». «Hemos dado prueba –añaden–, desde hace años, de que la búsqueda de hermanos y hermanas en humanidad en el país es nuestra vocación y nuestra misión. Ponemos en práctica ahí la llamada de Cristo ‘Amaos los unos a los otros como yo os he amado’».

Aluden a que ciertos diarios escriben todavía que «nuestros compromisos de servicio son medios para obtener conversiones».

«Una vez más –responden los obispos– queremos decir que la vida de seguimiento de Jesús implica la gratuidad en el servicio. Nuestra alegría florece allí donde podemos acogernos los unos a los otros en el respeto a la diferencia. Hacer nacer la comunión entre los hombres de todos los orígenes, de todas las culturas, es para nosotros la misión de Aquél que ‘ha dado su vida para reunir en la unidad a todos los hijos de Dios dispersos’».

Los obispos reiteran su deseo de «respetar a cada uno en su identidad religiosa y en su búsqueda personal» y explican en qué consisten sus trabajos de solidaridad: apoyo escolar, formación femenina, ayuda a los minusválidos, apoyo al artesanado, biblioteca para estudiantes, ayuda a las personas ancianas y solas, formación profesional, acogida a niños, maternidad.

«Esta solidaridad cotidiana –subrayan los obispos– vivida en la relación entre cristianos y musulmanes desde hace decenas de años ha puesto en práctica una vida de Iglesia local convertida en fecunda para la Iglesia Universal».

Subrayan el papel de los religiosos de Argelia en la reflexión, en el Vaticano II, del documento relativo a la relación entre cristianos y musulmanes. «Este texto tuvo un papel determinante en el cambio de mirada de la Iglesia Católica sobre el mundo del Islam», afirman.

Los obispos recuerdan el precio que los religiosos han tenido que pagar para expresar su solidaridad en Argelia, durante la crisis de 1994 a 1996, junto a muchos argelinos no cristianos.

Concluyen dando las gracias a los que en los últimos años han ido a vivir a Argelia para  compartir su misión, e invitan con palabras de la encíclica Spe Salvi de Benedicto XVI a todos «a descubrir en torno vosotros, en la sociedad argelina ‘a las personas que saben vivir en la rectitud. Ellas son luces de esperanza».

Traducido y adaptado del francés por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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