Argentina: llamado al diálogo y la reconciliación en un momento de crispación

Reflexión de Adviento de la Conferencia Episcopal

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BUENOS AIRES, jueves 29 noviembre 2012 (ZENIT.org).- En un contexto de crispación política, económica, y en medio del juicio a imputados por crímenes de la época de dictadura militar, los obispos de Argentina llaman al diálogo y a la reconciliación.

“Llegando la Navidad los argentinos debemos recordarnos la deuda pendiente de nuestra reconciliación. Se hace cada vez más necesario generar contextos de encuentro, de diálogo, de comunión fraterna que nos permitan reconocernos y tratarnos como hermanos, aborreciendo el odio y construyendo la paz”, exhortó la Conferencia Episcopal Argentina en una reflexión de Adviento titulada “Creemos en Jesucristo, Señor de la historia” enmarcada en el Año de la Fe.

“Todos los habitantes de nuestra patria necesitan sentirse respaldados por una dirigencia que no piense solo en sus propios intereses, sino que se preocupe prioritariamente por el bien común”, subrayaron al recordar que “la felicidad está más en dar que en recibir”.

Los obispos argentinos, reunidos en la reciente 104 Asamblea Plenaria, expresaron su “honda preocupación” por algunos síntomas de la persistencia de la crisis moral y cultural.

Destacan sobre todo los siguientes aspectos: «la dignidad de la vida desde la concepción hasta su término natural es la base de todos los derechos humanos. Reiteramos, una vez más, que el ordenamiento jurídico debe respetar el derecho a la vida».

Así mismo, la familia, «fundada sobre el matrimonio entre varón y mujer» como valor arraigado en el pueblo argentino. «Anterior al estado, es la base de toda la sociedad y nada puede reemplazarla. Vemos con preocupación una corriente cultural y un conjunto de iniciativas legislativas que parecen soslayar su importancia o dañar su identidad», subrayan.

«Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos-aseguran los obispos–. Tienen el derecho de que el sistema educativo no les imponga contenidos contrarios a sus convicciones morales y religiosas». «Deseamos –añaden- que toda la sociedad tome una mayor conciencia de la necesidad de mejorar el sistema educativo, de modo tal, que los más pobres sean sus principales beneficiarios. La necesaria preparación para la vida cívica de niños y jóvenes debe excluir la politización prematura y partidista de los alumnos».

Los prelados contatan «una angustia generalizada en nuestro pueblo por la vida de los jóvenes. Es enorme la cantidad de ellos que no estudian ni trabajan: ésta es una de las hipotecas sociales más desafiante para los argentinos».

La droga –denuncian- «se extiende por el crecimiento del crimen del narcotráfico y la red de complicidades que lo sustentan». Piensan que «es una de las causas principales de la proliferación del delito y de la consiguiente inseguridad».

A casi treinta años de la democracia, se lamentan, «los argentinos corremos el peligro de dividirnos nuevamente en bandos irreconciliables. Se extiende el temor a que se acentúen estas divisiones y se ejerzan presiones que inhiban la libre expresión y la participación de todos en la vida cívica».

Tras recordar que “toda sociedad tiene conflictos”, los obispos señalaron que “la democracia, tal como lo refleja la doctrina social de la Iglesia, no se construye agudizándolos, sino concretando los ideales de una verdadera amistad social”.

“Algunas sombras nos han perseguido a lo largo de nuestra historia, que en distintos momentos han acentuado su intensidad e impedido una vigencia más plena del orden democrático. Una es el excesivo caudillismo, que atenta contra el desarrollo armónico de las instituciones, acentúa su deterioro y menoscaba la autonomía de cada uno de los poderes del estado, tanto en el orden nacional como provincial. Esto es particularmente delicado cuando se trata de la independencia del Poder Judicial”, aseveran.

“Otra sombra es la oposición entre las visiones unitaria y federal de la nación, la cual se extendió fuertemente en los albores de nuestra patria, e intermitentemente se manifiesta en distintos momentos de la historia. Cuando en nuestra oración por la patria decimos que queremos ser nación expresamos un anhelo claramente manifiesto en nuestra Constitución. Queremos ser una nación basada efectivamente en un sistema republicano, representativo y federal”, agregan.

Por último, los obispos subrayan que “el niño que María recuesta en el pesebre es el Señor de la historia” y elevan una plegaria: “Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos…”. A la Virgen María, Nuestra Señora de Luján, le confiamos nuestras inquietudes y ponemos en sus manos nuestras esperanzas”, concluyen.

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ZENIT Staff

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