Argentina todavía no aprende de esta crisis; dicen dos obispos

El individualismo y la corrupción, dos elementos clave

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BUENOS AIRES, 29 abril 2002 (ZENIT.org).- Cuatro meses después del inicio de la presidencia de Eduardo Duhalde, «los argentinos no nos hemos decidido a asumir nuestra ruinosa situación y a reconstruir la Patria», denuncia un prelado argentino.

Monseñor Carmelo Giaquinta, arzobispo de Resistencia, monseñor Carmelo Giaquinta, ha afirmado en declaraciones publicadas por la agencia Aica que «la gente sigue aferrada a su salvación individual, a la defensa de sus privilegios, a la imposición de sus medidas de fuerza. Por ese camino sólo lograremos una mayor postración”.

A su entender, «estuvo bien que el presidente en el discurso inicial dijese que la Argentina está fundida. Y lo dijo deletreando: “fun-di-da”, como para que nadie se engañe. Que nos diga también, con énfasis, que nos pongamos a reconstruir la Patria, con sangre, sudor y lágrimas».

«Seguro que lo haremos si él, y junto con él el Congreso nacional que lo eligió, nos dan ejemplo», añadió.

«En la desgracia –explicó por último–, consolar a un pueblo es mucho más difícil que a una persona atribulada. Si bien hay raros ejemplos de pueblos que se consuelan recíprocamente, a un pueblo en desgracia el consuelo le viene normalmente de sus mismos miembros. Estos hacen de tripas corazón. Ante la adversidad se muerden los dientes, dejan para otro momento sus diferencias, se unen más, se animan mutuamente a reconstruir lo destruido, y le ponen pecho a la dificultad. Todo eso les sirve de consuelo verdadero».

Por su parte, el obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, denunció que en el país la red de corrupción, «que es una verdadera estructura de pecado, es la que tiene parte de culpa de la profunda crisis en la que estamos sumergidos».

El prelado se lamentó de que «aun estando en esta situación límite que anuncia el peligro de la anarquía social, parece no enseñarnos a los argentinos que no tenemos más espacio para seguir alimentando esta ´red de inmoralidad´«.

Esa «red de corrupción» a la que se refirió el obispo, se gestó a partir de los años noventa. «El proyecto neoliberal estaba en marcha y lamentablemente hubo tantos argentinos y cristianos que lo sustentaban como el camino indiscutido para ubicarnos entre los primeros lugares del «primer mundo». En tanto, en nuestra patria se acentuaban la pobreza, la marginación y la corrupción».

El obispo reveló que la Iglesia está afrontando esta crisis «acentuando la capacitación y formación de laicos para comprometerse en distintos temas de la sociedad, en la elaboración de emprendimientos para ayudar, aunque mínimamente, a solucionar la gravedad de la pobreza en tantos hermanos nuestros, y también con nuestra participación en las multilaterales».

Pero «nos vamos encontrando con muchas dificultades, sobre todo en las multilaterales municipales. La vieja práctica del clientelismo político, de las estrategias del estar siempre en campaña electoral sin pensar en la pobreza y el sufrimiento de la gente, siguen estando presentes en grandes o pequeños dirigentes».

«¿Hasta qué límite quieren que lleguemos en esta crisis argentina? –se pregunta– ¿O es que son tan ciegos o irresponsables que no se dan cuenta de la situación grave en la que estamos?».

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ZENIT Staff

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