Argentina y Chile demuestran que el diálogo puede derrotar a la guerra

Según el portavoz vaticano

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 29 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Argentina y Chile son la prueba de que el diálogo es capaz de derrotar a la guerra, cuando se aplica con responsabilidad, considera el portavoz vaticano.

El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede ha llegado a esta conclusión al comentar en el último editorial de Octava Dies, semanario del Centro Televisivo Vaticano, los 25 años de la firma del Tratado de Paz y Amistad entre los dos países gracias a la mediación de la Santa Sede.

La celebración tuvo lugar este sábado en el Vaticano, en torno al Papa, con la participación de las presidentas Cristiana Fernández de Kirchner, de Argentina, y Michelle Bachelet, de Chile,

El evento, según el padre Lombardi tenía dos objetivos: «dar gracias por el don de la paz», y lanzar un «mensaje de confianza en la posibilidad de construirla con el diálogo paciente contra la desconfianza y la tentación del recurso a la fuerza».

Los archivos de Chile y Argentina desclasificados demuestran cómo los dos países, que estaban presididos por los generales Augusto Pinochet y Jorge Videla, hubieran entrado en guerra si no hubiera tenido lugar la mediación Juan Pablo II.

El portavoz cita una carta que envió Benedicto XVI a las dos presidentas con motivo de los 30 años del inicio de la delicada mediación, en la que afirmaba: «ante cualquier controversia, se debe vencer siempre el desánimo y no dar nunca por agotado el camino del diálogo paciente y de la negociación conducida con sabiduría y prudencia, para alcanzar una solución justa y digna a través de medios pacíficos».

Y el Papa observaba que el éxito de los cinco años de negociaciones se convirtió para el mundo en «una agradable sorpresa», así como en un «ejemplo».

«Si ha sido posible una vez, ¿por qué no podría volver a serlo?», se pregunta el padre Lombardi.

«Ciertamente se trataba de dos países de mayoría católica, disponibles a aceptar la mediación de la Santa Sede. Pero el mensaje era mucho más general».

«Fue una lección práctica y convincente de que los hombres y las naciones, si en verdad lo quieren, pueden convivir en paz, haciendo prevalecer la fuerza de la razón sobre las razones de la fuerza. Fue la confirmación de que la historia no está regida por impulsos ciegos, sino que depende más bien, en su devenir, de las decisiones justas y responsables, adoptadas libremente por los hombres», decía Juan Pablo II el 31 de marzo de 1987.

Y el portavoz vaticano concluye: «Sigamos construyendo los caminos del diálogo y de la paz. Por doquier, se da una necesidad urgente y dramática».

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ZENIT Staff

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