Arzobispo Celli: Los prejuicios obstaculizan la comunicación

Intervención en la Cumbre de Comunicación Europea de Bruselas

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BRUSELAS, martes, 29 abril 2008 (ZENIT.org).- Para que la Iglesia comunique su mensaje, debe tener en cuenta cómo éste es percibido por los otros y cómo es presentado por los medios, afirmó el presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.

El arzobispo Claudio Maria Celli lo subrayó el jueves interviniendo en Bruselas en la Cumbre Europea de la Comunicación. El encuentro de los días 24 y 25 de abril reunió a profesionales de la comunicación de muchos campos y fue promovido por la Asociación Europea de Responsables de Comunicación y la revista «Communication Director»

El arzobispo Celli inició su intervención reconociendo que se siente impresionado por la «idea negativa de que la religión sea asociada al conflicto», reflejada en el tema del que se le había pedido hablar. El título de su intervención era «El retorno de las religiones: comunicar la fe en el siglo XXI», con tres subtemas sobre conflictos religiosos, la búsqueda de significado y cómo comunican los líderes religiosos.

«Es importante para todos nosotros que estamos implicados en la obra de la comunicación tener una clara comprensión de lo que queremos decir sobre las organizaciones y de los valores que representamos», dijo.

«Es igualmente importante, de todos modos, el hecho de tener una adecuada comprensión de cómo nuestras organizaciones o nuestros valores son vistos por los otros y cómo son presentados por los medios».

Muy a menudo, observó, «nuestros esfuerzos por comunicar no serán eficaces si no afrontamos también los malentendidos y las percepciones presentes en la mentalidad de aquellos a quienes queremos dirigirnos».

El arzobispo indicó que uno de estos malentendidos es la asociación de la religión con el conflicto

«Por corrección, está claro que los comentaristas más equilibrados dirigirán a menudo la atención de su público al hecho de que aquellos que son presentados como ‘conflictos religiosos’ son en realidad conflictos que pueden tener también dimensiones étnicas y políticas», reconoció.

Citando palabras de Benedicto XVI, el prelado afirmó que «a pesar de las diferencias que caracterizan los diversos itinerarios religiosos, el reconocimiento de la existencia de Dios, al que los seres humanos pueden llegar sólo partiendo de la experiencia de la  creación, debe disponer a los creyentes a mirar a los otros seres humanos como a hermanos y hermanas».

«No es por tanto legítimo para nadie abrazar la diferencia religiosa como premisa o pretexto para una actitud agresiva respecto a otros seres humanos», advirtió. «Cuando el sentido religioso alcanza la madurez da vida a una percepción en el creyente por la que la fe en Dios, Creador del universo y Padre de todos, debe impulsar las relaciones de fraternidad universal entre los seres humanos».

El arzobispo Celli señaló también otro aspecto: la tendencia a presentar a la religión en términos políticos.

«Se tiene la impresión de que los líderes religiosos estén tratando de imponer sus puntos de vista sobre la estructura y el orden de la sociedad con poca o ninguna tolerancia hacia los puntos de vista diferentes», comentó.

Citando la Deus Caritas Est, el prelado subrayó que el Papa afirma que la doctrina social católica «no quiere conferir a la Iglesia un poder sobre el Estado. Ni siquiera quiere imponer a quienes no comparten la fe perspectivas y modos de comportamiento que pertenecen a ésta».

«Esto no quiere decir que la religión o los creyentes no puedan contribuir al mundo de la política, sino que recuerda a los creyentes que deben tener respeto por la legítima autonomía de la política», añadió el arzobispo.

«En muchos sectores, los creyentes son acusados de ser ‘fundamentalistas’ y esto implica que la religión no puede tener un lugar en una sociedad que trata de ser pluralista, tolerante e inclusiva».

«Si la enseñanza católica rechaza el fundamentalismo, presta también particular atención a los peligros del relativismo moral, es decir, el punto de vista según el cual no hay verdad en lo que se refiere a los valores y que todos los puntos de vista morales son igualmente aceptables».

El responsable vaticano se concentró en los esfuerzos de la Iglesia en comunicar su mensaje. 

En primer lugar, recordó algunos desafíos fundamentales para la comunicación institucional.

«Es fundamental tener una idea y una articulación claras de la identidad y la naturaleza de la institución, de su misión y de sus objetivos –dijo el arzobispo–. A menudo es necesario revisar estos puntos de vista fundamentales y renovar y reforzar su comprensión y su aplicación». 

«En segundo lugar, es todavía más importante ser conscientes de los rápidos cambios sobre cómo los diversos públicos ven o interpretan la institución y su misión. Si nosotros podemos comprender cómo somos, puede no estar claro para los diversos públicos a los que nos dirigimos, incluso a los que ya son miembros o simpatizantes de la institución».

El prelado añadió que «hay que afrontar constantemente la brecha entre autocomprensión y cómo somos percibidos para evitar malentendidos» y reconoció que la Iglesia a veces lucha con este desafío: «Puedo decir que a veces en la Iglesia católica comunicamos en ‘analógico’ mientras que el mundo se ha pasado al ‘digital’, por tanto nos preguntamos constantemente cómo colmar este vacío y encontrar un lenguaje común para la comunicación».

«A veces es importante recordar que el modo en que comunicamos dice mucho sobre nosotros mismos», añadió refiriéndose al éxito comunicativo del Papa Juan Pablo II, afirmando que transmitió su imagen incluso cuando la enfermedad le privó de la posibilidad de hablar.

El arzobispo subrayó por último que «nuestra preocupación general por la comunicación no consiste en dar un enfoque especial sino descubrir y comunicar la verdad. Un pasaje del Evangelio de Juan describe esta comprensión –«conoceréis la verdad y la verdad os hará libres»– y ofrece una ayuda y una guía para afrontar el desafío actual del trabajo en las comunicaciones y en los medios, una búsqueda de la verdad también como modo para llegar a la comunión entre individuos y pueblos».

Traducido del italiano por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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