Arzobispo de Gulu recuerda al mundo (y a EE.UU.) que en Nigeria hay guerra

Pide que una intervención del Consejo de Seguridad de la ONU

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GULU, 13 julio 2003 (ZENIT.org).- El arzobispo de Gulu, monseñor John Baptist Odama, ha recordado al mundo y en particular al presidente de Estados Unidos la violencia a la que se ven sometidos los distritos del noreste de Uganda y ha pedido la intervención de la ONU para poner fin a un conflicto de 17 años.

Este sábado monseñor Odama envió una carta al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, para pedirle que el Consejo de Seguridad de la ONU se ocupe de la tragedia olvidada del norte de Uganda.

«El presidente de Estados Unidos debe saber que Uganda es una nación en la que reina la violencia», explica en declaraciones a la agencia misionera MISNA en el momento en el que Bush concluía su gira por cinco naciones africanas en Nigeria.

Los rebeldes del «Ejército de Resistencia del Señor» (LRA) aterrorizan el norte de Uganda con asesinatos, secuestros y saqueos entre la población. En las últimas semanas el objetivo de esos ataques son escuelas católicas o misiones.

El avance de los rebeldes hacia el sur inquieta cada vez más a la sociedad ugandesa y preocupa al ejército regular, incapaz de contrarrestar la feroz cruzada del líder del LRA Joseph Kony, un visionario a sueldo de Sudán que intenta derrocar el gobierno del presidente ugandés Yoweri Museveni.

«No puedo callar ante las humillaciones diarias y el sufrimiento de mi gente», había manifestado días antes el prelado –conocido por su gran empeño a favor de la paz– en una carta pastoral titulada «He visto la humillación de mi pueblo y he oído su clamor» (Ex 3, 7).

En su misiva –fechada el 29 de junio pasado–, el arzobispo de Gulu se solidariza con su pueblo y subraya los valores cristianos del perdón y de la reconciliación.

Igualmente observa que aquellos que siguen atacando iglesias, escuelas y familias están alzándose contra Dios.

«Los pueblos de los distritos del norte y noreste de Uganda –Acholi, Langi, Teso, Karimojong, Lugbara, Madi y Alur– y otros muchos, sujetos a tales atrocidades, son parte de Uganda y de la humanidad en su conjunto, que deberían disfrutar de los mismos derechos y dignidad», reclama el prelado.

El llamamiento del arzobispo de Gulu «nace de una situación que está durando demasiado –según explicó en «Radio Vaticana»–. Esperamos una intervención de la comunidad internacional».

Monseñor Odama confía en que ésta y especialmente la ONU examinen con seriedad la realidad, «puesto que es tarea de las Naciones Unidas prestar atención allí donde haya un problema de seguridad que se prolonga por mucho tiempo, como es el nuestro».

«Deberían intentar resolverlo pacíficamente, tal como se afirma en la carta», insistió monseñor Odama

A la vez, el prelado pidió a las organizaciones que trabajan dentro y fuera del país que acudan en auxilio de los niños, las mujeres y todos los que «están viviendo una situación verdaderamente desesperada».

Aprovechando su intervención en la emisora vaticana, el arzobispo de Gulu se mostró muy agradecido por la cercanía que expresó el Papa respecto al norte de Uganda y el llamamiento que hizo a cuantos tienen un papel en esa situación a fin de que hagan todo lo posible por el restablecimiento de la paz (Cf. Zenit, 2 julio 2003).

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ZENIT Staff

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