Arzobispo de Karachi: “Ser cristiano en Pakistán es muy difícil”

Los obispos paquistaníes se encuentran en Roma para la visita “Ad limina”

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 18 de junio de 2008 (ZENIT.org) «Queremos contar al Papa las dificultades de ser cristiano en Pakistán, de la presión a la que estamos sometidos y de la necesidad de cultivar una fe firme y de educar a nuestro pueblo».

«También le hablaremos de los signos positivos. Por ejemplo, estamos celebrando el ‘año de la Biblia’. Le pediremos ayuda. Le diremos que la situación es difícil y que necesitamos de sus oraciones».

Así habló monseñor Lawrence John Saldanha, arzobispo de Lahore y presidente de la Conferencia Episcopal de Pakistán, en una entrevista concedida a L’Osservatore Romano. Los obispos de este país asiático se encuentran en estos momentos en Roma para la visita «ad limina».

El prelado, pastor de la diócesis más antigua de Pakistán (data de 1886), explicó al diario vaticano que la situación de la comunidad católica en un país de 167 millones de habitantes en el que el 97% de la población es musulmana.

La situación es particularmente difícil en el Norte, donde los cristianos han sido víctimas de la violencia integrista. «Hace dos años se les dijo que si no querían hacerse musulmanes debían abandonar la región. Los que se han quedado sufren ataques», explicó.

La mayor parte de los cristianos vive en el centro y en el sur del país. «Las relaciones son buenas. Convivimos con ellos, aunque somos víctimas de discriminaciones en lo que respecta al trabajo y a las clases sociales. Los cristianos pertenecen mayoritariamente a las castas inferiores, y por ello desean abandonar el país».

A esto se une la difícil situación económica, por el encarecimiento de los productos básicos: «todo es costoso, el arroz, la gasolina, el gas. Las personas no tienen suficiente para vivir y educar a sus hijos. Nosotros no podemos desarrollar nuestro apostolado, también por la falta de dinero».

«Podemos evangelizar, pero no directamente, sólo indirectamente. El clima de intolerancia ha llegado a tal punto que las personas no quieren hacerse cristianas, a no ser que estén seguras de que van a poder salir del país».

«La Iglesia en Pakistán está sometida a una enorme presión, pero conservamos la fe y la esperanza, también viendo que las personas, sobre todo los jóvenes, frecuentan nuestras iglesias», añadió monseñor Saldanha.

La Iglesia está presente en la educación y en el campo asistencial, con hospitales, clínicas, leproserías y centros de acogida para ancianos, discapacitados y enfermos de Sida.

En Pakistán, donde los católicos suponen menos del 1%, hay en estos momentos 270 sacerdotes en siete diócesis, además de 735 religiosas y 169 religiosos. El problema lo encuentran los misioneros extranjeros, a quienes el Gobierno pone muchas dificultades para obtener visados.

«Para que un misionero pueda entrar es preciso que otro que esté allí vuelva a casa. Podemos sustituir sólo al que muere o se marcha del país. La presencia de misioneros extranjeros debería ser estable, pero su número en cambio está disminuyendo».

También monseñor Evarist Pinto, arzobispo de Karachi, aludió en una entrevista a «Radio Vaticano» a las dificultades que enfrenta la comunidad católica.

Según monseñor Pinto, la Iglesia debe tener coraje de «anunciar la Buena Noticia»: «La Iglesia no existe sólo para nosotros, vivimos entre cristianos y fieles de otras confesiones. Existe también el diálogo cotidiano entre la gente corriente».

Por otro lado, explicó el prelado, la Iglesia paquistaní debe estar «del lado de los pobres. Debemos abrir un camino hacia la educación y el desarrollo, para que los pobres puedan salir de la pobreza».

«La familia representa la unidad de la Iglesia: si la familia es fuerte, la Iglesia será fuerte. Sabemos que hay una influencia cada vez mayor del secularismo, especialmente en las grandes ciudades. Debemos construir la fe y mostrar el rostro de Cristo, que pueda edificar nuestras comunidades, nuestras familias», añadió.

Por Inmaculada Álvarez

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ZENIT Staff

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