Arzobispo de Oklahoma City: San José nos enseña a todos a ser Custodios

La tarea es común

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Fue un momento conmovedor y tan esperado, cuando el Papa Francisco comenzó su homilía comentando sobre la significativa coincidencia de que su Misa inaugural cayera en la Solemnidad de San José, el onomástico de su predecesor, manifestando, entre otras cosas, la continuidad en la Sede de San Pedro.

El Santo Padre continuó con una reflexión sobre San José, el custos, el custodio de María, de Jesús y, por extensión, custodio de todo el Cuerpo de Cristo. Sin embargo, un punto central de la homilía fue el enfocarse en San José como nuestro modelo y maestro, dirigiéndonos a todos a responder al llamado de Dios a servir como custodios, o guardianes, como San José.

San José, el Santo Padre nos enseña, es un maravilloso custodio porque es un hombre atento a la palabra de Dios y fiel a su proyecto. José oye la voz de Dios y es guiado por su voluntad, mientras que es sensible a los que han sido confiados a su custodia. El corazón de un custodio responde al llamado de Dios con disponibilidad y prontitud, con todo el corazón y abrazando a Cristo en el centro de su ser.

Esto es lo que nos prepara para ser buenos custodios y administradores de los dones de Dios. Estamos llamados a ofrecer este servicio de custodia a los demás con bondad, ternura y amor, porque, como nuestro Santo Padre dijo con tanta energía: «Sólo el que sirve con amor sabe custodiar.».

Aprecio la advertencia del Papa Francisco de decirnos continuamente «vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen.» Todas las acciones, buenas y malas, fluyen del corazón. Es en el corazón donde se conciben por primera vez. Si no somos capaces de guardar nuestros corazones nuestra capacidad de servir como fieles custodios, así como nuestra capacidad de ser canales de la paz de Dios en el mundo, se verán gravemente disminuidas.

Hacia el final de su homilía, el Santo Padre reconoció que Jesucristo le confirió poder al papado, pero nos aclaró a todos que «el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz».

El Papa Francisco concluyó su homilía, al aceptar que el servicio de custodio ejemplificado por San José es la base del ministerio Petrino, cuando dijo: «Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado.»

+ Paul S. Coakley
Arzobispo de Oklahoma City, EUA

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ZENIT Staff

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