Arzobispo ugandés agradece al Papa su llamamiento por el fin de la guerra

Y recuerda la relación entre los conflictos en Uganda y Sudán

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GULU, miércoles, 28 julio 2004 (ZENIT.org).- El arzobispo de Gulu –norte de Uganda–, monseñor John Baptist Odama, ha agradecido a Juan Pablo II el llamamiento que lanzó el domingo pasado a la comunidad internacional y a los responsables políticos nacionales para que se ponga fin al «trágico conflicto» que padece la nación ugandesa.

Antes de rezar el Ángelus ante los peregrinos presentes en Castel Gandolfo, el Santo Padre recordó que «desde hace más de dieciocho años, el norte de Uganda ha quedado sacudido por un conflicto inhumano que involucra a millones de personas, sobre todo niños» (Cf. Zenit, 25 de julio de 2004).

En efecto, el drama de los niños-soldados golpea al país africano, donde 25.000 pequeños han sido enrolados a la fuerza en la guerrilla (o reducidos a la esclavitud) en el conflicto que desde 1986 atraviesan los ugandeses por la lucha de Joseph Kony –un visionario a sueldo de Sudán– y sus rebeldes del «Ejército de Resistencia del Señor» (LRA, por sus siglas en inglés) contra el gobierno de Kampala.

El precio la guerra en Uganda incluye la tortura y el asesinato de incontables civiles (se estiman en más de 120.000 los muertos) y el desplazamiento de más de un millón de personas.

«Me dirijo a la comunidad internacional y a los responsables políticos nacionales para que acabe este trágico conflicto y se ofrezca una perspectiva real de paz a toda la nación ugandesa», exhortó Juan Pablo II el domingo pasado.

También recordó que «en Uganda, los obispos, ayudados por otras diócesis del mundo y por organizaciones de voluntariado, trabajan con generosidad a favor de la reconciliación nacional y para socorrer a las personas en dificultad».

«El llamamiento del Papa para poner fin a la guerra en el norte Uganda y en Sudán es una importante contribución a la paz. ¡Gracias Santo Padre!», expresó a la Agencia «Fides» –de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos– monseñor Odama.

El prelado, también presidente de ARLPI –«Iniciativa para la Paz de los Líderes Religiosos de la región Acholi»–, apuntó como un «motivo de esperanza» «después de tantos años» el hecho de que «muchos guerrilleros estén abandonando las filas de la guerrilla valiéndose de la ley de amnistía», según la cual los rebeldes que se rinden a las autoridades no son perseguidos por la justicia.

Si bien en estos momentos la situación es serena en Gulu, «hemos tenido noticias de los enfrentamientos ocurridos al otro lado de la frontera de Sudán por parte de guerrilleros ugandeses del LRA», subrayó monseñor Odama.

Fuentes de la prensa internacional señalan que guerrilleros del LRA han atacado algunas aldeas sudanesas controladas por el SPLA («Ejército de Liberación Popular de Sudán»), el principal grupo de guerrilla que desde hace décadas se opone al gobierno de Jartum.

El conflicto ugandés y el del sur de Sudán están relacionados: durante años el gobierno sudanés ha apoyado la guerrilla ugandesa del LRA (que tiene bases en el sur de Sudán) y los guerrilleros del SPLA han encontrado respaldo y protección en Uganda.

«Lo que ha ocurrido en Sudán es un hecho preocupante que podría añadir nuevas complicaciones», dice monseñor Odama. Pero añade: «no tengo todavía suficientes elementos para entender exactamente las razones de esta nueva violencia».

Mientras se intenta llegar a la paz entre el gobierno sudanés y el SPLA, la guerra en el norte de Uganda suscita todavía poco interés en la comunidad internacional. Es la razón por la que «el 23 de julio convocamos un encuentro del grupo que reúne a los líderes religiosos y jefes tradicionales del norte de Uganda y del sur de Sudán», explica el arzobispo de Gulu.

«Al término de la reunión difundimos una declaración en la que recordamos que los dos conflictos están relacionados entre sí. Por ello, mientras acogemos favorablemente los recientes acuerdos de paz entre el gobierno sudanés y el SPLA, pedimos con fuerza a la comunidad internacional que intervenga en el conflicto ugandés».

En la citada declaración se juzgan «inútiles y no coordinados» los esfuerzos hasta ahora realizados por la comunidad internacional para poner fin a la guerra en el norte de Uganda y se recuerda la responsabilidad tanto del gobierno sudanés (que apoya al LRA) como del ugandés para llevar a cabo un esfuerzo mayor a fin de restaurar la paz.

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ZENIT Staff

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