Asesinada una religiosa estadounidense ex colaboradora del obispo Gerardi

Según un analista del gobierno guatemalteco, podría ser un crimen político

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CIUDAD DE GUATEMALA, 8 mayo 2001 (ZENIT.org).- El asesinato de la religiosa estadounidense Barbara Ann Ford, el 5 de mayo pasado, está suscitando interrogantes en un país en el que en estos momentos tiene lugar el juicio por el homicidio del obispo Juan Gerardi, defensor de los derechos humanos, con quien había colaborado la religiosa.

En declaraciones publicadas por la agencia AP, un analista del gobierno guatemalteco, no ha excluido el que el homicidio de la hermana Ford haya sido ocasionado para ocultar intereses de sectores influyentes del país.

La religiosa de la congregación de Hermanas de la Caridad (Sister of Charity) de Nueva York. fue asesinada en una céntrica calle de la capital guatemalteca al ser atacada por tres hombres que robaron su auto.

«Por las características de la víctima y el tipo de crimen, creemos que podría tratarse de un crimen político», considera Fernando Penados, analista de la Secretaría de Análisis Estratégico.

Ford, de 64 años, trabajaba en Cáritas, institución de ayuda de la Iglesia católica en Quiché, en donde vivía desde 1989, a unos 180 kilómetros al norte de la capital.

Monseñor Julio Cabrera Ovalle, obispo de Quiché, en un comunicado enviado a Zenit aclara: «Desconocemos las razones de tal hecho de violencia que una vez más golpea y enluta a toda la diócesis de Quiché y la Iglesia de Guatemala, al segar con lujo de violencia la vida de una hermana religiosa que llegó desde Estados Unidos a Guatemala para trabajar por los más pobres e indefensos de nuestro país».

«Exigimos a las autoridades competentes que este hecho de violencia contra la vida de la Hermana Barbara Ford no quede en la impunidad –añade el prelado–. Exigimos justicia para quien trabajó por el bien de la sociedad guatemalteca con todas sus fuerzas, a quien se debe que muchas vidas se hayan salvado con su singular entrega a la población más necesitada, una mujer siempre atenta al dolor del pueblo y de los más pobres».

En un primer momento, el trabajo de la religiosa se concentraba en salud preventiva. Esta tarea le llevó a organizar un amplio proyecto de salud mental, en el que las víctimas de masacres y crímenes de la guerra, narraban sus experiencias.

Muchas de estas personas son indígenas mayas que antes del trabajo de la hermana Ford nunca habían hablado de lo que les tocó vivir en los 36 años de guerra del país, según explica monseñor Cabrera.

En este contexto, «participó en el informe de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI) y había apoyado a víctimas de la guerra a realizar exhumaciones de masacres», explica el analista Penados.

El REMHI, impulsado por el también asesinado obispo católico Juan Gerardi, recoge las atrocidades de la guerra y se las achaca, en un 90% al Ejército. Por el crimen de Gerardi tres militares, un sacerdote y una cocinera están siendo procesados por la justicia.

Para la Oficina de información de la Policía Nacional Civil, el homicidio de la religiosa se debió a «un intento de robo de vehículo», aunque estas fuentes no refutan las declaraciones de Penados. Los hechos quitan peso a esta explicación, pues el auto fue abandonado a pocos metros del crimen.

El último logro de la religiosa en su obra de caridad, fue la creación de un proyecto de minirriego. Trabajó en el país desde 1978 a 1986. Se ausentó durante tres años para trabajar en un hospital de Nueva York y regresó a Guatemala en 1989 para vivir en Quiché en 1989 hasta la fecha de su muerte, informó en un comunicado la las Hermanas de la Caridad de Nueva York.

Los restos de la religiosa fueron llevados en la tarde del lunes a la Catedral Metropolitana, en donde una multitud de fieles se congregó para rendir tributo a su vida y obra.

«¿Qué daño puede hacer una persona que da su vida por los más pobres, los más necesitados?», se preguntaba el obispo Cabrera, quien ha viajado a Nueva York acompañando el féretro.

En los últimos 18 meses, 6 ciudadanos norteamericanos han perdido la vida de forma violenta, sin que hasta la fecha se tenga las investigaciones de sus muerte hayan logrado resultados, ha declarado Kay Mayfield, portavoz de la embajada de Estados Unidos en Guatemala.

La investigación sobre el crimen, en la que participa la Policía Internacional, está en marcha lo que impide a la embajada de los Estados Unidos emitir comentarios sobre la supuesta razón del asesinato, según Mayfield.

«La muerte de la Hermana Barbara, víctima inocente de las fuerzas de mal, a pesar de la pena profunda que nos provoca, anima nuestra esperanza para seguir adelante con nuestro trabajo pastoral, confiados siempre en Jesús resucitado, el Señor de la Historia», concluye el comunicado que ha escrito con este motivo monseñor Julio Cabrera Ovalle.

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ZENIT Staff

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