Asesinado el representante del Papa que promovía la paz en Burundi

Primer crimen contra un nuncio apostólico

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CIUDAD DEL VATICANO, 1 enero 2004 (ZENIT.org).- «Profundamente emocionado por la triste noticia de la muerte violenta del arzobispo Michael Courtney, nuncio apostólico en Burundi», Juan Pablo II hizo llegar en un telegrama su cercanía espiritual a la Iglesia en el país africano el martes pasado.

Al recibir la noticia del asesinato –el pasado 29 de diciembre por la tarde– de su representante, el Papa se recogió en oración por el alma «de este siervo fiel y generoso de la Iglesia y de la Santa Sede, muerto en el ejercicio de su difícil misión», confirmó la Secretaría de Estado del Vaticano.

Igualmente, «transmitió a los familiares del llorado arzobispo sus profundos sentimientos de participación» en su dolor.

El asesinato de un nuncio apostólico no tiene precedentes en la historia moderna de la Santa Sede. Incluso durante las dos guerras mundiales, ningún embajador papal había sido asesinado.

El martes, el Santo Padre envió un telegrama al presidente de la Conferencia Episcopal de Burundi, monseñor Simon Ntamwana –arzobispo de Gitega–, expresando a la Iglesia católica en el país su «cercanía espiritual y viva compasión» por la trágica pérdida del prelado de origen irlandés.

«Pido al Señor de la vida que acoja en su reino de luz y paz a quien ha manifestado durante más de tres años la solicitud cotidiana del Sucesor de Pedro a todos los habitantes de Burundi», expresa Juan Pablo II.

Además invitó «a todos a comprometerse siempre a seguir a Cristo rechazando la violencia, que es un camino sin porvenir, y a construir una paz duradera basada en la justicia, el respeto de las personas y la seguridad para todos».

Un comunicado difundido por la Secretaría de Estado vaticano a última hora del lunes confirma que el asesinato tuvo lugar en Minago, localidad a 50 kilómetros de la capital, Bujumbura, donde el prelado se había desplazado para cumplir con sus obligaciones pastorales.

El automóvil en el que viajaba el representante pontificio junto a un sacerdote, herido en el atentado, el conductor y otra persona, fue atacado en una emboscada tendida desde una colina cerca de la carretera.

El arzobispo Courtney, «que fue trasladado con gran dificultad al hospital más cercano de Bujumbura, no recobró el conocimiento debido a una serie de graves heridas que provocaron una hemorragia que no se pudo detener –añade el comunicado–. A pesar de la labor de los doctores, el prelado falleció durante una intervención quirúrgica de emergencia».

«Con la muerte del arzobispo Courtney se alarga la lista de los misioneros y misioneras que durante 2003 han dado la vida por el Evangelio. Y a esta lista de vidas generosas se añade ahora, por primera vez, el nombre de un representante pontificio. ¡Que el Señor les conceda el descanso eterno!», finaliza el texto de la Secretaría de Estado.

Monseñor Michael Courtney había nacido en Nenagh, Irlanda, en 1945. Fue ordenado sacerdote a los 23 años. Entró en el servicio diplomático de la Santa Sede en 1980 prestando su servicio en África austral, Senegal, la India, Yugoslavia, Cuba y Egipto.

En 1995 fue nombrado enviado especial con funciones de observador permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa en Estrasburgo. En el 2000, Juan Pablo II le nombró nuncio apostólico en Burundi, elevándole a la sede arzobispal de Eanach Dúin.

Monseñor Courtney debería haber dejado Burundi en breve plazo, pues el Santo Padre le había nombrado nuncio apostólico en Cuba. Sólo se esperaba el momento más oportuno para difundir esta nueva misión, confirmó el subdirector de la Oficina de Información de la Santa Sede, padre Ciro Benedettini, ante los micrófonos de «Radio Vaticana».

Según explica el padre Claudio Marano, religioso de los Hermanos Misioneros de San Francisco Javier, en declaraciones a «Radio Vaticano», monseñor Courtney «es un nuncio que nunca calló».

«Su deseo –aclara– era sentar en torno a una mesa a todos para alcanzar la paz. Lo había hecho también en esta Navidad, en la misa celebrada en la catedral. Seguía repitiendo: «Sentémonos todos en torno a una mesa, incluido el grupo que no ha aceptado firmar el alto al fuego»

El conflicto interno burundés estalló en octubre de 1993 cuando fue asesinado el primer presidente elegido democráticamente después de haber desempeñado su cargo durante tan sólo cuatro meses. Desde entonces, unos 200.000 burundeses han sido víctimas de enfrentamientos, en buena parte de carácter étnico, entre las facciones hutu y tutsi.

La figura de los nuncios apostólicos como representantes pontificios
El servicio diplomático de la Santa Sede, el más antiguo del mundo, hunde sus orígenes en los legados papales enviados por los Papas para representarlos en concilios importantes (un Legado estuvo presente en el Concilio de Nicea en el año 325).

Según la Convención Diplomática de Viena del 18 de abril de 1961, los Embajadores de la Santa Sede, llamados Nuncios Apostólicos, son considerados los decanos del cuerpo diplomático del país en el que están acreditados.

El Código de Derecho Canónico (cánones 362 a 367) aclara que «la función principal del legado pontificio consiste en procurar que sean cada vez más firmes y eficaces los vínculos de unidad que existen entre la Sede Apostólica y las Iglesias particulares».

Entre otros deberes del nuncio, destaca «prestar ayuda y consejo a los obispos, sin menoscabo del ejercicio de la potestad legítima de éstos»; y «en lo que atañe al nombramiento de obispos, transmitir o proponer a la Sede Apostólica los nombres de los candidatos».

En particular, debe «esforzarse para que se promuevan iniciativas en favor de la paz, del progreso y de la cooperación entre los pueblos».

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ZENIT Staff

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