Así narró la prensa el funeral de Karol Wojtyla

Análisis de dos mil artículos escritos en Italia en esos días por 650 autores

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ROMA, domingo, 4 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Cinco años después de la muerte y funerales (8 de abril de 2005) de Juan Pablo II, un libro recorre ahora las etapas comunicativas más significativas de aquellos momentos, mostrando cómo los periodistas expertos en asuntos vaticanos narraron los últimos momentos de la vida del Papa polaco.

El volumen, publicado por la Librería Editora Vaticana, lleva por título «La muerte y los funerales de Juan Pablo II en la prensa italiana» («La morte e i funerali di Giovanni Paolo II nella stampa italiana») y tiene por autor a Giovanni Tridente, profesor de Ética informativa y legislación de prensa, en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma.

En esta entrevista, Tridente revive con ZENIT aquellos días históricos de ajetreo informativo. Sólo un evento ha atraído un interés mayor en los últimos tiempos, constata, los atentados del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas y el Pentágono.

–¿A qué resultados llega su libro?

Tridente: Diría ante todo que se analizan dos mil artículos, de los catorce periódicos italianos más importantes (Avvenire, Corriere della Sera, Il Foglio, il Giornale, il Manifesto, Il Messaggero, Il Sole 24 Ore, Il Tempo, la Repubblica, La Stampa, Liberazione, Libero, L’Osservatore Romano, l’Unità). Los dos cotidianos que dedicaron más servicios y espacio fueron la Repubblica y il Corriere della Sera, que sobrepasan el 14 por ciento del material recogido.

Luego se puede constatar una gran cantidad de autores que, en todo ese período, firmaron al menos un artículo. Se trata de un ejército de más de 650 personas entre «vaticanistas», la mayoría, políticos, eclesiásticos y exponentes del mundo de la cultura. Entre éstos, se encuentra la autora más joven, Maria Vittoria, de Viterbo, que con tan sólo 9 años, el 4 de abril de 2005, publicó en la primera página de Il Tempo una carta dirigida al pontífice fallecido.

A nivel propiamente redaccional, hay un 7% de reportajes realizados entre la gente, demostrando que el periodista ha estado en contacto directo con las personas y los lugares del evento, para no perderse esos detalles seguramente emocionantes, que después quedan recogidos en los servicios.

Otro dato significativo es que el 22% de los textos habla del Papa y de la Iglesia en una clave completamente positiva, mientras que sólo un 2% presenta la imagen del pontificado desde una perspectiva negativa, criticando expresamente a la Iglesia. Se trata de artículos de fondo, escritos, por ejemplo, por opinionistas de una determinada orientación ideológica, que nunca han compartido las líneas y la peculiaridad del magisterio papal.

–¿Qué reflexiones pueden hacerse sobre el comportamiento de la prensa en aquellos días?

–Tridente: Sin duda impresiona la capacidad de la prensa conocida como «laica» para analizar el tema del sufrimiento de Juan Pablo II, presentando los rasgos de lo que se convirtió como un auténtico «Evangelio del dolor», que los mismos medios de comunicación reconocen como tal.

Gracias en parte a la atención de los periódicos y de las televisiones, el testimonio y la esclavitud de la enfermedad del Papa Karol Wojtyla no se quedaron en letra muerta; dieron vida a un clima de buenos propósitos entre los miles de personas que, después de haber escuchado y visto lo que sucedía, se sintieron movidos por el afecto, la piedad, y la compasión ante el Santo Padre.

En este sentido, hay que tener en cuenta la capacidad y voluntad de los periódicos para enmarcar la movilización de las masas que invadían el Vaticano, en el contexto de una peregrinación de fe. Muchas crónicas hablaron, de hecho, de una Iglesia en camino viva y joven.

Incluso los «grandes de la tierra», los jefes de Estado, quedaron oscurecidos por el verdadero poder de las personas, surgido de la fuerza de su amor, de la valentía de sus ideas, de su fe y de la esperanza de sus espíritus, algo que la prensa constató y relanzó.

De los funerales no sólo conmociona la muchedumbre, sino también la solemnidad del rito, con todos sus símbolos, desde el crucifijo hasta el libro de los Evangelios. En este sentido, son interesantes las interpretaciones que se ofrecen a la conmovedora imagen del libro del Evangelio hojeado por un viento impetuoso, como lo fue «para la Iglesia y para el mundo entero el pontificado que acababa de concluir». 

–¿Quién impuso la agenda a los medios de comunicación?

–Tridente: Podemos afirmar con absoluta certeza que los diferentes órganos de prensa no descuidaron ningún detalle de la serie de acontecimientos y celebraciones de abril de 2005, y no podía ser de otro modo, dada la popularidad de Wojtyla y el hecho de que nunca había evitado a los medios de comunicación, ni siquiera cuando podían resultarle inconvenientes, consciente de que a través d ellos medios podía llegar a las personas.

Quien dictó la agenda fue, sin duda, Juan Pablo II, que con su testimonio, en una sociedad que busca el éxito, la belleza, la diversión, permitió a todos reflexionar sobre el valor del sufrimiento y de la muerte. A través de los periódicos y televisiones, confirmó cómo el mismo dolor y la muerte, si se viven bien, pueden incluso conquistar dignidad.

La gente común también desempeñó un papel clave, las diferentes personas reunidas en Roma, con sus historias personales y sus ansias espirituales. La muchedumbre se convirtió en protagonista inesperada que, mientras se preguntaba por el sentido de la existencia y reconocía la grandeza del hombre Wojtyla, llevando a los medios de comunicación a plantearse preguntas y volver a dar en los periódicos un papel a la religión, los testimonios de fe, la oración, el significado de la misa…

Me gusta constatar que fue una fiesta de la comunicación, tanto humana como religiosa, de la que fueron protagonistas las personas, comenzando por el Papa, con la muchedumbre de periodistas, y de la que ha salido beneficiada la religión, el sentido de lo sagrado y la imagen del papado.

–¿Podría decirse que la muerte y los funerales de Juan Pablo II se han convertido en el acto de evangelización más importante de la vida del pontífice?

–Tridente: Al ver los sucedido y el eco que todavía hoy puede apreciarse de aquellos momentos, junto a las expresiones de devoción popular cada vez más crecientes, se puede afirmar sin miedo a ser contradichos que la muerte y el funeral del Papa polaco fueron el final natural de su testimonio de vida y confirmaron, en caso de que todavía quedaran dudas, el espíritu misionero y de servicio a la Iglesia y la entrega confiada, total y filial al Señor del siervo de Dios Juan Pablo II.

Se trata de imágenes y sentimientos que siguen estando vivos en el espíritu de millones de individuos en el mundo que de una manera u otra «estaban aquel día», y cuyos corazones todavía hoy vibran con un escalofrío personal y secreto.

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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