Auténtica solidaridad hacia las personas con autismo y sus familias

Hoy celebramos la 6ª Jornada Mundial del Autismo

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El 2 de abril se celebra la Jornada Mundial del Autismo. El autismo es un trastorno del desarrollo que aparece en los primeros años de la vida y se caracteriza por presentar dificultades específicas tanto a nivel social como comunicativo y cognitivo.

El arzobispo Zygmunt Zimowski, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud envió un mensaje con motivo esta jornada.

En el mensaje, el presidente del Consejo Pontificio expresa «la preocupación de la Iglesia por las personas con autismo y sus familias, invitando a la comunidad cristiana y a las personas de buena voluntad para que manifiesten gestos auténticos de solidaridad hacia ellos».

El arzobispo Zimowski habla del autismo como de «una palabra que todavía produce susto a pesar del hecho de que muchas culturas, que tradicionalmente excluían las discapacidades, han comenzado a aceptar socialmente a los ‘discapacitados’, a desmantelar muchos de los prejuicios que rodean a las personas con discapacidad, incluidos sus padres».

Matiza que la imagen «típica y estereotipada» del niño autista debe revisarse profundamente. A través de su historia, continúa, «la Iglesia siempre ha demostrado una gran preocupación ante este ámbito de la medicina con un testimonio concreto al nivel universal», y añade «ante los problemas y dificultades que afrontan los niños autistas y sus padres, la Iglesia ofrece con humildad el camino del servicio a estos hermanos que sufren, acompañándolos mediante la compasión y la ternura en su difícil camino humano y psico-relacional, mediante una acción efectiva de las parroquias, las asociaciones, los movimientos eclesiales y las personas de buena voluntad».

Pero, además de una gran sensibilidad, la acción debe ir acompañada de «una solidaridad fraterna auténtica». En todo momento hay que ofrecer «una atención integral a la persona ‘frágil’ como lo es un afectado por el autismo, la cual se concreta en una actitud de cercanía», sin hacerle sentirse como un «número».

El presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud recuerda que hay que atender a la persona en su totalidad: «ningún procedimiento, por perfecto que sea, podrá ser ‘eficaz’ si le falta la ‘sal’ del Amor, ese Amor que cada uno de estos enfermos reclama y que lo podemos descubrir en sus ojos».

Por eso, afirma, «la sonrisa de estos niños y la serenidad de su familia […] será la mejor y la más grande satisfacción que podremos obtener».  En la práctica, concreta el arzobispo, «se trata de acoger a los niños autistas en los diversos campos de la actividad social, educativa, catequética, litúrgica, de manera correspondiente con su capacidad de relación»

El Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, en este Año de la Fe, expresa su deseo de «compartir con las personas que sufren de autismo, la esperanza y la certeza de que la adhesión al Amor nos permite reconocer a Cristo resucitado cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de la vida».

También recuerda unas palabras del beato Juan Pablo II, precisamente hoy con motivo del octavo aniversario de su regreso a la casa del Padre cuando dijo que «la calidad de vida de una comunidad se mide en gran parte por el compromiso en el cuidado de los más débiles y más necesitados y en el respeto a su dignidad de hombres y mujeres».

También menciona unas palabras del papa Francisco en los primeros días de su pontificado: «Debemos mantener viva en el mundo la sed de lo absoluto, no permitiendo que prevalezca una visión de la persona humana en una sola dimensión, según la cual el hombre se reduce a lo que produce y a lo que consume: esta sería una de las trampas más peligrosas para nuestro tiempo».

Para finalizar el mensaje confirma su cercanía y oraciones «a las personas con autismo, a sus familias y todos aquellos que están comprometidos con su servicio».

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Staff Reporter

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