«Bajo la Cruz, no existen divisiones», dice el obispo expulsado de Siberia

Monseñor Mazur confía en que el gobierno ruso reaccione al mensaje del Papa

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CIUDAD DEL VATICANO, 16 enero 2003 (ZENIT.org).- El llamamiento que lanzó Juan Pablo II este lunes a las autoridades rusas «nos ha dado esperanza y valor», confiesa monseñor Jerzy Mazur, obispo de la diócesis de San José de Irkutsk (Siberia oriental), expulsado del país el pasado abril sin razón alguna.

Los tres últimos sacerdotes católicos expulsados de San Petersburgo se suman a la lista encabezada por monseñor Mazur y otros cuatro sacerdotes más.

El obispo, en declaraciones concedidas a la Agencia SIR afirma: «Espero que todos hayan podido oírle [al Papa] y que no permanezcan en silencio. Espero también que el gobierno ruso tome decisiones concretas para que por fin los fieles católicos en Rusia puedan volver a tener a sus pastores».

«El ecumenismo hoy representa ir de nuevo a todos aquellos creyentes, ortodoxos, católicos, protestantes y de otras confesiones, que han sufrido mucho en el pasado reciente. Muchos de ellos han llegado al testimonio del martirio», explicó monseñor Mazur.

«Esta es la base de la que hay que partir para celebrar una vez más la “Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos”», subrayó.

«Para el camino de la reconciliación –recalcó el obispo de San José de Irkutsk– debemos permanecer bajo la Cruz, contemplar juntos a Cristo, que sufrió y nos enseña y envía a predicar su amor».

«Bajo la Cruz no hay lugar para católicos, ortodoxos o protestantes. Bajo la Cruz todos somos iguales, somos verdaderamente hermanos», concluyó.

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ZENIT Staff

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