Bakhita, esclava y santa, esperanza para el Sudán esclavizado

Reunidos en Italia los obispos del país africano con motivo de la canonización

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MILAN, 14 sep (ZENIT.org).- Ex esclava y humilde religiosa, Josefina Bakhita, la santa del Sudán que será canonizada por el Papa el 1 de octubre, es símbolo de fe y de unidad para el martirizado pueblo sudanés que vive, en el sur cristiano, la persecución y la reducción a la esclavitud.

Nacida en Sudán, en 1869, año de la apertura del canal de Suez, fue raptada y esclavizada a los siete años por traficantes árabes. El nombre de «Bakhita», que significa «Afortunada» se lo dieron precisamente sus «amos». Fue comprada y vendida cinco veces hasta que en 1882 fue comprada por un agente consular italiano, Calisto Legnani, quien la llevó a Italia. Allí, como niñera, conoció el cristianismo y se bautizó en 1890. Tres años más tarde entró en la Congregación de las Religiosas Cannosianas, donde vivió en el convento del norte de Italia en Schio (Vicenza), realizando trabajos humildes. En la localidad, muy pronto gozó ya de fama de santidad. Cuando murió Bakhita, el 8 de febrero de 1947, una fila ininterrumpida de personas pasó durante tres días para despedirse de su féretro.

En la nueva santa, en su fe sencilla y profunda, se reconoce la minoría cristiana de Sudán. «La devoción a esta santa –dice monseñor Antonio Menegazzo, administrador apostólico de El Obeid, diócesis del norte de Sudan en la que nació la religiosa canosiana– es muy fuerte y difundida. Todos los años, en febrero, se celebra en cada diócesis y parroquia su fiesta. Se trata de celebraciones muy participadas, con muchos elementos de la cultura y la tradición locales. Se ha escrito incluso un himno en su honor cuando se anunció la canonización. Los católicos de todo el país lo han aprendido, preparándose con gran participación a este extraordinario evento».

Tan extraordinario que ha movilizado a la entera Conferencia Episcopal sudanesa, que se reúne en estos días en Pesaro (Italia), en su tradicional reunión anual. «Hemos elegido renunirnos en Italia –explica monseñor Cesare Mazzolari, obispo de Rumbeck, al sur de Sudán– no sólo porque la división norte-sur, causada por la guerra nos impide encontrarnos dentro del país, sino también para poder estar presentes en la canonización de la madre Bakhita. Todos los obispos participarán en la ceremonia del 1 de octubre en el Vaticano, precedida por un encuentro, el 30 de septiembre, en el aula Pablo VI. Será una ocasión importante y significativa para todos los peregrinos venidos de Sudán, que tendrán ocasión de manifestar su devoción a la santa».

Con los obispos estarán varios sacerdotes y religiosas y un grupo de laicos, unos 160 del área controlada por el gobierno islámico de Jartum y unos sesenta del sur de Sudán. «Serán ellos –subraya monseñor Menegazzo– el alma de esta celebración con sus cantos, sus representaciones, su testimonio. Testimonio de fe de una Iglesia que sufre, de un pueblo que muere por la guerra y por el hambre. Bakhita es para todos nosotros un símbolo de sufrimiento y de esperanza. La gente que todavía hoy vive el drama de la esclavitud, de las incursiones, de los bombardeos y de la carestía, se reconoce en Bakhita, la niña hecha esclava y deportada a El Obeid; los muchísimos prófugos, casi cuatro millones, reviven el drama de la lejanía forzada de su tierra. Pero reconocen también la gran fuerza de ánimo, la tenacidad en superar las dificultades, la humildad en ponerse al servicio de los otros. Encuentran en ella protección y esperanza».

La devoción por Bakhita es muy fuerte sobre todo en la diócesis de El Obeid, donde la santa vivió en esclavitud antes de ser traída a Italia y rescatada, y en Jartum. El mismo obispo de la capital sudanesa, monseñor Gabriel Zubeir Wako, presidente de la Conferencia Episcopal, ha compuesto los textos de los cantos que acompañarán la ceremonia de canonización.

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ZENIT Staff

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