Balmes en el bicentenario de su nacimiento (1810-2010)

Entrevista a Enrique Martínez sobre este filósofo y apologeta catalán

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BARCELONA, lunes 20 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Pío XII le llamó «Príncipe de la Apologética moderna» pero hoy muchos no han ni oído nunca a hablar de él. Su nombre es Jaume Llucià Antoni Balmes i Urpià (más conocido como Jaume Balmes), filósofo, reconocido teólogo y apologeta nacido hace 200 años en Vic, en Cataluña.

En el Año Balmesiano, ZENIT ha querido entrevistar a Enrique Martínez, Director del Instituto Santo Tomás de Balmesiana (www.balmesiana.org), Miembro ordinario de la Pontificia Academia de Santo Tomás, para ahondar en la figura -olvidada- de este filósofo.

Enrique Martínez, que también es Vicerrector de Investigación, Postgrados y Calidad de la Universitat Abat Oliba CEU (www.uao.es), resalta de Balmes su papel de “educador mediante el periodismo” y subraya cómo la filosofía moral de Balmes apela a “la integración en el hombre de todas sus facultades, de todas sus capacidades: los sentimientos, la razón, la voluntad, la religiosidad…”

–En Barcelona mucha gente piensa que Balmes es una calle, muy céntrica por cierto.

Martínez: Y lo es, ciertamente, pero como suelo decirles a mis alumnos: «Balmes es más que una calle». A pesar de morir joven, con sólo 38 años, adquirió ya en vida un notable reconocimiento en España y a nivel internacional, tanto por su pensamiento filosófico, como político, como apologético. Ahora se cumple el bicentenario de su nacimiento, y es de justicia conmemorarlo.

–¿Por qué no se conoce esta figura, es por ser inaccesible, por negligencia por parte de instituciones que no la valoran…?

Martínez: Que alguien de la talla de Balmes no sea conocido en nuestros días, y hasta positivamente olvidado por instituciones académicas o políticas, no es algo casual. Y en modo alguno se debe a una presunta inaccesibilidad, pues su pensamiento se caracteriza precisamente por la claridad y sencillez -su obra más conocida, El Criterio, se encontraba hace varias décadas en todos los hogares catalanes-.

Sin duda alguna, es su posicionamiento en cuestiones políticas de fondo, vinculando la Iglesia a la regeneración moral de la sociedad, lo que lleva a algunos a acallar su voz en nuestros días.

–¿Cuál es la fuerza de la filosofía moral de Jaume Balmes?

Martínez: La filosofía moral de Balmes apela a la integración en el hombre de todas sus facultades, de todas sus capacidades: los sentimientos, la razón, la voluntad, la religiosidad… Y ello desde un profundo realismo, que busca ordenar la vida desde lo que el hombre es y a lo que se ordena por naturaleza.

Pero no lo propone tanto desde fórmulas teóricas, sino desde modelos ejemplares que cautiven. Él mismo es un modelo en su actividad política: fiel a sus convicciones y prudente en sus propuestas, firme en todo momento en la búsqueda del bien común, claro en la denuncia de los males de la España de su tiempo y justo en el reconocimiento de sus riquezas morales, etc.

–Balmes también cultivó la escritura periodística. ¿Qué podría aportar hoy recuperar su figura, en el campo comunicativo?

Martínez: En efecto, Balmes colaboró en varios periódicos, fundando y dirigiendo: La Sociedad y El Pensamiento de la Nación.

Incluso tiene expresiones que parecen referirse a la tecnología comunicativa de nuestros días: «Nada conozco más grato que escribir una palabra y tener una seguridad profunda de que aquella palabra, dentro de pocas horas, volará a grandes distancias, y vibrará en millares de espíritus, para producir una convicción o excitar una simpatía, como una chispa eléctrica que, saliendo de un punto, conmueve la atmósfera hasta un remoto confín».

Pero en todo momento Balmes escribió con ánimo de influir en la opinión pública desde la verdad, para formar de este modo el criterio de la población. Fue un educador por medio del periodismo. Nos podríamos preguntar si eso es lo que hoy pretenden los medios de comunicación.

–¿Cuáles serían los elementos de su pensamiento que cualquier persona interesada en el humanismo cristiano debería saber?

Martínez: Lo que animó la actividad política, periodística y filosófica de Balmes fue, sin duda, su intención apologética: mostrar con razones la necesidad de religión católica y de la Iglesia en la vida individual y en la sociedad.

Su obra El Protestantismo comparado con el Catolicismo es en esto de una gran actualidad, pero también aquel delicioso escrito menor: Cartas a un escéptico en materia de religión. Con ese ánimo apologético salió poco antes de morir en defensa del Papa Pío IX con un opúsculo que le trajo numerosos sinsabores.

La mejor enseñanza de humanismo cristiano de Balmes es, por tanto, que toda actividad humana debe estar sobrenaturalizada por la fe; parafraseando a Terencio: «Nada humano me es ajeno».

Por Miriam Díez i Bosch

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ZENIT Staff

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