Beatificación en Nagasaki de 188 mártires católicos

Asistirá el cardenal prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos

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TOKYO/ROMA, jueves, 11 octubre 2007 (ZENIT.org).- En Nagasaki se celebrará el 24 de noviembre próximo, la beatificación de 188 mártires japoneses asesinados en la primera mitad del siglo XVII, por su fe, confirmó este miércoles la Oficina de Prensa del Vaticano.

El anuncio ha sido hecho por el secretario general de la Conferencia Episcopal japonesa, padre Manyo Maeda, quien leyó la carta enviada por la Santa Sede al presidente de la Conferencia Episcopal japonesa y obispo de Tokio, monseñor Takeo Okada, según informa la agencia AsiaNews.it.

En la ceremonia, participará el cardenal José Saraiva Martins, cfm., prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, como enviado especial de Benedicto XVI.

Según el padre Isao Hashimoto, canciller de la diócesis de Nagasaki, más de veinte mil fieles han declarado ya que quieren intervenir en la misa de beatificación.

En una carta a los católicos japoneses –según informa AsiaNews.it–, monseñor Okada anuncia «con gran alegría» la decisión vaticana, y añade: «Espero que todos nosotros lograremos mantener en el corazón el significado de esta decisión, y el tesoro que simboliza la fe que nuestros predecesores nos han dejado, incluso con su sangre».

Entre los mártires japoneses asesinados entre 1603 y 1639, por su fe, hay sacerdotes, religiosas y laicos. La causa es denominada «beatificación del padre Kibe y de sus 187 compañeros».

El padre jesuita Pedro Kibe Kasui nació en 1587, en el año en el que Toyotomi Hideyoshi, entonces en el Gobierno, emitió un edicto que imponía a los misioneros extranjeros dejar el país, que hacía poco había salido de un periodo de guerras intestinas.

A los cincuenta años, entró en el seminario de Nagasaki, donde los estudiantes internos eran preparados para asimilar el latín, hacer estudios humanísticos y de literatura japonesa. Allí permaneció durante seis años.

Mientras tanto, en febrero de 1614, la comunidad católica fue puesta a dura prueba por las medidas anticristianas del Gobierno Togukawa, que llevaron al cierre de todas las iglesias del país y a la reunión de todos los misioneros extranjeros y locales en Nagasaki.

En noviembre de 1614, laicos cristianos y autorizados exponentes de la sociedad fueron obligados a exiliarse. Así hizo también el padre Kibe, que pasó antes por el seminario de Macao y luego se dirigió a Roma, a comienzos de 1618.

Fue ordenado sacerdote el 15 de noviembre de 1620, y tras completar el noviciado en Lisboa, hizo sus primeros votos como jesuita el 6 de junio de 1622.

Una vez que regresó a Japón, para ejercer su ministerio entre los católicos perseguidos, en 1639 fue capturado en Sendai, junto a otros dos sacerdotes. Interrogado y torturado durante diez días seguidos, tras rechazar abjurar, fue martirizado en julio de 1639.

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ZENIT Staff

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