Beato Estanislao Kubista

«El espíritu josefino de este mártir verbita, asesinado por la Gestapo por su condición sacerdotal, impregnó su labor misionera. Al santo Patriarca encomendó cuánto hizo, poniendo también bajo su amparo las revistas que fundó»

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Nació en Kotuchna, en la Silesia polaca, el 27 de septiembre de 1898. Fue el quinto de nueve hermanos que recibieron de sus padres, Stanislaw, un honrado trabajador forestal, y de Franciszka, la madre, una sólida formación en la fe. En familia se rezaba el rosario y se compartía la devoción a María ante un pequeño altar que presidía el hogar. El matrimonio fue bendecido por Dios con varias vocaciones a la vida religiosa entre sus vástagos, uno de ellos Estanislao. Éste, sensibilizado por lo que acontecía en su entorno, era enormemente receptivo hacia todo aquello que reportase un bien. Sería la base sobre la que Dios iba a trabajar. La semilla ya había germinado y crecería frondosa en una excelente tierra. Puso en su camino a un hermano perteneciente a la Sociedad del Verbo Divino (SVD) de Nysa que distribuía las revistas misioneras y la literatura polaca. Y lo que podía haber quedado en una acción ordinaria, a la que apenas se presta atención aunque solo fuese por la costumbre, en su caso adquirió tintes nuevos. La presencia de esta persona y la actividad que llevaba a cabo fue tan sumamente importante para él que, influenciado por ello, se sintió atraído casi a la par por la vida misionera y por la literatura.

Bien es verdad que tuvo la fortuna de tener cerca a un gran sacerdote. Era el coadjutor de Mikolow, padre Michatz. Éste, llevado por su afán apostólico, al darse cuenta de que el joven tenía vocación, le prestó su ayuda para que pudiera ingresar en el seminario menor de la (SVD) de Nysa. Sin embargo, la guerra impidió que pudiese culminar los estudios. No le quedó más remedio que servir en el frente. Fue telefonista y telegrafista en el cuartel de Szczecin hasta la primavera de 1919.

Como tantas familias, la suya también quedó herida por la barbarie. Su hermano mayor fue una de sus víctimas. Al volver retomó el camino que había quedado cercenado por la contienda. Prosiguió sus estudios, hizo el noviciado en Mödling y profesó como religioso del (SVD). Era una persona algo introvertida. Pero sus formadores apreciaron su sentido del deber, el rigor que se imponía, así como la humildad y la fidelidad que le hacían acreedor de confianza. Fue ordenado sacerdote en 1927. Gozaba de buena salud, y explícitamente lo hizo notar en el escrito que presentó sometiéndolo al juicio de sus superiores junto a una lista de países lejanos a los que podría partir si lo consideraban oportuno. Ellos tuvieron muy en cuenta lo que dijo. Pero en el otoño de 1928 lo trasladaron a Górna Grupa. Hay consejos que jamás se olvidan. La emocionante despedida de su madre fue: «hijo, permanece fiel al camino que elegiste». Así lo hizo.

Sus cualidades literarias y soltura en el dominio de la lengua le hacían apto para la docencia. Pero él se inclinó a la creación literaria más que a la enseñanza, todo ello sin descuidar la labor misionera y pastoral. En la responsabilidad que le encomendaron: llevar como ecónomo una residencia de 300 personas, fue sumamente eficaz, al punto de que al año siguiente pusieron bajo su tutela la economía regional de la Orden. Sucesivamente fue el redactor de las revistas «El Pequeño Misionero» y «El Tesoro Familiar». En 1937 dio un salto cualitativo y él mismo fundó la revista «El Mensajero del Corazón de Jesús», que puso bajo el amparo de san José, por el que experimentaba gran devoción y al que no dudaba en encomendar cualquier necesidad que surgía. Así, al Santo Patriarca atribuía haber podido erigir el edificio que albergaba la imprenta equipándola convenientemente. Su actividad imparable dio también como fruto la publicación de artículos de temática teológica y pedagógica con trasfondo espiritual. Se convirtió en fértil autor de relatos, novelas y obras teatrales, todas ellas sumamente instructivas. Tenían único objetivo: «colaborar con Jesús en la salvación de las almas».

La tarea que llevaba a cabo guardaba estrecho paralelismo con el ejercicio de su misión pastoral que desplegaba con todos, especialmente con los seminaristas que hallaron en él un confesor ideal. Su fidelidad, junto a un carácter disciplinado y servicial, ponían de relieve su madurez espiritual. Cuando estalló la guerra en 1939, valerosamente se enfrentó a la Gestapo en defensa de los débiles. En un primer momento se salvó de una más que segura represalia, lo cual atribuyó a san José. Pero no pudo impedir que destruyeran lo que con tanta ilusión había puesto en pie: la imprenta. Sufrió viendo cómo arrasaron lo que hallaron al paso. Perdieron entonces todo lo que tenían para sustento de la gran comunidad. La tragedia, que no hizo más que comenzar, continuó in crescendo, con el arresto de los sacerdotes y la confiscación de los bienes. De nuevo san José le ayudó a encontrar una salida, que fue momentánea, para poder alimentar a todos, hasta que fueron detenidos en febrero de 1940 y conducidos de Stutthof a Sachesenhausen.

Estanislao, que había disfrutado de excelente salud, confinado en el bloque 29 destinado a los tuberculosos, enfermó a fuerza de tantas carencias, inclemencias meteorológicas y el trato vejatorio e inhumano que no cesaron de infligirles a todos ellos. Tan solo el Jueves Santo de ese año pudieron celebrar la Eucaristía y recibir la comunión de forma clandestina. El organismo del beato, cada vez más debilitado, entró en una aguda fase de deterioro ante la pasividad de los vigilantes que, por si fuera poco, se encarnizaron con él. Le obligaban a realizar trabajos forzados en claro intento de llevarlo a la muerte. Lo recluyeron en un retrete donde estuvo tres días, y vio que su fin se acercaba: «Esto ya no durará mucho. Estoy muy debilitado. ¡Dios mío, cómo quisiera regresar a Górna Grupa. Pero Dios por lo visto tiene otros planes. Que se cumpla su voluntad». El 26 de abril de ese año, el jefe de la barraca se dirigió a él. Con manifiesta brutalidad, espetó: «Ya no tienes por qué vivir» al tiempo que le aplastaba el pecho y la garganta con el pie. Juan Pablo II lo beatificó el 13 de junio de 1999.

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Isabel Orellana Vilches

Isabel Orellana Vilches Misionera idente. Doctora en Filosofía por la Universidad Autónoma de Barcelona con la tesis Realismo y progreso científico en la epistemología popperiana. Ha cursado estudios de teología en la Universidad Pontificia de Salamanca. Con amplia actividad docente desde 1986, ha publicado libros como: Realismo y progreso científico en la epistemología popperiana, Universitat Autònoma de Barcelona, 1993; El evangelio habla a los jóvenes, Atenas, Madrid, 1997; Qué es... LA TOLERANCIA, Paulinas, Madrid, 1999; Pedagogía del dolor. Ensayo antropológico, Palabra, Madrid, 1999; En colaboración con Enrique Rivera de Ventosa (†) OFM. Cap. San Francisco de Asís y Fernando Rielo: Convergencias. Respuestas desde la fe a los interrogantes del hombre de hoy, Universidad Pontificia, Salamanca, 2001; La "mirada" del cine. Recursos didácticos del séptimo arte. Librería Cervantes, Salamanca, 2001; Paradojas de la convivencia, San Pablo, Madrid, 2002; En la Universidad Técnica Particular de Loja, Ecuador, ha publicado: La confianza. El arte de amar, 2002; Educar para la responsabilidad, 2003; Apuntes de ética en Karl R. Popper, 2003; De soledades y comunicación, 2005; Yo educo; tú respondes, 2008; Humanismo y fe en un crisol de culturas, 2008; Repensar lo cotidiano, 2008; Convivir: un constante desafío, 2009; La lógica del amor, 2010; El dolor del amor. Apuntes sobre la enfermedad y el dolor en relación con la virtud heroica, el martirio y la vida santa. Seminario Diocesano de Málaga, 2006 y Universidad Técnica Particular de Loja, Ecuador (2007). Cuenta con numerosas colaboraciones en obras colectivas, así como relatos, cuentos, fábula y novela juvenil, además de artículos de temática científica, pedagógica y espiritual, que viene publicando en distintas revistas nacionales e internacionales. En 2012 culminó el santoral Llamados a ser santos y poco más tarde Epopeyas de amor prologado por mons. Fernando Sebastián. Es la biógrafa oficial del fundador de su familia espiritual, autora de Fernando Rielo Pardal. Fundador de los Misioneros Identes, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2009. Culmina la biografía completa. Tiene a su cargo el santoral de ZENIT desde noviembre de 2012.

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