Beato Juan Pablo II: la sabiduría de la Cruz en la coherencia entre magisterio y testimonio

Jornada de reflexión en el Vaticano organizada por la Universidad Lateranense

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Por Sergio H.Mora

ROMA, Viernes 18 mayo 2012 (ZENIT.org).- Una jornada de estudio y reflexión sobre ‘La sabiduría de la Cruz en el magisterio de Juan Pablo II”, se realizó este martes 15 de mayo en la iglesia de ‘Santo Stefano degli Abisini’ en el Vaticano, junto a un momento de oración con el cardenal Angelo Comastri y ante la sepultura del beato Wojtyla.

Entre los diversos puntos abordados figura el pensamiento del papa polaco en sus encíclicas, como una gran contribución al Concilio Vaticano II; pero también su concepción de la persona, que no nacía de un libro sino de su experiencia pastoral. El punto fundamental entretanto fue su testimonio. Un pontífice que dio la parte que más convenció de su mensaje justamente en la debilidad, porque su testimonio de aceptación del sufrimiento quizás fue es el aspecto que las multitudes entendieron más.

El profesor Fernando Taccone, director de la cátedra Gloria Crucis de la Pontificia Universidad Lateranense, explicó a ZENIT que ellos realizan estos programas dos veces al año y que después los textos se publican para que sean accesibles al mundo científico y académico. El tema de Juan Pablo II fue elegido, añadió, “porque quisimos dar una clave desde el punto de vista de la experiencia del tema de la Cruz, vista en una persona, en su figura y en su pensamiento”.

Otro de los conferencistas, el profesor Gilfredo Marengo, del Pontificio Instituto Juan Pablo II sobre Matrimonio y Familia, dijo a ZENIT que en su conferencia quiso recordar tres encíclicas de Juan Pablo II: Redemptor Hominis, Dives in Misericordia y Dominun e vivificantem. “Estas fueron pensadas como su gran contribución a la recepción del Concilio Vaticano II, en la cual emerge una lectura profundamente unitaria del misterio de Cristo y del misterio del hombre, centrado en la redención”.

“Un tríptico trinitario y un intento -añadió-, de síntesis sobre un recorrido de reflexión de la vida de la iglesia, que él inicia en Cracovia en los años 70 y trae a Roma, la que después se desarrolla en otros textos hasta la Dominum et Vivificantem de 1986”, como una contribución peculiar a las enseñanzas del Vaticano II, especialmente de la constitución Gaudium et Spes, texto particularmente querido por el pontífice.

“Si queremos sugerir una posible fórmula sintética podríamos decir –prosiguió Marengo–, que a la luz de las encíclicas dedicadas al Concilio, la preocupación central de aquel evento eclesial fundamental, es reconducida por el papa al tríptico: Cristo-hombre-Iglesia.

Y también, como el concepto que Juan Pablo II había elaborado de la persona humana no nacía de un libro sino de su experiencia pastoral, “ha atraído a la gente –dijo Marengo–, porque era un testigo y un pastor antes que todo, un hombre que sintió una singular unidad entre la tarea particularmente institucional que el papa tiene en la iglesia y su humanidad”. Y recordó cómo en el texto del profesor Andrea Riccardi, se indica que esto es una paradoja. Un gobierno carismático es casi una contradicción entre gobierno-carisma, pero de hecho fue esto. Quizás esta fue su singular originalidad”.

El cardenal Georges Marie Cottier, OP, teólogo emérito de la Casa Pontificia, en su conferencia recordó el lema de Juan Pablo II: ‘Totus Tuus’, referido a la Virgen. “Recibido de san Luis María Grignon de Monfort en el Tratado de la verdadera devoción a María”. Y cómo el papa Wojtyla “tuvo conciencia de esto, tal como lo atestigua su lectura del atentado el día de la Virgen de Fatima”. Un papa que vio “un signo de la maternidad de María en nuestra época, marcada por las persecuciones y el derrumbarse de los totalitarismos”.

El padre Ottaviano D’Egidio, superior general de los pasionistas, indicó que “la primera cosa, aún antes de sus enseñanzas es el testimonio de su vida”. Una enseñanza penetrada por la sabiduría de la Cruz. Y como el pensamiento del beato indicaba: “La sabiduría de la Cruz supera cualquier límite cultural que se quiera imponer”. Y concluyó recordando el “No tengan miedo. Abrir de par en par las puertas a Cristo”. Y precisó: “Si bien lo que le pedía a todos, él lo hizo primero”.

El rector de la Pontificia Universidad Lateranense, monseñor Enrico dal Covolo, SDB, subrayó: “Que él haya sido un ‘escogido’ en el sentido fuerte, bíblico del término, es una convicción cada vez más difundida en las personas que lo encontraron”. Y como un “Don y misterio lo fue tanto por su sacerdocio (…) y más en general en toda su vida”.

El sacerdote pasionista Ciro Benedettini, vicedirector de la sala de prensa de la Santa Sede, centró su exposición sobre la capacidad de Juan Pablo II de comunicar el mensaje cristiano, de volverse puente y mediador “viviendo sus sufrimientos como un cumplir la voluntad de Dios”. “Sea en el período de su vigor físico –recordó el padre Ciro–, cuando era llamado el ‘atleta de Dios’, o en el tiempo de la debilidad y la enfermedad. Más aún, la parte que más convenció de su mensaje fue justamente en la debilidad. Su testimonio de aceptación del sufrimiento quizás fue el aspecto que las multitudes mejor entendieron”.

El periodista vaticanista de la RAI, Aldo María Valli, recordó que se habló de la “fuerza débil” de Wojtyla. Un papa que nunca escondió sus problemas físicos, con la preocupación de algunos sobre lo que pudiera decir a los jóvenes un papa tan débil, cansado y enfermo. En cambio él superó cada previsión. Después de la aceptación del dolor viene la pregunta: ¿Por qué sufrimos?, lo que no es fácil de responder ni siquiera para un pontífice. “El papa abrió una brecha en el misterio del dolor, un misterio que se explica solamente en Jesucristo, quien no responde en modo abstracto sino con un llamado: sígueme”.

El periodista concluyó: “Este es el motivo por el cual el papa –si bien cada vez más anciano y cansado–, no se detuvo nunca y hasta el final quiso llevar el anuncio del evangelio al mundo”.

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ZENIT Staff

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