Benedicto XVI acompaña con la oración a quienes están enfermos en soledad

«Cristo es el verdadero médico», asegura

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 12 febrero 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI aseguró este domingo sus oraciones por todos los enfermos que en el mundo se encuentran en soledad.

Así lo explicó este domingo, un día después de la memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes, Jornada Mundial del Enfermo, que este año ha tenido sus celebraciones principales en la ciudad australiana de Adelaida.

« La enfermedad –reconoció el pontífice antes de rezar el Ángelus desde la ventana de su estudio–es un rasgo típico de la condición humana.

Se comprende así, explicó, la oración de san Agustín de Hipona (354-430) en las Confesiones (X,39): «Ten misericordia de mí, ¡Señor! Mira, no te escondo mis heridas. Tú eres el médico, yo soy el enfermo; tu eres misericordioso, yo miserable» («Confesiones», X, 39).

«Cristo es el verdadero «médico» de la humanidad, que el Padre celestial ha enviado al mundo para curar al hombre, marcado en el cuerpo y en el espíritu por el pecado y sus consecuencias», aseguró el pontífice dirigiéndose a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro.

Para encarnar sus palabras citó el pasaje del Evangelio que presentaba la liturgia en este domingo, cuando Jesús curó a un leproso que le pidió ser curado (Marcos, 1, 40-45).

«En este pasaje –reconoció– vemos como concentrada toda la historia de la salvación: ese gesto de Jesús, que extiende la mano y toca el cuerpo con llagas de la persona que le invoca, manifiesta perfectamente la voluntad de Dios de curar a su criatura decaída, restituyéndole la vida «en abundancia», la vida eterna, plena, feliz».

«Cristo es «la mano» de Dios extendida a la humanidad para que pueda salir de las arenas movedizas de la enfermedad y de la muerte, volverse a levantar apoyándose en la roca firme del amor divino», afirmó.

Por último, el Papa confío a «María «salud de los enfermos», especialmente a quienes, en todas las partes del mundo, no sólo sufren a causa de la falta de salud, sino también por la soledad, la miseria y la marginación».

Al mismo tiempo saludó a todas las personas que «en los hospitales o en otros centros atienden a los enfermos y se dedican a su curación ».

«Que la Virgen Santa ayude a cada quien a encontrar consuelo en el cuerpo y en el espíritu, gracias a una adecuada asistencia sanitaria y a la caridad fraterna, que sabe convertirse en atención concreta y solidaria», deseó.

Con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo, el Papa había concedido indulgencias especiales. Presidió en la catedral de San Francisco Javier de Adelaida, las celebraciones con motivo de esta Jornada, el cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud.

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ZENIT Staff

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