Benedicto XVI bautiza en la Vigilia de Pascua a un famoso convertido del islam

Magdi Allam ha encontrado en el catolicismo «la certezza della verità»

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 23 marzo 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI bautizó en la Vigilia de la Noche a siete personas, cinco mujeres y dos hombres de diferentes países, entre los que se encontraba el famoso periodista de origen egipcio Magdi Allam, convertido del islam.

«Siempre hemos de ser «convertidos», dirigir toda la vida a Dios. Y siempre tenemos que dejar que nuestro corazón sea sustraído de la fuerza de gravedad, que lo atrae hacia abajo, y levantarlo interiormente hacia lo alto: en la verdad y el amor», dijo el Papa en la homilía dirigiéndose a todo bautizado.

La Vigilia, el momento más importante del año litúrgico, en la que se revive la resurrección de Jesús, comenzó en el atrio de la Basílica de San Pedro con la sugerente bendición del fuego y la iluminación del cirio pascual.

Como es tradición, en esta noche el Papa administró el Bautismo y los otros dos sacramentos de la iniciación cristiana (Confirmación y Comunión) a adultos de diferentes nacionalidades y condición, que han realizado el necesario camino de preparación espiritual y catequística, que en la tradición cristiana se llama «catecumenado».

Las siete personas que en esta ocasión han recibido el Bautismo proceden de Italia, Camerún, China, Estados Unidos, y Perú.

Magdi Allam, subdirector de «Il Corriere della Sera», el diario de mayor tirada en Italia, de 55 años, quien vive en Italia desde hace 35, recibe protección policial desde hace un lustro por las amenazas recibidas a causa de sus críticas al islamismo radical violento.

Explicando los motivos que han llevado al Papa a administrar en esta ocasión el bautismo al periodista, el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha aclarado que «para la Iglesia católica toda persona que recibe el Bautismo, tras una profunda búsqueda personal, una decisión plenamente libre y una adecuada preparación, tiene el derecho a recibirlo».

«El Santo Padre administra el Bautismo en el curso de la liturgia pascual a los catecúmenos que le han sido presentados, sin hacer «acepción de personas», es decir, considerándolos a todos igualmente importantes ante el amor de Dios y bienvenidos en la comunidad de la Iglesia», añade el portavoz vaticano.

En una carta escrita este domingo en «Il Corriere della Sera», Allam, que como bautizado ha tomado el nombre de «Cristiano», explica que en su conversión han desempeñado un papel decisivo los testimonios de católicos que «poco a poco se han convertido en un punto de referencia a nivel de la certeza de la verdad y de la solidez de los valores».

Entre ellos cita al presidente del movimiento eclesial Comunión y Liberación, don Julián Carrón; al rector mayor de los salesianos, don Pascual Chávez Villanueva; al cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado; y al obispo Rino Fisichella, rector de la Pontificia Universidad Lateranense, quien le ha «seguido personalmente en el camino espiritual de aceptación de la fe cristiana».

Pero reconoce que quizá el papel más decisivo lo ha desempeñado Benedicto XVI, «a quien he admirado y defendido como musulmán por su maestría para plantear el lazo indisoluble entre fe y razón como fundamento de la auténtica religión y de la civilización humana, al que adhiero plenamente como cristiano para inspirarme con nueva luz en el cumplimiento de la misión que Dios me ha reservado».

«Para mí es el día más bello de mi vida», reconoce.

En su homilía el Papa explicó que la conversión no es sólo la decisión de un día, sino una actitud de fondo que debe realizarse diariamente.

La conversión, aclaró, consiste en «dirigir nuestra alma hacia Jesucristo y, de ese modo, hacia el Dios viviente, hacia la luz verdadera».

Es levantar «el corazón, fuera de la maraña de todas nuestras preocupaciones, de nuestros deseos, de nuestras angustias, de nuestra distracción».

Convertirse, añadió, significa que «siempre debemos apartarnos de los caminos equivocados, en los que tan a menudo nos movemos con nuestro pensamiento y obras».

El Santo Padre concluyó su meditación con esta plegaria: «Sí, Señor, haz que nos convirtamos en personas pascuales, hombres y mujeres de la luz, colmados del fuego de tu amor».

Por Jesús Colina

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ZENIT Staff

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