Benedicto XVI considera que sin amor no se entiende la vida consagrada

En vísperas de la Jornada que se les dedica (2 de febrero)

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 29 enero 2006 (ZENIT.org).- El amor es la única clave para comprender la vida religiosa, consideró este domingo Benedicto XVI en vísperas de la Jornada de la Vida Consagrada.

Al hacer un repaso de hombres y mujeres que a lo largo de su vida se han convertido en testigos de que «Dios es amor» (tema de su primera encíclica), el obispo de Roma constató junto a los miles de peregrinos congregados para rezar la oración mariana del Ángelus que muchos de ellos son religiosos.

En particular, mencionó a los santos Juan de Dios (1495-1550) fundador de los Hermanos Hospitalarios; Camilo de Lelis (1550-1614), fundador de los Siervos de los Enfermos; Vicente de Paúl (1581-1660), fundador de la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad; Luisa de Marillac (1591-1660), fundadora con san Vicente de Paúl de la Hijas de la Caridad, José B. Cottolengo (1786-1842), fundador de la Pequeña Casa de la Divina Providencia; Luis Orione (1872-1940), fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, y a la beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Misioneras de la Caridad.

«Estos hombres y mujeres, que el Espíritu de Cristo ha plasmado, haciendo de ellos modelos de entrega evangélica, nos llevan a considerar la importancia de la vida consagrada como expresión y escuela de caridad», reconoció el pontífice.

El Concilio Vaticano II ha subrayado que «la imitación de Cristo en la castidad, en la pobreza y en la obediencia está totalmente orientada a alcanzar la caridad perfecta».

Con el objetivo de «destacar la importancia y el valor de la vida consagrada» el sucesor de Pedro recordó que la Iglesia celebra el próximo 2 de febrero, fiesta de la presentación del Señor en el Templo, la Jornada de la Vida Consagrada, instituida por el mismo Papa Karol Wojtyla en 1997.

En la tarde, «como le gustaba hacer a Juan Pablo II», el mismo Papa presidirá en la Basílica Vaticana la santa misa, «a la que están invitados de manera particular los consagrados y consagradas que viven en Roma».

«Juntos daremos las gracias a Dios por el don de la vida consagrada y rezaremos para que siga siendo en el mundo signo elocuente de su amor misericordioso», aseguró.

El Papa concluyó encomendando sus oraciones a María, «espejo de caridad» para que «con su ayuda materna los cristianos, y en particular los consagrados, caminen rápidamente y con alegría por el camino de la santidad».

Según la última edición del «Anuario Pontificio» en el mundo hay 137.409 sacerdotes religiosos, 54.620 religiosos no sacerdotes, mientras que las religiosas son 776.269.

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ZENIT Staff

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