Benedicto XVI: “Dios tiene un lugar para nosotros para siempre”

El Papa recuerda que el cielo no es un lugar físico

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

CASTEL GANDOLFO, lunes 16 de agosto de 2010 (ZENIT.org).- “Dios es tan grande que tiene también sitio para nosotros”, en “cuerpo y alma”, afirmó ayer el Papa Benedicto XVI, explicando el significado de la fiesta de la Asunción.

El Pontifice presidió por la mañana la Misa en la parroquia pontificia de Santo Tomás de Villanueva en Castel Gandolfo, donde se encuentra para su descanso veraniego anual.

Durante la homilía, quiso profundizar en el sentido de esta fiesta, que se celebra desde el siglo IV, a pesar de que no fue sino hasta el 1 de noviembre de 1950 cuando Pío XII definió solemnemente el dogma de la asunción de la Virgen en cuerpo y alma al cielo.

María, explicó el Papa, “se inserta hasta tal punto en el Misterio de Cristo que es partícipe de la Resurrección de su Hijo con toda ella misma ya al final de su vida terrena; vive lo que nosotros esperamos al final de los tiempos”.

“Todos nosotros hoy somos bien conscientes de que con el término ‘cielo’ no nos referimos a un lugar cualquiera del universo, a una estrella o a algo parecido”, sino que “nos referimos a algo mucho más grande y difícil de definir con nuestros limitados conceptos humanos”.

“Con este término “cielo” queremos afirmar que Dios, el Dios que se ha hecho cercano a nosotros no nos abandona ni siquiera en la muerte y más allá de ella, sino que tiene un lugar para nosotros y nos da la eternidad; queremos afirmar que en Dios hay un lugar para nosotros”, explicó el Papa a los presentes.

Esta realidad encuentra un pálido reflejo en la memoria que las personas guardan de sus seres queridos: “podríamos decir que en ellos sigue viviendo una parte de esa persona, pero es como una sombra, porque también esta supervivencia en el corazón de los propios seres queridos está destinada a terminar”.

“Dios en cambio no pasa nunca y todos nosotros existimos por razón de Su amor. Existimos porque Él nos ama, porque Él nos ha pensado y nos ha llamado a la vida. Existimos en los pensamientos y en el amor de Dios”.

“Es su Amor que vence la muerte y nos da la eternidad, y es este amor lo que llamamos ‘cielo’: Dios es tan grande que tiene también sitio para nosotros”, añadió.

Pero además, aclaró, no sólo el alma está destinada a la eternidad, sino también el cuerpo: “cada uno de nosotros no seguirá existiendo sólo una parte que nos viene, por así decirlo, arrancada, mientras las demás se arruinan”.

Dios “conoce y ama a todo el hombre, lo que somos. Y Dios acoge en su eternidad lo que ahora, en nuestra vida, hecha de sufrimiento y amor, de esperanza, de alegría y de tristeza, crece y llega a ser. Todo el hombre, toda su vida es tomada por Dios y, purificada en Él, recibe la eternidad”.

Por tanto, afirmó, el Cristianismo “no anuncia solo una cierta salvación del alma en un impreciso más allá, en el que todo lo que en este mundo nos fue precioso y querido sería borrado, sino que promete la vida eterna, “la vida del mundo futuro”: nada de lo que es precioso y querido se arruinará, sino que encontrará plenitud en Dios”.

“Oremos al Señor para que nos haga comprender cuán preciosa es a Sus ojos toda nuestra vida”, concluyó el Papa.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación