Benedicto XVI durante el Ángelus: Sobriedad y oración

También recordó el Día Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo 2 diciembre 2012 (ZENIT.org).- Durante la meditación que antecede la oración del Ángelus, el papa Benedicto XVI recordó que hoy la Iglesia católica de rito latino inicia el Adviento, “cuatro semanas previas a la Navidad, (que) en el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Dios, a su presencia en el mundo”.

Estamos ante un misterio –continuó–, “que rodea la totalidad del cosmos y de la historia, pero que conoce de dos momentos culminantes: la primera y la segunda venida de Jesucristo”. Sobre la primera venida hizo referencia a la encarnación del Hijo de Dios y recordó que la segunda será “el retorno glorioso al final de los tiempos”.

Según enseñó a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro, y a quienes lo seguían por los medios de comunicación, estamos ante “dos momentos, que cronológicamente son distantes –y no nos es dado saber cuánto–, y que en profundidad se tocan, porque con su muerte y resurrección, Jesús ya ha realizado aquella transformación del hombre y del cosmos que es el fin último de la creación”. Sin embargo antes de ese anhelado final de los creyentes, estos tienen la necesidad de anunciar la “Buena Nueva”, tal como lo dijo Cristo en el evangelio de san Marcos (cf. Mc. 13,10).

Es así que “la primera venida del Señor continúa, (y) el mundo debe ser penetrado por su presencia”. Ante esta certeza, recordó a los cristianos que “esta venida permanente del Señor en el anuncio del evangelio pide constantemente de nuestra colaboración”, por lo que la Iglesia, “como la novia, la prometida esposa del Cordero de Dios crucificado y resucitado (cf. Ap. 21,9), en comunión con su Señor”, será una colaboradora permanente de Cristo en una espera “paciente y heroica” de su venida.

Inicio del Adviento

Citando el evangelio con que se inicia el nuevo ciclo litúrgico, recordó que este “traza la línea de conducta a seguir con el fin de estar preparados para la venida del Señor, –cuando Jesús dice a los discípulos–: «Cuiden que no se emboten sus corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida … estén en vela, pues, orando en todo tiempo» (Lc. 21,34.36)”. A este punto, el Catequista universal pidió para estos tiempos de espera, un poco más de “sobriedad y oración”.

Recordó para ello cómo el apóstol Pablo en la Primera Carta a los Tesalonicenses 3,12-13, invita también a «progresar y sobreabundar en el amor» de unos con otros y hacia los demás, para que se consoliden nuestros corazones y seamos irreprochables en santidad. Por lo tanto –completó–, “en medio de la agitación del mundo, o ante los desiertos de la indiferencia y del materialismo, los cristianos acogen la salvación de Dios y dan testimonio con una forma de vida diferente, como una ciudad asentada sobre un monte”.

Citando también al profeta Jeremías, que en el capítulo 33,16 dice: «En aquellos días, Jerusalén vivirá en seguro, y será llamada: Yahvé, nuestra justicia», invitó a los cristianos a ser “un signo del amor de Dios, de su justicia, que ya está presente y operante en la historia, pero que aún no se ha realizado plenamente”

Finalmente, fijó la mirada en María, quien “encarna a la perfección el espíritu del Adviento, que implica escuchar a Dios, y un profundo deseo de hacer su voluntad, de gozoso servicio a los demás (..) Dejémonos guiar por ella, para que el Dios que viene no nos encuentre cerrados o distraídos, sino que pueda, en cada uno de nosotros, extender un poco su reino de amor, de justicia y de paz”.

Menciones especiales

Antes de finalizar su intervención, Benedicto XVI se refirió a la beatificación celebrada hoy en Kottar, India, de Devasahayam Pillai, “un fiel laico que vivió en el siglo XVIII y murió como un mártir. Nos unimos a la alegría de la Iglesia en la India y rezamos para que el nuevo beato sostenga la fe de los cristianos de este país grande y noble”, fueron sus palabras.

Y en vista de que mañana 3 de diciembre, se celebra el Día Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad, hizo un llamado muy particular sobre esta sensible realidad: “Toda persona, aun con sus límites físicos y mentales, incluso los graves, siempre es un valor inestimable, y como tal debe ser considerado.

Aliento a las comunidades de la Iglesia a estar atentos y ser acogedores hacia estos hermanos y hermanas. Insto a los legisladores y a los gobernantes para que se proteja a las personas con discapacidad, y se promueva su participación plena en la vida de la sociedad.

Saludos en español

Ante la presencia de peregrinos de diversos países de Latinoamérica y de España, el santo padre dirigió las siguientes palabras:

“Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana. Abrimos hoy el Adviento, que nos trae a la memoria la doble venida de Jesús, la primera que se reveló en la realidad de la carne y la segunda que se manifestará al final de los tiempos.

Que al comenzar este tiempo –como se ora en la liturgia–, el Señor avive en nosotros el deseo de salir a su encuentro, acompañados por las buenas obras, y así un día merezcamos poseer el reino eterno. Que la Virgen María, que esperó a su Divino Hijo con inefable amor de Madre, nos acompañe y guíe para alcanzar estos anhelos”. (javv)

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ZENIT Staff

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